Crónica de sucesos
Rubem Fonseca
El inspector Miro trajo a la mujer a mi presencia. Fue el marido, dijo Miro despreocupadamente. En aquella comisaría de barrio eran comunes los pleitos de marido y mujer...
Leticia
Carlos César Muñoz García del Pino, David Alfonso Hermelo
Soy Leticia, heroína legendaria y defensora de los desgraciados, las viudas y los pajaritos. Mi nombre es conocido en cada polo, mis hazañas atraviesan los tres mares y mi valor es cantado por cada bardo en cada taberna...
Ana
Denis Álvarez Betancourt
La primera vez que divisé a Ana, estaba sumergida entre los brazos de un dragón enorme de ojos de fuego. Alex, creo se llamaba, y se consideraba el mejor ejemplar en casi toda la selva conocida. Fuerte, de pecho brillante y en donde mi Ana aparecía como un músculo más. Me cuidé de no mirar mucho tiempo, no se fuera a malinterpretar, pero, desde el fondo de aquella mole, dos ojos suplicantes me dijeron: “Rescátame y seré tuya para siempre”..
La Mandrágora
Jorge Luis Rodríguez Reyes
Dejó de escribir aquella mañana, cuando sintió vértigo al ver la columna de una fabulosa Mandrágora en el semicírculo de letras de la máquina de escribir. Súbitamente retiró los dedos del fierro lustroso, y con guantes de material sintético la llevó a la intemperie, dejándola en medio del patio colonial...
El “Incidente Johnson-Muñoz”
Gabriel J. Gil
El público aullaba enardecido, atestando las gradas de la vieja sala habanera Kid Chocolate, hace poco reacondicionada por completo para el pugilismo cerebral. Las apuestas, legales e ilegales, estaban por las nubes...
Casta sin nombre
Herbert Toranzo
Le tocaba hoy hasta el mediodía. Rogelio la recibió con impaciencia, vestido para la calle. —Menos mal —rezongó—. Ya deben de estar esperándome. —No te demores. A las dos tengo un ensayo —Fernanda pareció recordar algo y miró en redondo. Se hizo luego de un tono confidencial, conspiratorio—. ¿Dónde está?
“Cross Country” en la nieve
Ernest Hemingway
El funicular se detuvo después de recorrer otro trecho. No podía seguir más allá, ya que la nieve estaba amontonada sólidamente entre los rieles. El vendaval barría la superficie abierta de la montaña, dejando cierto espesor de nieve. Nick, que estaba encerando sus esquíes en el vagón de equipaje, puso las botas en las puntas de hierro y cerró fuertemente la abrazadera...
Adiós
Guy de Maupassant
Los dos amigos acababan de comer. Desde la ventana del café veían el bulevar muy animado. Les acariciaban los rostros esas ráfagas tibias que circulan por las calles de París en las apacibles noches de verano y obligan a los transeúntes a erguir la cabeza, incitándolos a salir, a irse lejos, a cualquier parte en donde haya frondosidad, quietud, verdor…
Colinas como elefantes blancos
Ernest Hemingway
Del otro lado del valle del Ebro, las colinas eran largas y blancas. De este lado no había sombra ni árboles y la estación se alzaba al rayo del sol, entre dos líneas de rieles. Junto a la pared de la estación caía la sombra tibia del edificio y una cortina de cuentas de bambú colgaba en el vano de la puerta del bar, para que no entraran las moscas...
La carne y los huesos
Rubem Fonseca
Mi avión no partiría sino hasta el día siguiente. Por primera vez lamenté no tener un retrato de mi madre conmigo, pero siempre me pareció idiota andar con retratos de la familia en el bolsillo, más aun el de mi madre...
Campamento indio
Ernest Hemingway
Habían preparado otro bote en la orilla del lago y dos indios esperaban a su lado. Nick y su padre se colocaron en la popa y los indios pusieron la embarcación en marcha. Uno de ellos remaba. Tío Jorge se sentó en la popa del bote del campamento. El indio joven lo alejó un poco de la orilla y después montó para remar...
Joana
Rubem Fonseca
Solamente me gustaban las mujeres bonitas, de cara y cuerpo. Podían ser ignorantes, idiotas, pero si eran bonitas me gustaban...
Abandonado
Guy de Maupassant
Es preciso estar loca para salir al campo a estas horas con un calor insufrible. De dos meses a esta parte, se te ocurren ideas muy extrañas. A la fuerza me haces venir a la orilla del mar, cuando en cuarenta y cinco años que llevamos de matrimonio jamás tuviste semejante fantasía...
La noche
Guy de Maupassant
Amo la noche con pasión. La amo, como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible. La amo con todos mis sentidos, con mis ojos que la ven, con mi olfato que la respira, con mis oídos, que escuchan su silencio, con toda mi carne que las tinieblas acarician...
A las aguas
Guy de Maupassant
12 DE JUNIO 1880.- ¡A Loëche! ¡Quieren que vaya a pasar un mes a Loëche! ¡Misericordia!¡ Un mes en esta ciudad que dicen ser la más triste, la más muerta, la más aburrida de las villas! ¡Qué digo, una ciudad! ¡Es un agujero, no una ciudad! ¡Me condenan a un mes de baño…, en fin!...
Allá en Michigan
Ernest Hemingway
Jim Gilmore llegó a Hortons Bay procedente de Canadá y compró la herrería al viejo Horton. Era bajo y moreno, con grandes bigotes y manos grandes. Era bueno poniendo herraduras y no tenía mucho aspecto de herrero ni con el delantal de cuero puesto. Vivía encima de la herrería y comía en casa de D. J. Smith...
Especular
Rubem Fonseca
Como hacíamos todos los días, menos los domingos, estábamos lado a lado cada quien sobre su bicicleta en el gimnasio mientras hablábamos sin parar. La música estridente no nos molestaba...
La capital del mundo
Ernest Hemingway
Hay en Madrid infinidad de muchachos llamados Paco, diminutivo de Francisco. A propósito, un chiste de sabor madrileño dice que cierto padre fue a la capital y publicó el siguiente anuncio en las columnas personales de El Liberal:..
El caso de los viejitos voladores
Adolfo Bioy Casares
Un diputado, que en estos años viajó con frecuencia al extranjero, pidió a la cámara que nombrara una comisión investigadora. El legislador había advertido, primero sin alegría, por último con alarma, que en aviones de diversas líneas cruzaba el espacio en todas direcciones, de modo casi continuo, un puñado de hombres muy viejos, poco menos que moribundos...
El llano en llamas
Juan Rulfo
Serie de 17 cuentos en los que Juan Rulfo (1918-1986) trata entre otros asuntos, el problema de la tierra. Los personajes principales de cada cuento son los narradores, y muchas veces son los mismos personajes los que dan título a los relatos. Rulfo crea un mundo en donde los seres viven en relación con un presente trágico, la nostalgia del pasado y la falta de esperanza. El autor logró retratar de forma inigualable la problemática del campo y la visión mágica de los campesinos.