El Escudo de Valnúss
Antonio López Sánchez
Aquella mañana, nada hacía presagiar los terribles acontecimientos que se avecinaban. Si bien, por un lado, la muerte de Reit Neprac provocó sinceras muestras de dolor en Zoria, en especial porque sabía cuánto estimaba su padre al que fuera su mentor, a la vez tenía grandes motivos para regocijarse.
Un brindis por Buesa (comentarios motivados por un libro aún no leído)
Frank Campos
Confieso de inicio que Buesa no está entre mis poetas cubanos favoritos, pero me agrada —los que me desagradan son los falsos poetas—
¿Sherlock Holmes escritor de ficción?
Frank Campos
Sherlock Holmes nos dejó una amplia y significativa obra como autor de ensayos y monografías de variados temas, pero no se le conoce ningún poema y solo existen dos relatos de su autoría.
Dios en el parqueo
Daneris Fernández Fonseca
Jesús Loves You. Leí en un pequeño letrero pintado sobre la madera de la pared. Había estacionado mi camión, en aquel antiguo Days Inn, un montón de veces durante el trayecto Orlando-Austin; me senté otro recojonal en la misma mesa del Burger King y jamás vi la capilla, o la iglesia o lo que fuera aquella especie de conteiner con cruz encima.
Edén
Alexy Dumenigo Águila
No estoy en el Leonora. Eso es lo único que puedo asegurar cuando veo frente a mí un cielo gris de nubes quietas, casi inmóviles. En mi espalda siento la presión de algunos guijarros de mayor tamaño a través del tejido ultrarresistente de la escafandra, que se adapta sin problemas a la alta presión y los ciento cuarenta bajo cero. Definitivamente, tampoco estoy en la Tierra.
Una llamada telefónica
Lázaro Alfonso Díaz Cala
El cóctel está aceptable. Se le nota el alcohol. Quizás por eso aquel trigueñito barbudo con aspecto de quien hace un par de días no visita la ducha, tiene los ojos colorados y la mirada despistada. Debe estar aquí hace una hora al menos y haber asaltado cuánta bandeja de cócteles desfila junto a él.
El síndrome de Stendhal
Alejandro Cernuda
En esa casa en las montañas del oriente de Cuba fue donde conocí a Johann Nicolau y a Alice. Y a mí que si no eran dos turistas alemanes, sin diferencias con otros miles…
Coloquio con La Habana
Milho Montenegro
Yo he de regresar Habana/ después del inútil bregar contra el polvo de los Caminos/ trayendo la nostalgia como único estandarte
La encerrona
Raydel Francisco Pérez
«Agustín Puente es maricón.» La nota no daba más explicaciones. Solo eso. Y como todo buen anónimo venía escrito en letra de molde, con caligrafía deliberadamente irregular, alternando letras grandes con chicas.
Vampiro personal
Raúl Flores Iriarte
Así fue como conocí a este hombre que vino a sentarse a mi lado en el parque aquella noche de agosto
La madrugada breve
Alejandro Cernuda
Hoy estás borracha de verdad y te vuelves retórica, drástica. Sabes que no me gusta pero insistes con fervor en todo eso que llamas libertad. Quizá ya no seamos tan buenos amigos, explícitos como antes que crecieras dentro de ese cuerpecito escuálido.
El monte
Lydia Cabrera
"El Monte" de Lydia Cabrera es una obra que trasciende las fronteras de la literatura y se convierte en un faro de conocimiento sobre las religiones afrocubanas y la cultura yoruba, mandinga y carabalí. Publicada en 1954, esta obra maestra de la etnografía se ha convertido en una verdadera "Biblia" para aquellos que desean explorar las profundidades de las creencias y prácticas religiosas presentes en Cuba. Lydia Cabrera, etnóloga y narradora cubana, se sumerge en el corazón del "monte", un lugar sagrado donde residen divinidades y santos que, según las creencias afrocubanas, están más presentes en la tierra que en el cielo. Su obra es un testimonio excepcional de la cultura afrocubana, un compendio de mitos, rituales y tradiciones que arrojan luz sobre la riqueza espiritual de este pueblo. Lo notable de "El Monte" radica en su autenticidad. Lydia Cabrera se esfuerza por presentar un material que no ha pasado por la interpretación de terceros, sino que proviene directamente de los propios negros de Cuba. Su objetivo es proporcionar a…
La oportunidad
Marlen López Mora
Era necesario fijarse en aquel sujeto. Su presencia destacaba en medio de la multitud de curiosos que crecía detrás de las cintas de seguridad. Ojos vidriosos, piel cetrina y vestía un largo abrigo negro...
Mute
Yunieski Betancourt
Reducida a escombros durante la última guerra, Cerusa se había convertido en la presa predilecta de varias generaciones de arqueólogos...
Cómic
Yadira Álvarez Betancourt
Dourth Nanko fue rodeado por los cuerpos de sus Iluminados. Hasya, el más fiel y antiguo, maestro de los otros cinco, se dirigió respetuoso a su señor.
Último cumpleaños
Ariel Maceo Téllez
Ahí está el Kid / tirado en la esquina de lo que siempre ha sido su tumba. / Sudado / con las costillas y la nariz rota / sostenido por una fe sin nombre / y por el aliento de la rubia del traje rojo.
Pastel flameante
Arturo Arango
—¿Tú estabas aquí cuando llegaron? —Silvia aún tenía la oreja pegada a la puerta. Humberto movió la cabeza de izquierda a derecha. Ella le hizo señas para que siguiera escuchando.
El ocaso de los asesinos (Fragmento)
Agustín García Marrero
El número 467 de Independence Avenue, en nada se diferenciaba del resto de los edificios de esta concurrida calle de San Francisco. Estamos ante un edificio de construcción clásica, de paredes tapizadas en piedra gris, con una altura de cinco pisos y saturado de apartamentos.
Boleto para soñar
Jorge Luis Llópiz Cudel
Aún no amanece. Rubén limpia con una manguera la entrada de la gasolinera. La presión de agua se lleva toda la porquería incrustada en el suelo.
Nodo 2
Raúl Aguiar
—Hola; por favor, le llamamos de la compañía telefónica para una comprobación de rutina. ¿Podría decirnos el número de su teléfono?