El presidente del jurado
Charles Dickens
Han pasado ya algunos años desde que se cometió en Inglaterra un asesinato que atrajo poderosamente la atención pública. En nuestro país se oye hablar con bastante frecuencia de asesinos que adquieren una triste celebridad...
Los constructores de puentes
Rudyard Kipling
Lo mínimo que esperaba Findlayson, del Departamento de Obras Públicas, era una C. I. E.; él soñaba con una C. S. I. En realidad, sus amigos le decían que se merecía más. Durante tres años había aguantado calor y frío, decepciones, incomodidades, peligros y enfermedades, con una responsabilidad casi excesiva para un solo par de hombros...
El manuscrito de un loco
Charles Dickens
¡Sí…! ¡Un loco! ¡Cómo sobrecogía mi corazón esa palabra hace años! ¡Cómo habría despertado el terror que solía sobrevenirme a veces, enviando la sangre silbante y hormigueante por mis venas, hasta que el rocío frío del miedo aparecía en gruesas gotas sobre mi piel y las rodillas se entrechocaban por el espanto!...
El zorro y otras historias
D. H. Lawrence
El renovado interés de críticos y lectores por la totalidad de la obra literaria de D. H. Lawrence (1885-1930) muestra que el escándalo producido por la publicación de «El amante de Lady Chatterley» —secuestrada judicialmente en 1928— oscureció indebidamente no sólo sus restantes grandes novelas, sino también otra importante faceta de su personalidad creadora; en efecto, sus relatos y cuentos hubieran bastado para situarle entre los más destacados escritores anglosajones de nuestro siglo. Pese a sus distintos planteamientos y a su diferente simbolismo, las dos narraciones incluidas en este volumen —El zorro e Inglaterra mía— giran en torno a las mismas obsesiones: la difícil situación de la mujer en una sociedad dominada por la autoridad masculina y la búsqueda infructuosa de esa felicidad inalcanzable que consistiría en la plena potenciación de una oscura fuerza vital fundida con la pasión física. La acusada sensibilidad del gran escritor para iluminar los niveles más profundos de la conciencia se une en estos dos relatos —que tienen en común su calidad dramática— a una…
El club de los incomprendidos
G. K. Chesterton
El Club de los Incomprendidos o «cuatro granujas sin tacha», narra las diferentes historias de cuatro hombres que han formado un extraño Club, unidos por el vínculo común de sus maltrechas reputaciones. Así, los cuatro miembros fundadores del Club de los Incomprendidos (el ladrón, el charlatán, el asesino y el traidor) han sido difamados con negros y repugnantes crímenes, pero no se han visto perseguidos por sus fechorías, sino por sus ocultas virtudes.
El barón de Grogzwig
Charles Dickens
El barón Von Koëldwethout, de Grogzwig, Alemania, era probablemente un joven barón como cualquiera le gustaría ver uno. No es necesario que diga que vivía en un castillo, porque es evidente; tampoco es necesario que diga que vivía en un castillo antiguo, pues ¿qué barón alemán viviría en uno nuevo?...
La casa del pasado
Algernon Blackwood
Una noche una Visión vino a mí, trayendo con ella una antigua y herrumbrosa llave. Me llevó a través de campos y senderos de dulce aroma, donde los setos ya susurraban en la oscuridad primaveral, hasta que llegamos a una inmensa y sombría casa, de ventanas conspicuas y tejado elevado, medio escondido en las sombras de la madrugada...
Confesión encontrada en una prisión de la época de Carlos II
Charles Dickens
Tenía el grado de teniente en el ejército de Su Majestad y serví en el extranjero en las campañas de 1677 y 1678. Concluido el tratado de Nimega, regresé a casa y, abandonando el servicio militar, me retiré a una pequeña propiedad situada a escasos kilómetros al este de Londres, que había adquirido recientemente por derechos de mi esposa...
El rojo
W. Somerset Maugham
El patrón metió la mano en uno de los bolsillos de sus pantalones y con dificultad, porque no estaban a los lados sino delante y era un hombre corpulento, sacó un gran reloj de plata. Lo miró y después volvió la vista hacia el sol poniente. El kanaka que estaba en el timón le echó una mirada, pero no despegó los labios...
El judío errante
Rudyard Kipling
-Si das una vuelta al mundo en dirección al Oriente, ganas un día -le dijeron los hombres de ciencia a John Hay. Y durante años, John Hay viajó al Este, al Oeste, al Norte y al Sur, hizo negocios, hizo el amor y procreó una familia como han hecho muchos hombres, y la información científica consignada arriba permaneció olvidada en el fondo de su mente, junto con otros mil asuntos de igual importancia...
La debutante
Leonora Carrington
En la época en que fui debutante, solía ir a menudo al parque zoológico. Iba tan a menudo que conocía más a los animales que a las chicas de mi edad. Era porque quería huir del mundo, por lo que me hallaba a diario en el zoológico. El animal que mejor llegué a conocer fue una hiena joven...
El jardinero
Rudyard Kipling
En el pueblo todos sabían que Helen Turrell cumplía sus obligaciones con todo el mundo, y con nadie de forma más perfecta que con el pobre hijo de su único hermano...
El poeta
W. Somerset Maugham
No siento gran interés por la gente célebre, y no puedo soportar a esas personas que tienen la pasión de codearse con las grandes figuras...
El gato que caminaba solo
Rudyard Kipling
Sucedieron estos hechos que voy a contarte, oh, querido mío, cuando los animales domésticos eran salvajes. El Perro era salvaje, como lo eran también el Caballo, la Vaca, la Oveja y el Cerdo, tan salvajes como pueda imaginarse, y vagaban por la húmeda y salvaje espesura en compañía de sus salvajes parientes; pero el más salvaje de todos los animales salvajes era el Gato. El Gato caminaba solo y no le importaba estar aquí o allá...
La duquesa y el joyero
Virginia Woolf
Oliver Bacon vivía en lo alto de una casa junto a Green Park. Tenía un departamento; las sillas estaban colocadas de manera que el asiento quedaba perfectamente orientado, sillas forradas en piel. Los sofás llenaban los miradores de las ventanas, sofás forrados con tapicería...
Un miembro del Comité del Terror
Thomas Hardy
"El caballero extranjero iba tan preocupado que apenas había reparado en ella, pero aquel extraño desvanecimiento atrajo inmediatamente su atención. Cruzó rápidamente la calzada, la levantó y la llevó a la tienda más próxima al puente, explicando que era una dama que se había puesto enferma en la calle..."
El aristócrata solterón
Arthur Conan Doyle
Hace ya mucho tiempo que el matrimonio de lord St. Simon y la curiosa manera en que terminó dejaron de ser temas de interés en los selectos círculos en los que se mueve el infortunado novio...
La Puerta de los Cien Pesares
Rudyard Kipling
"Esto no es obra mía. El Mulato Gabral Misquita me lo contó, entre la puesta de la luna y el alba, seis semanas antes de morir, y yo anotaba sus respuestas a mis preguntas. Como sigue..."
El fantasma provechoso
Daniel Defoe
"Inmediatamente se empezó a decir que en la casa había dinero escondido, y el caballero esparció la noticia de que él comenzaría a excavar, seguro de que la gente se pondría muy ansiosa de que así se hiciera. En cambio, no hacía nada al respecto..."
El auxiliar de la parroquia
Charles Dickens
"Había una vez, en una diminuta ciudad de provincias bastante alejada de Londres, un hombrecito llamado Nathaniel Pipkin, que trabajaba en la parroquia de la pequeña población y vivía en una pequeña casa de la Calle High, a escasos diez minutos a pie de la pequeña iglesia; y a quien se podía encontrar todos los días, de nueve a cuatro, impartiendo algunas enseñanzas a los niños del lugar..."