Relatos Norteamericanos

Los Hartley

John Cheever

El señor Hartley, su mujer y su hija Anne llegaron al hostal Pemaquoddy un atardecer de invierno, después de la cena, y en el preciso momento en que empezaban las partidas de bridge. Hartley cruzó con las bolsas el amplio porche y entró en el vestíbulo seguido por su mujer y por su hija...

A la otra orilla del río y a través del bosque

John O'Hara

El sombrero, el abrigo y la maleta del señor Winfield estaban en el vestíbulo de su piso y, cuando le telefonearon desde abajo para decirle que el coche lo esperaba, ya estaba listo. Bajó las escaleras, saludó a Roberto, el gigantesco chofer negro, le entregó la maleta y lo siguió al coche...

Los hombres de la Tierra

Ray Bradbury

Quienquiera que fuese el que golpeaba la puerta, no se cansaba de hacerlo. La señora Ttt abrió la puerta de par en par. -¿Y bien? -¡Habla usted inglés! -el hombre, de pie en el umbral, estaba asombrado. -Hablo lo que hablo -dijo ella. -¡Un inglés admirable!...

El corazón del parque

Flannery O'Connor

Enoch Emery supo al despertarse que ese día llegaría la persona a quien podría mostrárselo. Se lo decía su propia sangre. Tenía sangre sabia, como su padre. Esa tarde, a las dos, saludó al guarda del segundo turno...

Centauro de latón

William Faulkner

En el pueblo en que vivimos, Flem Snopes tiene ahora un monumento erigido en su honor, un monumento de latón, no menos resistente al paso del tiempo por el hecho de que, si bien se halla de continuo a la vista de todo el pueblo...
Poesía. Trust "Tru" Katsande on Unsplash

Vidas de los poetas

E. L. Doctorow

Mi pulgar izquierdo está rígido, no demasiado hinchado, aunque las venas de su base sobresalen y no puedo moverlo hacia atrás ni recoger nada con él sin sentir dolor. ¿Es ésta la primera vez que me pasa una cosa así? Algo me recuerda, si bien de manera vaga, y acabará quitándoseme...

El defensor de la fe

Philip Roth

En mayo de 1945, transcurridas solo unas semanas desde la finalización de la guerra en Europa, me reexpidieron a Estados Unidos, donde pasé el resto de la guerra integrado en una compañía de instrucción militar, en Camp Crowder, Misuri...

Una mujer respetable

Kate Chopin

La señora Baroda se molestó un poco al enterarse de que su esposo había invitado a su amigo Gouvernail a pasar una o dos semanas en la plantación. Durante el invierno, habían invitado y recibido a mucha gente y también habían pasado gran parte del tiempo en Nueva Orleáns...

El ladrón de gatos

Fredric Brown

El jefe de Policía de Midland City tenía dos gatos, uno de los cuales se llamaba Notita y el otro Memorión. Pero este hecho no tiene nada que ver con que los gatos fueran gatos, pues esta historia se refiere a lo que el jefe de Policía denominó como una inexplicable serie de robos: una ola de crímenes cometidos por un solo hombre...

Los colonizadores

Ray Bradbury

Los hombres de la Tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente...

La gemela de la reina

Sarah Orne Jewett

La costa de Maine estuvo en tiempos tan próxima a playas lejanas gracias a su laboriosa flota de barcos, que entre los hombres y mujeres mayores aún se puede hallar una sorprendente proporción de viajeros. Cada lengua de tierra que se adentra en el mar con sus casas elevada...

En el bote

J. D. Salinger

Era un poco más de las cuatro de la tarde de un veranito de San Juan. Unas quince o veinte veces, desde el mediodía, Sandra, la criada, se había apartado de la ventana de la cocina que daba al lago, con la boca apretada en un gesto de disgusto...

Una casa en la llanura

E. L. Doctorow

Mamá dijo que de ahí en adelante yo debía ser su sobrino y que la llamara tía Dora. Dijo que nuestra fortuna dependía de que ella no tuviera un hijo de dieciocho años que aparentaba más bien veinte. Di tía Dora, dijo. Lo dije. No quedó satisfecha...

La costa

Ray Bradbury

Marte era una costa distante y los hombres cayeron en olas sobre ella. Cada ola era distinta y cada ola más fuerte. La primera ola trajo consigo a hombres acostumbrados a los espacios, el frío y la soledad...

El lago de la luna

Eudora Welty

Desde el principio su martirizada presencia les afectó seriamente. Acabó siendo inquietantemente familiar para ellos escuchar el soplido de desprecio con que tocaba la D trompeta. A veces apenas si podían reconocer lo que él creía estar tocando...

Carrera en la mañana

William Faulkner

Yo iba en la barca cuando lo vi. Anochecía. Acababa de dar de comer a los caballos y de bajar hasta la orilla y de desatracar la barca para cruzar el río y volver al campamento, cuando lo vi, como a la mitad de un cuarto de milla río arriba...

Centinela

Fredric Brown

Estaba húmedo, lleno de barro; tenía hambre y frío, y se hallaba a cincuenta mil años luz de su casa. Un sol daba una rara luz y la gravedad, que era el doble de aquella a la que él estaba acostumbrado, hacía difícil cada movimiento...

La navidad es triste para los pobres

John Cheever

La Navidad es una época triste. La frase acudió a la mente de Charlie un instante después de que el despertador hubo sonado, y le trajo otra vez la depresión amorfa que lo había perseguido toda la tarde anterior...

Charles

Shirley Jackson

El día que mi hijo Laurie empezó a ir a la escuela de párvulos renunció a los pantalones de pana con peto y empezó a llevar vaqueros con cinturón. La primera mañana, lo vi salir con la niña mayor de la casa de al lado y me di cuenta de que había terminado una época de mi vida...

Un par de medias de seda

Kate Chopin

La pequeña señora Sommers se encontró inesperadamente un día con que era la feliz poseedora de quince dólares. Para ella esa era una gran suma de dinero y la manera en que abultaba su viejo y gastado porte-monnaie la hacía sentirse importante como no se había sentido en años...