La princesa de las azucenas rojas
Jean Lorrain
Era una austera y fría hija de reyes; apenas dieciséis años, ojos grises de águila bajo altaneras cejas y tan blanca que habríase dicho que sus manos eran de cera y sus sienes de perlas. La llamaban Audovère. Hija de un anciano rey guerrero siempre ocupado en lejanas conquistas cuando no combatía en la frontera...
El movilizado
Honoré de Balzac
El acusador público y uno de los jueces del tribunal revolucionario permanecían taciturnos, observaban atentamente los más mínimos movimientos de su fisonomía, escuchaban lo que sucedía en la casa pese al tumulto...
La maquilladora
Joris-Karl Huysmans
Una hermosa mañana, el poeta Amílcar se encasquetó su sombrero negro, un sombrero famoso, de altura prodigiosa, de envergadura insólita, con partes llanas y hendeduras, arrugas y abolladuras, rajas y magulladuras; introdujo en el bolsillo, sito por debajo de su tetilla izquierda, una pipa de arcilla de largo cuello, y se dirigió hacia el nuevo domicilio de un amigo suyo, el pintor José...
Cuentos a Ninon
Émile Zola
"Cuentos a Ninon" de Émile Zola es una obra que despliega la versatilidad y genio literario del autor, publicada en 1864 cuando contaba con tan solo 24 años. Zola muestra una impresionante gama de registros narrativos, desde lo maravilloso hasta lo fantástico, pasando por la sátira, la épica, el realismo e incluso tintes autobiográficos. Esta colección de cuentos se presenta como un espejo de toda su carrera hasta el momento, condensando una década de producción literaria y anticipando los temas, personajes y estilos que florecerán en sus futuras obras maestras. En este volumen, Zola entrelaza cuentos de hadas y crónicas, balanceando la fantasía con la seriedad en una danza literaria que revela tanto la riqueza como la ambigüedad de su imaginación. No escatima en recursos emocionales, incorporando desde el humor hasta la rabia, y manejando la ironía con maestría. A través de estas historias, Zola nos ofrece una visión fresca y auténtica de la sociedad y sus inquietudes, anticipando el vigor y la agudeza que marcarán sus futuras obras magistrales.…
Cobardía
Joris-Karl Huysmans
"¡Oh! seré firme, la reprenderé enérgicamente; además, hay que acabar con esto, se está riendo de mí desde hace mucho tiempo; ¡qué demonios, ya no tengo dieciocho años! No es mi primera amante; ¡después de ella vendrá otra! ¿Se enfadará?..."
Alexandre
Guy de Maupassant
"Aquel día, como todos, a las cuatro, condujo Alexandre hasta la puerta de la casita del matrimonio Maramballe la silla de minusválido de tres ruedas en la que paseaba hasta las seis, por prescripción facultativa, a su anciana e inválida patrona..."
El orco
George Sand
"Y cogiendo la mano del joven le llevó hacia la iglesia. Cuando éste sintió la mano fría de la desconocida estrechar la suya y la vio dirigirse con él hacia la oquedad sombría del pórtico, se acordó involuntariamente de las siniestras historias que había oído contar y, de pronto, transido de terror, se detuvo. La máscara se volvió y, fijando sobre el rostro sin color de su compañero una mirada escrutadora, le dijo:.."
El príncipe Fatal y el príncipe Fortuné
Jeanne Marie Leprince de Beaumont
"Al segundo príncipe, al que habían llamado Fortuné, todo le iba, al contrario, de maravilla. Su papá y su mamá lo amaban con locura y ya no se acordaban del mayor. La malvada mujer a la que se lo habían entregado, nada más llegar a su casa, le quitó las bellas ropas con las que iba vestido para ponérselas a uno de sus hijos que era de la edad que Fatal..."
El pie de la momia
Théophile Gautier
"El viejo gnomo, husmeando entre sus antiguallas, me mostró bronces antiguos o supuestamente tales, trozos de malaquita, pequeños ídolos hindúes o chinos, especie de siempretiesos de jade, encarnación de Brahma o de Visnú, maravillosamente apropiados para el uso, bastante poco divino, de sujetar periódicos y cartas..."
Historia de la criada Gudule
Jean Lorrain
"Gracias a esta mujer maravillosa, la señora de Lautréamont tenía suficiente con tres domésticos, un jardinero, un lacayo y una cocinera para atender su inmensa mansión por la cantidad de sesenta mil libras..."
Arthur
Alphonse Daudet
"Arthur era mi vecino. Sólo un pequeño muro prolongado por un enrejado separaba mi vivienda de la habitación amueblada que ocupaba con su mujer. Por lo que, en contra de mi voluntad, su vida estaba mezclada con la mía; y todos los sábados oía, sin perderme detalle, el horrible drama, tan parisino, que se representaba en aquel hogar de obreros..."
Cuento de los tres deseos
Jeanne Marie Leprince de Beaumont
"-Soy un hada; prometo concederles las tres primeras cosas que deseen; pero tengan cuidado: después de haber deseado tres cosas, no les concederé nada más."
El alba
Anatole France
El alba es un cuento de Anatole France que narra el amor de un joven por una mujer casada en la París revolucionaria. El joven huye de la violencia y busca la paz en los brazos de su amante. El cuento combina el realismo histórico con el romanticismo literario.
El ataque al molino
Émile Zola
"Se produjeron dos nuevos muertos. Los colchones, destrozados, ya no protegían las ventanas. Una última descarga pareció que iba a llevarse por delante el molino. La posición no podía mantenerse más. Sin embargo, el oficial repetía:"
El caballero doble
Théophile Gautier
"El extranjero era bello como un ángel, pero como un ángel caído; sonreía dulcemente y miraba dulcemente, sin embargo, aquella mirada y aquella sonrisa os helaban de terror y os inspiraban el pavor que se siente cuando uno se asoma a un abismo."
La leyenda de san Julián el Hospitalario
Gustave Flaubert
El padre y la madre de Julián vivían en un castillo, entre bosques, en la ladera de una colina. Las cuatro torres de las esquinas tenían tejados puntiagudos cubiertos de escamas de plomo, y la base de los muros se apoyaba en los canteros de rocas, que descendían abruptamente hasta el fondo de los fosos...
El ayuno
Émile Zola
Cuando el vicario subió al púlpito con su amplio sobrepelliz de blancura angelical, la pequeña baronesa estaba beatíficamente sentada en su sitio habitual, cerca de una salida de calor, delante de la capilla de los Santos Ángeles...
Adiós
Guy de Maupassant
Los dos amigos acababan de comer. Desde la ventana del café veían el bulevar muy animado. Les acariciaban los rostros esas ráfagas tibias que circulan por las calles de París en las apacibles noches de verano y obligan a los transeúntes a erguir la cabeza, incitándolos a salir, a irse lejos, a cualquier parte en donde haya frondosidad, quietud, verdor…
Las lavanderas nocturnas
George Sand
He aquí, en mi opinión, la más siniestra de las visiones del miedo. Es también la más difundida pues creo que se encuentra en todos los países...
Adrienne Buquet
Anatole France
Cuando estábamos terminando de cenar en el restaurante Laboullée me dijo: -Lo admito, todos esos hechos relacionados con un estado aún mal definido del organismo como doble visión, sugestión a distancia o presentimientos verídicos, la mayor parte del tiempo no son constatados de una manera suficientemente rigurosa como para satisfacer todas las exigencias de la crítica científica...