Memorias de un violador y otros delirios

El trópico y el fuego

Damián Patón Fernández

En La Habana Vieja, una tarde de mediados de febrero, un hombre con aspecto de extranjero arrastraba un viejo y pesado macuto. Vestía un largo pulóver desgastado, que llevaba estampado el rostro quemado y tantas veces repetido del Che Guevara. Usaba raídos tejanos sucios y deshilachados y polvorientas bambas.