El ala izquierda del águila
Pedro Gómez Valderrama
El siguiente texto tiene valor simplemente por un notable adjetivo. Tal vez es un texto excesivamente emocional; hay quienes dudan de su verdad histórica, aunque siempre ha tenido importancia la verdad histórica de los ayudas de cámara...
Como me han dicho que vas a vivir en la Florida
Álvaro Cepeda Samudio
Como me han dicho que vas a vivir en la Florida quiero que sepas que he descubierto dónde nacen los huracanes. Esta no es una teoría descabellada como la enunciada por el Senador Fuenmayor sobre el hundimiento de la Atlántida...
Corpus iuris civilis
Pedro Gómez Valderrama
La mano se detuvo con la pluma en suspenso sobre las dos únicas palabras trazadas: “Las palomas…”. El escritor miró a través de la ventana. Su mano reposó sobre la cuartilla blanca. La calle quieta y apacible reflejaba el sol enfermo del invierno, y los árboles desplumados y duros se recortaban sobre el fango...
La casa grande
Álvaro Cepeda Samudio
Álvaro Cepeda Samudio, reconocido escritor y cineasta colombiano nacido en 1926, entrega en su obra maestra "La Casa Grande" un profundo testimonio de la violencia inherente a la historia de Colombia. Ambientada en el contexto de la huelga bananera de 1928, el autor teje una narrativa poética y novelística que captura la brutalidad y la tragedia de aquellos acontecimientos que marcaron a generaciones enteras. La historia, inspirada en las vivencias del propio Cepeda y en los relatos de los ancianos de su entorno, se adentra en los recuerdos fragmentarios de los protagonistas, recreando un collage de memorias que reflejan la complejidad de la experiencia humana. A través de esta estructura fragmentaria, el autor nos sumerge en un mundo donde los sueños se entrelazan con la desesperanza, y la muerte acecha en cada esquina. Cepeda construye su relato con una prosa exquisita, cargada de imágenes vívidas y metáforas evocadoras que transportan al lector a los paisajes y los momentos históricos que describe. Con maestría, retrata la lucha de los trabajadores de…
A García Márquez Juana le oyó…
Álvaro Cepeda Samudio
A García Márquez le oyó Juana la historia del hombrecito de la lata de avena Quaker. García Márquez vive ahora en Barcelona y seguramente ha olvidado la historia. Lo cierto es que no la ha escrito nunca. Cuando Juana leyó Cien años de soledad pensó encontrarla allí...
Cien años de aire
Pedro Gómez Valderrama
"Recuerdo haber soñado una vez con una playa, en donde yacía el cadáver de un hombre joven, sonriente, en torno al cual danzaban unas jóvenes, casi adolescentes. La clave del sueño estaba en la sonrisa, que atestiguaba que el hombre no estaba muerto..."
Cuando a Fray Bartolomé de Las Casas y Pujol se le ocurrió…
Álvaro Cepeda Samudio
"El lado poético corrió enteramente y sin interferencias de nadie, menos que nadie de Juana que a duras penas si entendía el más elemental español, a cargo de Fray Bartolomé. Podría pensarse, y se equivoca muy seguramente quien lo imagine, que éste hizo como Juana: escribió de una sola sentada las ciento sesenta y ocho estrofas para los ciento sesenta y ocho animales..."
El dios errante
Pedro Gómez Valderrama
"Aquí estaba encerrado en su cajón como cajón muerto, destinado a futuros ataúdes de pino, remontando las aguas penosas del Río Grande de la Magdalena bajo el cielo injurioso, con el ruido del agua ignorante de su parentesco musical."
Todos estábamos a la espera
Álvaro Cepeda Samudio
"Íbamos llegando uno a uno y nos sentábamos en los altos bancos rojos a lo largo del bar. Nos quedábamos allí, en silencio, oyendo las canciones que alguien cantaba en los discos. Otras noches había boxeo. Entonces dejábamos de echar monedas en los tocadiscos y mirábamos la pelea..."
Libertad incondicional
Hernando Téllez
"El juez leyó el veredicto. Los cinco jurados permanecimos de pie y el acusado también, pero entre dos guardias. No había público, a excepción del que formaban algunos parientes del “asesino” y de la víctima. En total, unas veinte personas. El veredicto era absolutorio: “no es responsable”, “no es responsable” y “no es responsable”, estaba escrito con mi letra, en el papel que el juez tenía entre las manos, como respuesta a las tres preguntas del cuestionario..."
¡Tierra…!
Pedro Gómez Valderrama
El hombre tendido en el jergón estrecho incorporó levemente la cabeza. Por la escotilla alcanzaba a divisar un poco de luz de luna. La nave apenas oscilaba blandamente como si estuviese apegada al muelle. Dejó caer la cabeza, y se quedó escuchando. Se oía la respiración de los dormidos...
La Mansión de Araucaíma
Álvaro Mutis
Había sido antaño soldado de fortuna, mercenario a sueldo de gobiernos y gentes harto dudosas. Frecuentador de bares en donde se enrolaban voluntarios de guerras coloniales, hombres de armas que sometían a pueblos jóvenes e incultos que creían luchar por su libertad y sólo conseguían una ligera fluctuación en las bulliciosas salas de la Bolsa...
Hoy decidí vestirme de payaso
Álvaro Cepeda Samudio
"Hoy decidí vestirme de payaso. Me he puesto unos grandes zapatones de caucho y me he pintado la cara de rojo y de blanco. Cuando atravesé el estrecho corredor de arena la sentí rebotar debajo de mis zapatones y tuve la agradable sensación de sentirme payaso..."
Don Pacho —que en paz descanse— siempre fue un tipo de bien
Óscar Collazos
"Tendido así, inmóvil —piensa Alberto—, el cuerpo cubierto por algo que semeja un hábito religioso, vestido de negro, su cuerpo parece distinto, es casi irreconocible. Mira luego a Efraín, su amigo de infancia, tal vez de la misma edad suya y calcula que tal vez esté pensando las mismas cosas o, por lo menos, algo relacionado con el pasado que ahora los une en esta ceremonia..."
Dos cosas
Juan Manuel Martínez
—Cuando niña había dos cosas que percibía de manera muy distinta: el paso del tiempo, más duradero, como si fuera infinito; y el eco, el eco de todas las cosas —me empezó a contar cuando íbamos de la mano…
Sólo vine a hablar por teléfono
Gabriel García Márquez
Algo sucedió entonces en la mente de María que le hizo entender por qué las mujeres del autobús se movían como en el fondo de un acuario. En realidad estaban apaciguadas con sedantes, y aquel palacio en sombras, con gruesos muros de cantería y escaleras heladas, era en realidad un hospital de enfermas mentales...