Atiguibas
Julio Ramón Ribeyro
"Un detalle para completar el ambiente de las tribunas populares de entonces: la de “segunda”, a la que íbamos mi hermano y yo, era de cemento hasta las diez primeras gradas y de madera hasta la parte más alta. No había en ellas baños ni retretes..."
Cuento quiromántico
Ciro Alegría
"¿Decía? Sí: entré a un pequeño bar y tomé asiento ante una mesa que estaba, como todas, lustrosa de mugre y tenía una apariencia neurótica. Frente a mí, un hombre bebía cerveza. El bar estaba atendido por una mujer semi destruida, lo que no me llamó la atención, pues tendría más de cincuenta años..."
Calixto Garmendia
Ciro Alegría
"Sucedió que vino una epidemia de tifo, y el panteón se llenó con los muertos del propio pueblo y los que traían del campo. Entonces las autoridades echaron mano de nuestro terrenito para panteón. Mi padre protestó diciendo que tomaran tierra de los ricos, cuyas haciendas llegaban hasta la propia salida del pueblo..."
Alienación
Julio Ramón Ribeyro
"Todo empezó la tarde en que un grupo de blanquiñosos jugábamos con una pelota en la plaza Bolognesi. Era la época de las vacaciones escolares y los muchachos que vivíamos en los chalets vecinos, hombres y mujeres, nos reuníamos allí para hacer algo con esas interminables tardes de verano."
Al pie del acantilado
Julio Ramón Ribeyro
Nosotros somos como la higuerilla, como esa planta salvaje que brota y se multiplica en los lugares más amargos y escarpados. Véanla como crece en el arenal, sobre el canto rodado, en las acequias sin riego, en el desmonte, alrededor de los muladares...
Navidad en los Andes
Ciro Alegría
Marcabal Grande, hacienda de mi familia, queda en una de las postreras estribaciones de los Andes, lindando con el río Marañón. Compónenla cerros enhiestos y valles profundos. Las frías alturas azulean de rocas desnudas. Las faldas y llanadas propicias verdean de sembríos, donde hay gente que labre, pues lo demás es soledad de naturaleza silvestre...
El puma de sombra
Ciro Alegría
Fue que nuestro padre Adán estaba en el Paraíso, llevando, como es sabido, la regalada vida. Toda fruta había: ya sea mangos, chirimoyas, naranjas, paltas o guayabas y cuanta fruta se ve por el mundo...
El barco fantasma
Ciro Alegría
Por los lentos ríos amazónicos navega un barco fantasma, en misteriosos tratos con la sombra, pues siempre se lo ha encontrado de noche. Está extrañamente iluminado por luces rojas, tal si en su interior hubiese un incendio...
El niño de junto al cielo
Enrique Congrains
Por alguna desconocida razón, Esteban había llegado al lugar exacto, precisamente al único lugar… Pero ¿no sería, más bien, que “aquello” había venido hacia él? Bajó la vista y volvió a mirar. Sí, ahí seguía el billete anaranjado, junto a sus pies, junto a su vida...
Nosotros, No
José B. Adolph
Aquella tarde, cuando tintinearon las campanillas de los teletipos y fue repartida la noticia como un milagro, los hombres de todas las latitudes se confundieron en un solo grito de triunfo. Tal como había sido predicho doscientos años antes, finalmente el hombre había conquistado la inmortalidad en 2168...
De cómo repartió el diablo los males por el mundo
Ciro Alegría
Voy a contarles, y no lo olviden, porque es cosa que un cristiano debe tener bien presente, esta historia que nosotros no olvidaremos jamás y que diremos a nuestros hijos con el encargo de que la repitan a los suyos, y así continúe trasmitiéndose, y nunca se pierda...
La madre
Ciro Alegría
"La selva rodeaba una barraca hecha de esbeltos tallos de palmera y levantada en un claro logrado a golpe de hacha, donde los tocones rojos parecían heridas. El vasto cuerpo del bosque había sido mutilado para que el sol se tendiera sobre la casa y los hombres..."
Warma kuyay
José María Arguedas
Noche de luna en la quebrada de Viseca. Pobre palomita, por dónde has venido, buscando la arena por Dios, por los cielos. —¡Justina! ¡Ay, Justinita! En un terso lago canta la gaviota, memoria me deja de gratos recuerdos...
Los escoleros
José María Arguedas
El wikullo es el juego vespertino de los escoleros [escolares] de Ak’ola. Bankucha era el escolero campeón en wikullo. Gordinflón, con aire de hombre grande, serio y bien aprovechado en leer, Bankucha era el “Mak’ta” en la escuela; nosotros a su lado éramos mak’tillos no más, y él nos mandaba...
El joven que subió al cielo
José María Arguedas
"El joven volvió a la tarea. Desde el instante en que llegó a la orilla del sembrado estuvo mirando el campo, inmóvil y atento. Esa noche la luna era brillante. Hasta la alborada estuvo contemplando los contornos del papal; así, mientras veía, le temblaron los ojos, y se adormiló unos instantes..."
Agua
José María Arguedas
"El varayok’ [alcalde indígena; lleva una vara como insignia de autoridad] había puesto ya la mesa para el repartidor del agua. Esa mesa amarilla era todo lo que existía en la plaza abandonada en medio del corredor, solita, daba la idea de que los saqueadores de San Juan la habían dejado allí por inservible y pesada..."
Cuarzo
Ciro Alegría
"Fabián llevaba también ese regalo para su pequeño: cuarzo, luz de piedra. No era lo único. En una esquina del pañuelo tenía amarrados quinientos soles, sólo algunos de metal firme, a la verdad, pero los billetes valían en las tiendas del pueblo. Su mujer tenía vista una falda de percal floreado. Él andaba aficionado de una cuchilla. El pequeño quería una sonaja. Justo el domingo próximo irían al pueblo."
La agonía de Rasu-Ñiti
José María Arguedas
Se puso el pantalón de terciopelo, apoyándose en la escalera y en los hombros de su mujer. Se calzó las zapatillas. Se puso el tapabala y la montera. El tapabala estaba adornado con hilos de oro. Sobre las inmensas faldas de la montera, entre cintas labradas, brillaban espejos en forma de estrella. Hacia atrás, sobre la espalda del bailarín, caía desde el sombrero una rama de cintas de varios colores...
Relatos completos
José María Arguedas
José María Arguedas, uno de los pilares de la literatura peruana, emerge como un autor esencial cuya obra trasciende las fronteras literarias para adentrarse en las raíces culturales de su país. En su libro "Relatos Completos," que recopila una amplia selección de sus cuentos, novelas y ensayos, Arguedas nos transporta a las profundidades de la sociedad peruana, explorando las complejas relaciones entre los distintos estratos sociales y, en particular, la vida de los indígenas andinos. La pluma de Arguedas es una herramienta incisiva que desentraña la realidad peruana con una profundidad inigualable. Sus narraciones están imbuidas de un profundo compromiso social, y a través de sus personajes, revela las tensiones entre la tradición y la modernidad, la opresión y la resistencia. En sus cuentos, como "Diamantes y pedernales" o "Agua," Arguedas nos sumerge en los paisajes agrestes de los Andes, poblados de personajes que luchan por mantener sus tradiciones culturales ante la embestida de la modernización. Además de su maestría narrativa, José María Arguedas también destaca como un antropólogo y…
La muerte de los Arango
José María Arguedas
Los indios cargaban a los muertos en unos féretros toscos; y muchas veces los brazos del cadáver sobresalían por los bordes. Nosotros los contemplábamos hasta que el cortejo se perdía en la esquina. Las mujeres iban llorando a gritos; cantaban en falsete el ayataki, el canto de los muertos...