Artes y oficios
Rubem Fonseca
Te fastidias los dientes cuando eres un muchacho miserable, pero si después ganas bastante dinero encuentras un dentista que te arregla la dentadura. Eso me ocurrió a mí, me implanté todos los dientes, un prodigio de ingeniería odontológica...
Amarguras de un joven escritor
Rubem Fonseca
El día empezó mal desde temprano, cuando fui a la playa. No podía ver el mar, me hacía mal, por eso atravesaba la avenida Atlántica con los ojos cerrados, después volvía el cuerpo, abría los ojos y caminaba de espaldas por la arena hasta encontrar mi sitio...
Cláusula testamentaria
J. M. Machado de Assis
…y es mi última voluntad que el cajón en que mi cuerpo haya de ser enterrado sea fabricado en casa de Joaquim Soares, que vive en la Rua da Alfãndega. Deseo que él sea informado acerca de esta disposición, que también será pública...
Abril, en Río, en 1970
Rubem Fonseca
"Nely vivía en un departamento de dos ambientes en la playa de Botafogo, con una compañera que sabía de nuestro asunto, una chica medio jorobada que se llamaba Margarida, muy buenita; cuando yo iba a dormir con la Nely, ella se iba a dormir al living, se acostaba en el sofá y fingía no oír los gemidos que provenían del dormitorio..."
Adán y Eva
J. M. Machado de Assis
"Adán y Eva oyeron sumisos; y una vez solos, se miraron uno al otro, fascinados; no parecían los mismos. Eva, antes que Dios le infundiese los buenos sentimientos, pensaba tenderle una trampa a Adán, y Adán sentía ganas de golpearla..."
Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos
Clarice Lispector
Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos ofrece al público diversos textos inéditos de Clarice Lispector. Pero esta vez no están firmados por la escritora consagrada sino por la escritora principiante, por la periodista, por la estudiante de derecho, por la columnista femenina, por la dramaturga, por la madre, por la conferenciante y ensayista Clarice Lispector. Presenta, además, una importante entrevista, la más larga y completa que Clarice concedió, en la que recorre cada uno de esos momentos: desde sus primeros escritos hasta la conferencia donde analizaba su propia producción literaria; de los reportajes y artículos femeninos, producidos como forma de sustento, a sus anotaciones de madre, realizadas para su placer personal. Clarice Lispector siempre reconoció el fragmento, la anotación dispersa, el «fondo de cajón» como parte esencial e indisociable de su producción literaria. A partir de sus notas, en un primer momento inconexas, ella solía extraer posteriormente una unidad, transformándolos en una obra lista y acabada. Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos obedece al…
Crónica de sucesos
Rubem Fonseca
El inspector Miro trajo a la mujer a mi presencia. Fue el marido, dijo Miro despreocupadamente. En aquella comisaría de barrio eran comunes los pleitos de marido y mujer...
Cántiga de los esponsales
J. M. Machado de Assis
Imagine la lectora que está en 1813, en la iglesia de Carmo, oyendo una de aquellas buenas fiestas antiguas, que eran la mayor diversión pública y lo mejor del arte musical. Sabe cómo es una misa cantada; puede imaginar lo que sería una misa cantada en aquellos años remotos...
La carne y los huesos
Rubem Fonseca
Mi avión no partiría sino hasta el día siguiente. Por primera vez lamenté no tener un retrato de mi madre conmigo, pero siempre me pareció idiota andar con retratos de la familia en el bolsillo, más aun el de mi madre...
Joana
Rubem Fonseca
Solamente me gustaban las mujeres bonitas, de cara y cuerpo. Podían ser ignorantes, idiotas, pero si eran bonitas me gustaban...
Especular
Rubem Fonseca
Como hacíamos todos los días, menos los domingos, estábamos lado a lado cada quien sobre su bicicleta en el gimnasio mientras hablábamos sin parar. La música estridente no nos molestaba...
Entrevista
Rubem Fonseca
M —Doña Gisa me mandó para acá. ¿Puedo entrar? H —Entra y cierra la puerta. M —Está oscuro aquí adentro. ¿Dónde enciendo la luz? H —Déjala así...
Anécdota pecuniaria
J. M. Machado de Assis
Se llama Falcão mi hombre. Aquel día -catorce de abril de 1870- quien entrase a su casa, a las diez de la noche, lo vería paseándose por el comedor, en mangas de camisa, pantalón negro y corbata blanca, refunfuñando, gesticulando, suspirando, evidentemente afligido...
El pavo de Navidad
Mário de Andrade
Nuestra primera Navidad en familia, después de la muerte de papá ocurrida cinco meses antes, fue de consecuencias decisivas para la felicidad familiar. Nosotros siempre fuimos una familia feliz, en ese sentido bien amplio de felicidad: gente honesta, sin crímenes, hogar sin peleas internas ni graves dificultades económicas...
Ciudad de Dios
Rubem Fonseca
Su nombre es João Romeiro, pero es conocido como Zinho en la Ciudad de Dios, una favela en Jacarepaguá, donde controla el tráfico de drogas. Ella es Soraia Gonçalves, una mujer dócil y callada. Soraia supo que Zinho era traficante de drogas dos meses después de que empezaron a vivir juntos en un condominio de clase media alta en la Barra de Tijuca...
Miss Dollar
J. M. Machado de Assis
Era conveniente para el relato que el lector permaneciera mucho tiempo sin saber quién era Miss Dollar. Pero por otro lado, sin la presentación de Miss Dollar, el autor se vería obligado a largas digresiones, que llenarían el papel sin hacer progresar la acción. No hay duda posible: voy a presentarles a Miss Dollar...
Paseo Nocturno
Rubem Fonseca
La empleada servía a la francesa, mis hijos habían crecido, mi mujer y yo estábamos gordos. Es aquel vino que te gusta, ella hace un chasquido con placer. Mi hijo me pidió dinero cuando estábamos en el cafecito, mi hija me pidió dinero en la hora del licor. Mi mujer no pidió nada, nosotros teníamos una cuenta bancaria conjunta...
Corazones solitarios
Rubem Fonseca
Yo trabajaba en un diario popular como repórter de casos policiacos. Hace mucho tiempo que no ocurría en la ciudad un crimen interesante, que envolviera a una rica y linda joven de la sociedad, muertes, desapariciones, corrupción, mentiras, sexo, ambición, dinero, violencia, escándalo...
Misa de gallo
J. M. Machado de Assis
Nunca pude entender la conversación que tuve con una señora hace muchos años; tenía yo diecisiete, ella treinta. Era noche de Navidad. Había acordado con un vecino ir a la misa de gallo y preferí no dormirme; quedamos en que yo lo despertaría a medianoche...