Allá en Michigan
Ernest Hemingway
Jim Gilmore llegó a Hortons Bay procedente de Canadá y compró la herrería al viejo Horton. Era bajo y moreno, con grandes bigotes y manos grandes. Era bueno poniendo herraduras y no tenía mucho aspecto de herrero ni con el delantal de cuero puesto. Vivía encima de la herrería y comía en casa de D. J. Smith...
Sueños de robot
Isaac Asimov
-Anoche soñé -anunció Elvex tranquilamente. Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció sufrir un estremecimiento microscópico. -¿Ha oído eso? -preguntó Linda Rash, nerviosa-. Ya se lo había dicho. Era joven, menuda, de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez. Calvin asintió y ordenó a media voz...
El experimento
Fredric Brown
-La primera máquina del tiempo, caballeros -informó orgullosamente el profesor Johnson a sus dos colegas-. Es cierto que solo se trata de un modelo experimental a escala reducida. Únicamente funcionará con objetos que pesen menos de un kilo y medio y en distancia hacia el pasado o el futuro de veinte minutos o menos. Pero funciona...
El camino de regreso
Dashiell Hammett
-¡Está loco si deja pasar esta oportunidad! Le concederán el mismo mérito y la misma recompensa por llevar las pruebas de mi muerte que por llevarme a mí. Le daré los documentos y las cosas que tengo encerrados cerca de la frontera de Yunnan para respaldar su historia, y le aseguro que jamás apareceré para estropearle el juego...
En la noche
Ray Bradbury
La señora Navárrez gimió de tal manera durante toda la noche que sus gemidos llenaban el inquilinato como si hubiese una luz encendida en cada cuarto, y nadie pudo dormir. Pasó toda la noche, mordiendo su almohada blanca, retorciendo sus manos delgadas y gritando: -¡Mi Joe!...
Punto de vista
Isaac Asimov
Roger vino buscando a su padre, en parte porque era domingo, y por lo tanto su padre no debería estar trabajando, y Roger deseaba asegurarse de que todo iba bien...
A campo traviesa en la nieve
Ernest Hemingway
El funicular se detuvo después de recorrer otro trecho. No podía seguir más allá, ya que la nieve estaba amontonada sólidamente entre los rieles. El vendaval barría la superficie abierta de la montaña, dejando cierto espesor de nieve...
Benito Cereno
Herman Melville
Corría el año 1799, cuando el capitán Amasa Delano, de Duxbury (Massachusetts), al mando de un gran velero mercante, ancló con un valioso cargamento en la ensenada de Santa María, una isla pequeña, desierta y deshabitada, situada hacia el extremo sur de la larga costa de Chile....
El lago
Ray Bradbury
Un cielo a mi medida arrojado sobre el lago Michigan; sobre la arena amarilla, algunos críos gritones botando pelotas; una o dos gaviotas, una madre criticona y yo huyendo de una ola y encontrando este mundo nublado y húmedo...
Wash Jones
William Faulkner
Sutpen se quedó de pie junto al jergón de paja donde estaban tendidas la madre y el bebé. Por entre las alabeadas tablas de la pared caí el temprano sol mañanero en largas pinceladas, listando sus piernas abiertas y la fusta de cabalgar que llevaba en la mano, y cruzando la silueta inmóvil de la madre, que lo miraba con sus quietos, inescrutables y tristes ojos...
Caín
Fredric Brown
En el pasillo, al nuevo guardián, el pelirrojo, no le gustaban aquellos gemidos ahogados; no creía que fuera a gustarle aquel nuevo trabajo. Sin embargo, estaba de servicio, como Joe, durante toda la noche. Joe señaló con un dedo...
Algún día
Isaac Asimov
Niccolo Mazetti estaba tumbado boca abajo sobre la alfombra, con la barbilla apoyada en su pequeña mano, y escuchaba desconsoladamente al Narrador. Había incluso sospecha de lágrimas en sus ojos oscuros, un lujo que un muchacho de once años únicamente podía permitirse estando solo...
Una mano sobre las aguas
William Faulkner
Los dos hombres siguieron el sendero que corría entre el río y la espesa cortina de cipreses, cañaverales, gomeros y zarzas. Uno de ellos llevaba una bolsa de arpillera que había sido aparentemente lavada y planchada. El otro era un joven de menos de veinte años, a juzgar por su rostro. El río estaba bajo, con el nivel propio de mediados de julio...
Sally
Isaac Asimov
Sally bajaba por la carretera que conducía al lago, de modo que le hice una seña con la mano y la llamé por su nombre. Siempre me ha gustado ver a Sally. Me gustan todos, entiendan, pero Sally es la más hermosa del lote. Indiscutiblemente...
El joven Goodman Brown
Nathaniel Hawthorne
El joven Goodman Brown salió a la calle de la aldea de Salem cuando el sol se ponía. Pero después de cruzar el umbral introdujo de nuevo la cabeza para cambiar besos de despedida con su reciente esposa. Y Fe, como tan apropiadamente se llamaba, sacó a su vez su linda cabecita, permitiendo que el viento jugara con las cintas rosadas de la cofia mientras llamaba a Goodman Brown...
Mañana
William Faulkner
No siempre tío Gavin desempeñó su cargo desde que lo designaron fiscal del distrito. En una oportunidad, hacía ya más de veinte años, interrumpió sus funciones durante un lapso muy breve, tan breve que solo los viejos lo recordaban y, aun así, muchos de ellos lo habían olvidado. Porque en esa época le tocó actuar solamente en un caso, como abogado...
Círculo vicioso
Isaac Asimov
Uno de los tópicos favoritos de Gregory Powell era que nada se adelantaba poniéndose uno nervioso. Así, cuando Mike Donovan bajó dando brincos la escalera, con el cabello enmarañado por el sudor, él se limitó a fruncir el ceño...
Humo
William Faulkner
Anselm Holland llegó a Jefferson hace muchos años. De dónde, nadie lo sabía. Pero era joven entonces, y un hombre de variados recursos, o por lo menos, de presencia, porque antes de que hubieran transcurrido tres años estaba casado con la única hija de un hombre que poseía dos mil acres de las mejores tierras del distrito...
El emisario
Ray Bradbury
Supo que había llegado de nuevo el otoño, porque Torry entró retozando en la casa, trayendo con él un refrescante olor a otoño. En cada uno de sus perrunos rizos negros llevaba una muestra del otoño: tierra húmeda, con la humedad peculiar de aquella estación, y hojas secas, color de oro pajizo. El perro olía exactamente igual que el otoño...
La capital del mundo
Ernest Hemingway
Hay en Madrid infinidad de muchachos llamados Paco, diminutivo de Francisco. A propósito, un chiste de sabor madrileño dice que cierto padre fue a la capital y publicó el siguiente anuncio en las columnas personales de El Liberal:..