Confesiones
Obdulio Fenelo
La segunda vez que lanzó la mirada a la calle, la dejó rondar las fachadas disparejas, elevarse sobre el montón de construcciones y caer de golpe contra el campanario de la iglesia. A esa hora del día el crepúsculo acentuaba el color amarillento de El Sagrado Corazón y lo tornaba irreal. Siempre rezaba antes de hacer un trabajo, así resolvía lo del arrepentimiento...
Una broma extraña
Agatha Christie
-Y esta -dijo Juana Helier completando la presentación- es la señorita Marple. Como era actriz, supo darle entonación a la frase, una mezcla de respeto y triunfo...
El guardián de su hermano
Dashiell Hammett
Sé que muchos hablaban mal de Loney, pero conmigo siempre fue fabuloso. Desde que tengo memoria fue fabuloso, y supongo que me habría caído tan bien si hubiese sido cualquiera en lugar de mi hermano. De todos modos, me alegro de que no fuera cualquiera...
Esclavos no solo de Dios
Lis Monsibáez
A Juan el Bautista lo decapitaron. Dice la Biblia que en una fiesta de cumpleaños del rey Herodes, la hija de la esposa bailó para él. Todos en la fiesta quedaron maravillados, por lo que Herodes le dice que pida lo que quiera…
Tú no sabes, Fermín, qué duro es esto
Elizabeth Lunar
Y puede que sean los malos ojos o la mala lengua de Candelaria, pero lo peor es este lugar. Está maldito y no podemos hacer nada para arreglarlo. Si en algún lugar el diablo dio las tres voces y nadie lo oyó es en Pico Blanco…
Canta hasta que mueras
Jorge G. Silverio Tejera
Claro, esa era la solución, mataría a la vieja. Espantado de su pensamiento lanzó el libro al suelo. ¿Cómo podía haber considerado tal cosa?...
Dioses y orishas
Rodolfo Pérez Valero
Este cuento, ganador del Concurso Internacional de Relatos Policiacos de la Semana Negra de Gijón en 2009, pertenece al volumen Un hombre toca a la puerta bajo la lluvia, publicado por Random House México en 2010…
La huella del pulgar de san Pedro
Agatha Christie
Ahora, tía Jane, te toca a ti -dijo Raymond West. -Sí, tía Jane, esperamos algo verdaderamente sabroso -exclamó en tono festivo Joyce Lempriére. -Vamos, vamos, no se burlen de mí, queridos -replicó la señorita Marple plácidamente-. Creen que por haber vivido toda mi vida en este apartado rincón del mundo probablemente no he tenido ninguna experiencia interesante...
El club de los incomprendidos
G. K. Chesterton
El Club de los Incomprendidos o «cuatro granujas sin tacha», narra las diferentes historias de cuatro hombres que han formado un extraño Club, unidos por el vínculo común de sus maltrechas reputaciones. Así, los cuatro miembros fundadores del Club de los Incomprendidos (el ladrón, el charlatán, el asesino y el traidor) han sido difamados con negros y repugnantes crímenes, pero no se han visto perseguidos por sus fechorías, sino por sus ocultas virtudes.
La hierba mortal
Agatha Christie
Ahora usted, señora B -dijo don Henry Clithering. La señora Bantry, su anfitriona, lo miró con aire de reproche. -Le he dicho muchas veces que no me gusta que me llame señora B. Es una falta de respeto. -Scherezade, entonces…
El camino de regreso
Dashiell Hammett
-¡Está loco si deja pasar esta oportunidad! Le concederán el mismo mérito y la misma recompensa por llevar las pruebas de mi muerte que por llevarme a mí. Le daré los documentos y las cosas que tengo encerrados cerca de la frontera de Yunnan para respaldar su historia, y le aseguro que jamás apareceré para estropearle el juego...
La ahogada
Agatha Christie
Don Henry Clithering, excomisionado de Scotland Yard, estaba hospedado en casa de sus amigos, los Bantry, cerca del pueblecito de St. Mary Mead. El sábado por la mañana, cuando bajaba a desayunar a la agradable hora de las diez y cuarto, casi tropezó con su anfitriona, la señora Bantry, en la puerta del comedor. Salía de la habitación evidentemente presa de una gran excitación y contrariedad...
El rey del trébol
Agatha Christie
La verdad -observé dejando el Daily Newsmonger a un lado- tiene más fuerza que la ficción. La observación no era original, pero pareció gustar a mi amigo, que, ladeando la cabeza de nuevo, se quitó una mota imaginaria de polvo de los bien planchados pantalones y observó:..
El cuarto hombre
Agatha Christie
El canónigo Parfitt jadeaba. El correr para alcanzar el tren no era cosa que conviniera a un hombre de sus años. Su figura ya no era lo que fue y con la pérdida de su esbelta silueta había ido adquiriendo una tendencia a quedarse sin aliento, que el propio canónigo solía explicar con dignidad diciendo “¡Es el corazón!”...
Demasiados han vivido
Dashiell Hammett
La corbata del hombre eran tan naranja como una puesta de sol. Se trataba de un individuo robusto, alto y puro músculo. El pelo oscuro con raya al medio y pegado al cuero cabelludo, las mejillas firmes y carnosas, la ropa que ceñía su cuerpo con evidente comodidad, e incluso las orejas, pequeñas y rosadas, adheridas a los lados de la cabeza...
El crimen de la cinta métrica
Agatha Christie
Asiendo el llamador, la señorita Politt lo dejó caer sobre la puerta de la casita. Luego de un breve intervalo llamó de nuevo. El paquete que llevaba bajo el brazo le resbaló un tanto al hacerlo, y tuvo que volver a colocarlo en su sitio...
El curita tremebundo
Jorge Luis Rodríguez Aguilar
Apareció muerto, con la boca abierta y la biblia bajo sus manos entrecruzadas, como si en un espasmo se hubiera dormido, pero con los ojos desorbitados…
Lo de siempre
Carlos René Padilla
Relato incluido en la antología LATINOIR. Muerte con pasaporte, publicado por Nitro Press…
El listón de tu pelo
Atzin Nieto
Piensas en ella, en su sonrisa, en su aroma después de hacer el amor y la circunferencia de sus nalgas. El revólver se adapta a tus dedos y parece una extensión de tu cuerpo…
El candor del Padre Brown
G. K. Chesterton
Doce relatos componen este volumen con el que el divertido y paradójico Gilbert Keith Chesterton dio a conocer al Padre Brown. Este cura católico, de aspecto insignificante y candoroso, tiene un cerebro privilegiado y una intuición singular para leer en los recovecos del corazón humano. Pero su bondad natural le impide juzgar y condenar: descubre el delito, pero intenta «salvar» al delincuente. Un libro rebosante de ingenio, de un autor cuya influencia ha llegado hasta Borges.