Una llamada telefónica
Lázaro Alfonso Díaz Cala
El cóctel está aceptable. Se le nota el alcohol. Quizás por eso aquel trigueñito barbudo con aspecto de quien hace un par de días no visita la ducha, tiene los ojos colorados y la mirada despistada. Debe estar aquí hace una hora al menos y haber asaltado cuánta bandeja de cócteles desfila junto a él.