Cuentos
José Lezama Lima
En ocasión de la primera centuria del gran visitador del Prado, se presentaron estas cinco piezas que alguien podría considerar menores; pero que lo serán solo en extensión. Difieren de aquellas ideas cronométricas que sobre el relato breve emitió, por ejemplo el uruguayo Horacio Quiroga. Parametrado al estilo del tempestuoso y nunca bien enaltecido autor de Anaconda, un cuento resulta una prueba difícil para José Lezama Lima; una prueba que él más bien se apresuraría a ridiculizar. Está visto que no lo atraen los argumentos sintéticos ni las historias excluyentes.
La vuelta en redondo
Humberto Arenal
“…todo me llega tarde hasta la muerte, como si uno pudiera decidir lo que le gusta, esta gente que me rodea, ya es muy tarde, la muerte no será tan mala después de todo si lo que uno deja está tan podrido, siempre ahí callada cuando no está así me mira con sus ojos desconfiados y duros siempre igual, treinta años mira que tener que haberla aguantado treinta años a mi lado, antes siquiera…”
La Edad de Oro
José Martí
La Edad de Oro fue una revista mensual para los niños, del cubano José Martí. Mantiene su frescura, belleza y vigencia más de un siglo después, hablando a los niños en un lenguaje universal que no conoce tiempos ni distancias. La primera revista vio la luz en julio de 1889, durante la estancia de Martí en Nueva York para preparar la guerra que le daría la independencia a Cuba del colonialismo español, y en la que Martí perdería la vida. Realizando un esfuerzo sobrenatural entre tantas responsabilidades, Martí logró publicar 4 números de la revista.
Bestial entre las flores
Reinaldo Arenas
"Cuando llegó Bestial, la casa se encogió de pronto como un perro cuando le van a dar un estacazo. Mi abuela, que se encontraba desyerbando los clavelones, lanzó un escupitajo amarillo y entró en la sala. Y mi madre salió rumbo al pozo a sacar agua..."
El milagro del ascensor
Alejo Carpentier
"Fray Domenico empujó una puerta. El olor a incienso y maderas polvorientas le hizo contraer la nariz con fruición. Arrojó su birrete de groom sobre una cama de soldado. Se despojó de su casaca guarnecida de ciento veinte botones de níquel..."
Un rato de tenmeallá
Guillermo Cabrera Infante
"y entonces el hombre dice que ellos dicen que le diga que no pueden esperar mas y entonces y entonces y entonces mama le dijo que eran unos esto y lo otro y que primero la sacaban a ella por delante y el hombre le dice que no la coja con el que no tiene que ver nada..."
Taita, diga usted cómo
Onelio Jorge Cardoso
El pequeño la vió brillar un instante sobre el espeso campo verde. Ahora el padre venía voceando la yegua hasta el camino y el muchacho se hizo a un lado del portillo dejándole el paso libre a la bestia. Le vio sobre el lomo muy cerca de la cruz, dos heridas que le arrugaron la piel. Cuando el sol empezó a meterse detrás de la manigua Nando y el viejo encarrilaron el trillo...
Tobías
Félix Pita Rodríguez
Fue en la cochina cárcel de San Pedro Sula y allá por el año veintiséis, un año feo para mis huesos. De tumbo en tumbo, y como con los ojos cerrados, yo había ido dando traspiés y recibiendo patadas en el trasero. Ustedes no pueden saber. Una patada en el trasero siempre lo pone a un mal por dentro y con ganas de hacer daño. Pero el escozor pasa y se puede cargar a la cuenta de las injusticias de la vida...
Viñetas
Guillermo Cabrera Infante
No estaba muerto, pero ya no sentía: no estaba muerto todavía. Unos hombres le arrastraban por los pies. Desde el segundo piso lo bajaron a la calle por las escaleras y su cabeza golpeaba contra cada escalón. En uno de los escalones dejó un trozo de piel cubierto de cabellos que eran rubios en la punta y muy negros hacia la raíz...
El hijo y la madre
Reinaldo Arenas
"El hijo y la madre estaban de frente. Sentados en dos sillones idénticos, junto a la ventana de cristales y persianas por donde se veían las hojas del almendro en la que los pájaros no cesaban de zambullirse. El sol brillaba sobre la madre y el hijo en forma de cenefa amarillenta."
El estudiante
Alejo Carpentier
"Trató de huir. Vio una ancha puerta, amparada por una inscripción en caracteres huecos: Trousseau. Aquella palabra tenía una tibia sugerencia de ajuar de novia. El estudiante penetró en un corredor oscuro, esperando admirar Malinas sedosas, evocadoras de las frescas carnes de doncellas, que se presentan sabiamente como los filetes caros que se envuelven con encajes de papel."
A la sombra de la mata de almendras
Reinaldo Arenas
«Hay que tumbarla», dice una. Y yo salgo a la calle. Las otras dos ríen a carcajadas, sueltan un bufido de alivio y aplauden. «Hay tumbarla », repiten, girando alrededor de la primera. Por último salen del comedor y se dirigen al patio. Pero yo estoy ya en la calle. Hace fresco...
El caballero Charles
Humberto Arenal
—Usted sabe lo que yo digo. ¿Eh, doña Clarita? El difunto Charles, que en paz descanse, ese hombre sí que sabía vivir… Qué hombre tan… ¡Qué trajes aquellos! Dril cien, sí señor, dril cien del mejor… —eleva la cabeza y rememora— ¿Se acuerda de La viuda alegre cantada nada menos que por doña Esperanza Iris? ¿Se acuerda, doña Clarita? Yo me acuerdo bien. En el escenario era toda una dama, una princesa doña Esperanza. ¿Verdad, doña Clarita?...
Aquello estaba deseando ocurrir
Leonardo Padura
Leonardo Padura, reconocido autor cubano, nos presenta en su obra "Aquello estaba deseando ocurrir" un fascinante compendio de relatos que capturan la esencia del universo habanero que ya es marca registrada en sus novelas. A lo largo de este volumen, Padura teje historias magníficas que exploran las complejidades de la vida en La Habana, fusionando elementos de la realidad cotidiana con pinceladas de magia y surrealismo. El autor nos sumerge en narrativas donde soldados regresan de Angola a La Habana, solo para ser transportados al pasado en Madrid por el azar, o donde la salida de Cuba les deja una extraña sensación de doble traición. Estas historias nos presentan personajes variados, desde jóvenes seducidos por boleros y cantantes de antiguo esplendor hasta hombres solitarios que deambulan por la noche en busca de afecto, transformándose paradójicamente en monstruos. Dentro del compendio, Padura nos guía a través de las vidas de personas que sueñan con ser escritores, donde sus propias biografías se revelan como los relatos más conmovedores. Asimismo, el autor retrata…
Invocación para desorejarse
José Lezama Lima
Para que el sombrero pudiese penetrar en mi testa, decidieron cortarme las dos orejas. Admiré sus deseos de exquisita simetría, que hizo que desde el principio su decisión fue de cortarme las dos orejas. Me sorprendió que tan lejos como era posible de un hospital, me fueran arrancadas con un bisturí que convertía al rasgar la carne en seda...
Con los ojos cerrados
Reinaldo Arenas
A eso de las seis de la mañana empieza mamá a pelearme para que me levante y ya a las siete estoy sentado en la cama y estrujándome los ojos. Entonces todo lo tengo que hacer corriendo: ponerme la ropa corriendo, llegar corriendo hasta la escuela y entrar corriendo en la fila pues ya han tocado el timbre y la maestra está parada en la puerta...
La carne
Virgilio Piñera
Sentose a la mesa y comenzó a saborear su hermoso filete. Entonces llamaron a la puerta; era el vecino que venía a desahogarse… Pero Ansaldo, con elegante ademán, le hizo ver el hermoso filete. El vecino preguntó y Ansaldo se limitó a mostrar su nalga izquierda. Todo quedaba explicado...
Los fugitivos
Alejo Carpentier
Pero el olor de su propio celo, llamado por el olor de otro celo, se imponía a todos los demás. Las patas traseras de Perro se espigaron, haciéndole alargar el cuello. Su vientre se hundía, al pie del costillar, en el ritmo de un jadeo corto y ansioso...
Extraños testimonios
Daína Chaviano
"Extraños testimonios" de Daína Chaviano nos transporta a un mundo donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan, y donde los sueños toman forma en relatos que exploran lo más oscuro y misterioso de la experiencia humana. La autora, reconocida por su destreza en el género de la literatura fantástica, nos presenta una colección de cuentos que ejemplifican a la perfección su novedosa vertiente estilística, que ella misma ha bautizado como el "gótico caribeño". La obra de Chaviano se distingue por su diversidad tanto en términos formales como de contenido. Su prosa, a la vez sutil y feroz, rinde homenaje a clásicos de la literatura anglosajona y latinoamericana, desde Edgar Allan Poe hasta Horacio Quiroga, y de Margaret Atwood a Juan José Arreola, pasando por Howard P. Lovecraft y María Luisa Bombal. Este mestizaje literario da lugar a narraciones que exploran una amplia gama de temas humanos, desde la opresión de la mujer hasta los dilemas del proceso creativo del escritor, la realidad social de un país…
Semejante a la noche
Alejo Carpentier
Yo la llamaba mi prometida, aunque nadie supiera aún de nuestros amores. Cuando vi a su padre cerca de las naves, pensé que estaría sola, y seguí aquel muelle triste, batido por el viento, salpicado de agua verde, abarandado de cadenas y argollas verdecidas por el salitre, que conducía a la última casa de ventanas verdes, siempre cerradas...