…un lenguaje claro y concreto;
un lenguaje para la descripción
viva y en detalle que arroje la
luz más necesaria al cuento.
Raymond Carver
Para muchos narradores, entre ellos Raymond Carver —quien usaba la frase de V.S. Pritcher—, el cuento es “algo vislumbrado con el rabillo del ojo”. Así queda claro que el escritor debe aguzar la mirada hacia el encuentro con esa realidad matizada por la línea indirecta que los une: al hecho, la anécdota o fábula como materia narrativa, y al rabillo del ojo.
En la mayor parte de los narradores jóvenes cubanos se demuestra cómo ellos buscan penetrar los espacios reales desde su propio discurso, asentado en la necesidad de contar, y de hacerlo bien. Estas razones confirman el hecho, ya apuntado, de la salud del cuento cubano contemporáneo. Tomando como punto de partida las palabras de Emerio Medina, quedan claras algunas ideas al respecto: “…se está produciendo un giro en la cuentística cubana: la literatura de los cotidiano va quedando atrás, la fabulación vuelve a ser espontánea y efectiva; la anécdota ha perdido importancia; los escritores se están fabricando mundos propios y lo están haciendo todo bien”.1
La opinión de Emerio Medina está relacionada con los rumbos que marcan los cuentos y los libros de un grupo de esos narradores, si es que podemos hablar de rumbos cuando se está produciendo tanta literatura, con tanta diversidad de miras en cuanto a temas y estilos. Un gran número de estas características, ya enunciadas anteriormente y que van desde el uso de lo metatextual, el pastiche y el riesgo narrativo —apelando a formas no habituales de narrar—, están presentes y se pueden percibir con facilidad en la selección Todo un cortejo caprichoso. Cien narradores cubanos (Ediciones La Luz, 2011) título con el cual la editorial celebró los 25 años de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en conjunto con la antología La isla en versos. Cien poetas cubanos, ambas dedicadas a marcar las pautas del cuento y la poesía a partir de autores nacidos después de 1970, y que forman parte de los homenajes a Virgilio Piñera que la AHS planifica en el año de su centenario.
Todo un cortejo… funciona como una muestra representativa —en número y en los discursos que agrupa— del quehacer de un amplio grupo de narradores cubanos. Algunos de los incluidos pertenecen a esos que están recuperando la fabulación, y se demuestra en la riqueza de los textos que dialogan al integrar las páginas de esta selección.
El primer mérito que posee es el de brindar al lector la variedad de estilos que utilizan estos narradores dentro de sus respectivas obras; por otro lado, se muestran los temas más recurrentes en las mismas, que van desde el suicidio, la ironía, la muerte, el asesinato, el amor, las relaciones homosexuales…
Entre los principales rasgos que caracterizan a la narrativa actual, en cualquier país, están variantes como el uso de lo metatextual para construir historias o recrearlas desde el interés personal del escritor —apelando en muchos casos a hechos recogidos por la Historia o que han perdurado en forma de leyendas—: “La fuga de Ícaro (o la yagua que está para uno no hay vaca que se la coma)” de Pablo Guerra.
Las narraciones también dan fe del riesgo narrativo presente en autores que construyen a partir de conceptos, ideas y otras variantes usados por los más interesados en la ruptura.
El criterio de Raymond Carver, si bien se utilizó para presentar estas palabras en forma de exergo, ahora sirven para disentir de su opinión en torno a la experimentación, pues, a su entender, esto supone pobreza imaginativa en el narrador o en quien pretende serlo.
“Por mi parte —escribe Carver— debo confesar que me ataca un poco los nervios oír hablar de innovaciones formales en la narración. A menudo, la “experimentación” no es más que un pretexto para la falta de imaginación, para la vacuidad absoluta, una licencia que se toma el autor para alienar —y maltratar, incluso— a sus lectores”.2
Sin embargo, al revisar las páginas de Todo un cortejo… uno se percata de cómo los textos que logran esta experimentación basada en la construcción no habitual de la historia funcionan y se inscriben entre lo más logrado de la producción actual. Puede tratarse de la síntesis extrema —como en el cuento de Katia Gutiérrez titulado “Sobre la emigración en Cuba”, donde sólo se lee “Bururú barará, ¿dónde está Miguel?”—, hasta la narración en forma de textos para teatro, con parlamentos de los personajes, y donde, a través de la voz de cada uno de ellos, se construye una historia como la de “Taxi.com”.
La obra de estos escritores aún no ha sido estudiada a profundidad por críticos e investigadores. ¿Las causas?: El interés por estudiar la impronta de la literatura cubana en décadas anteriores y dejar a un lado el centro de los problemas de la creación de este grupo. Por otro lado, como la obra de estos escritores se irá conformando en la medida en que irrumpan en los escenarios literarios —a través de premios, publicaciones, libros—, será más fácil conceder espacio a la revisión, desde un sitial de legitimidad ya concedido por los aspectos mencionados.
Por su parte, la narradora Gleyvis Coro Montanet, reconoce que: “Mientras el cuerpo documental y autoral de la Isla es tan diverso como desconcertante, ameboide en la forma y misceláneo en contenido, lo actual, lo contemporáneo, el ahora donde casi —y aunque los haya— no hay títulos ni autores de culto, resulta todavía demasiado circunstancial y es igual de misceláneo y ameboide. No en balde la visión de cerca es siempre la más borrosa, la peor de todos. De modo que describir lo que llamamos el hacer literario del cubano ahora, es también asumir un riesgo con igual probabilidad de ser específicos —y por tanto excluyentes— que de ser generalizadores y por tanto imprecisos”.3
La obra de los autores incluidos en Todo un cortejo…, cobrará fuerza en los estudios sobre el fenómeno de la narrativa cubana entre la década del 90 y el primer decenio del siglo XXI. Para Jorge Enrique Lage, autor incluido con el cuento “En la pesadilla”, el fenómeno de la literatura cubana, al menos la que él conoce, viene a confirmar que: “probablemente sea, como el siglo XXI cubano, caótica, atomizada, perversa, subdesarrollada, a menudo indescifrable y, por encima de todo, problemática”.4
Son palabras que aportan nuevos enfoques hacia la búsqueda de los puntos comunes de estos narradores y su obra, como estandarte directo de una poética no individual aún, pero sí colectiva, entre quienes hacen uso de los resortes del género.
Cualquier indagación en torno a la obra de estos jóvenes (cien: número simbólico por Virgilio) trae luz sobre su irrupción en el panorama editorial cubano y cómo se conecta con lo que Francisco López Sacha ha dado en llamar las “Tres revoluciones en el cuento cubano…” y que, como se advirtió, no incide en la más joven creación, sino que llega hasta: Rolando Sánchez Mejías, Alberto Garrandés, Ena Lucía Portela, Jorge Ángel Pérez, Daniel Díaz Mantilla y otros, entre los cuales solo tres nombres forman parte de la selección: Ena Lucía Portela, Daniel Díaz Mantilla y Pedro de Jesús5. El texto de López Sacha, fechado en el 2001, cuando aún no todos los escritores habían alcanzado el reconocimiento de que hoy gozan, demuestra el vacío existente en los estudios sobre esta generación en relación con las anteriores.
De acuerdo con la opinión de quienes laboraron en esta selección: “… una de las cuestiones más respetadas fue concebir un libro que no se limite a ser una mera compilación de textos, sino que sea un pretexto para mostrar las diversas formas que existen de narrar”.6
Las palabras de Alcides Pereda prueban cómo se conformó el volumen, con la intención de que la selección ofreciera un panorama de la más reciente creación dentro del género y que fuera además “un libro enfocado en los autores y formas de narrar de los mismos y no en las narraciones de estos. Más que los cuentos mismos, se trató de escoger narradores, pues estos representan estilos, formas de escribir diferentes y filiaciones estéticas de de forma visible o no, representan a una generación de narradores”.7
Para Lage, en el referido artículo, lo esencial de la literatura cubana actual, donde entra el cuento como género es: “… que se trata de una literatura difícil de leer, por llamarlo de alguna manera: una literatura entre líneas. Y aunque por supuesto ignoro qué vamos a leer en el futuro, tengo para mí que una literatura cubana saludable, de ruptura, de despegue en vez de aterrizaje, de apuesta y riesgo y 100 % siglo XXI…”8
Los cuentos incluidos en Todo un cortejo… son el testimonio del quehacer creativo de sus autores; son además una muestra de su desempeño en el panorama editorial cubano. Los cien escritores presentes pueden ofrecer, desde sus respectivas narraciones, una imagen de los rumbos que sigue la más joven narrativa cubana. El desfile de voces transita a la manera de un cortejo caprichoso ante nuestros ojos.
NOTAS
[1]. Leopoldo Luis: “Soy uno de esos vagones que el tren arrastra”. Entrevista a Emerio Medina. El Caimán Barbudo, jul-ago, 2011, n.365, pp.24-25.
2. Raymond Carver: “Escribir un cuento”. La Letra del Escriba, Jun-2008, n. 70, p.5.
3. Gleyvis Coro Montanet: “La isla imaginada: literatura cubana actual”. La Letra del Escriba, nov-2008, n. 74, p.2.
4. Jorge Enrique Lage: “Una literatura entre líneas”, La Letra del Escriba, nov. 2008, n.74, p.3.
5. Cfr. Francisco López Sacha: “Tres revoluciones en el cuento cubano y una reflexión conservadora”. La Letra del Escriba, may-2001, n.6, pp.2-3.
6. En entrevista con el autor (20-12-2011).
7. En entrevista con el autor (20-12-2011).
8. Jorge Enrique Lage: art. cit.