Estados Unidos

Segunda Fundación

Isaac Asimov

Hari Seldon predijo la caída del Imperio, y, con el fin de restaurar la civilización en el menor tiempo posible, creó dos Fundaciones. La primera fue establecida en Términus a plena luz del conocimiento público. La segunda, «en el otro extremo de la galaxia», tomó forma bajo un velo de total silencio, ya que custodia las leyes de la psicohistoria, que solo son válidas mientras permanezcan en secreto. Cuando la Primera Fundación fue conquistada por el poder de una sola persona, un mutante llamado el Mulo, la Segunda Fundación se vio forzada a revelar su existencia y, lo que es peor, una parte de su poder. El Mulo y los vestigios de la Primera Fundación harán cualquier cosa por descubrirla. Esta es la historia de la Segunda Fundación.

Canción de amor no correspondido

John Cheever

Después de haber tratado a Joan Harris en Nueva York durante algunos años, Jack Lorey empezó a pensar en ella como en la Viuda. Joan siempre vestía de negro, y, por un peculiar desorden en su apartamento, Jack tenía siempre la impresión de que los empleados de la funeraria acababan de marcharse...

A tu edad

F. S. Fitzgerald

Tom Squires entró en la tienda a comprar un cepillo de dientes, una lata de polvos de talco, un elixir bucal, jabón Castile, sales de Epsom y una caja de puros. Después de muchos años viviendo solo, era un hombre metódico, así que, mientras esperaba a que lo atendieran, tenía en la mano su lista de compras...

Encantamiento

Orson Scott Card

En el momento en que Iván se encontró en un claro de un denso bosque de los Cárpatos, su vida cambió para siempre. Sobre un pedestal rodeado de hojas caídas, la bella princesa Katerina yacía tan quieta que parecía muerta. Pero bajo el follaje, se movía una maligna presencia que hizo que, a sus diez añitos, Iván saliese corriendo a casa de su primo Marek. Años después, Iván se encuentra en América preparando su doctorado y a las puertas del matrimonio. Sin embargo, no puede olvidar aquel lejano día en el bosque ni convencerse a sí mismo de que sólo se trató de la fantasía de un niño asustado. Devuelto compulsivamente a la tierra que le vio nacer, Iván se encuentra con que aquel claro del bosque está exactamente igual a como él lo había dejado cuando todavía era un niño. Pero estas vez no echó a correr. Esta vez Iván despierta a la bella con un beso… y se adentra en un mundo que se había desvanecido hacía mil…

Adina

Henry James

Habíamos estado hablando sobre Sam Scrope alrededor del fuego —conscientes, todos nosotros, de la norma de mortuis. Nuestro anfitrión, sin embargo, había permanecido en silencio, un poco para mi sorpresa, pues sabía que había sido particularmente cercano a nuestro amigo...

Sexus

Henry Miller

La vida del protagonista de Sexus da un vuelco a raíz del casual encuentro con una joven bailarina, con la que durante siete años mantendrá una tórrida y devastadora relación. Sólo Henry Miller podría convertir una anécdota como ésta en el arranque de una novela inmortal. La combinación de una prosa de inusitada fuerza poética, una sinceridad perturbadora y desprejuiciada, una lúcida y provocativa reflexión sobre el funcionamiento de la sociedad y un efervescente sentido del humor convirtieron Sexus en un libro de culto y a su autor en un renovador del arte narrativo a la altura de Proust, Joyce, Woolf o Faulkner, si bien sólo él tuvo que enfrentarse a una férrea censura debido a la crudeza y detalle con que describe las escenas sexuales. Una novela de alto voltaje que convirtió a Miller en maestro de la literatura del yo.

Cierra la última puerta

Truman Capote

—Escucha, Walter, que le caigas mal a todo el mundo, que todos se metan contigo no es algo arbitrario: tú mismo lo provocas...

Flapjack, los marcianos y yo

Fredric Brown

Quiere oír cómo Flapjack salvó al mundo de los marcianos, ¿eh? Muy bien, socio. Sucedió en las orillas del Mojave, justo al sur del Valle de la Muerte. Flapjack y yo estábamos…

Shakespeare nunca lo hizo

Charles Bukowski

A fines de los setenta, Charles Bukowski, santo patrón de los escritores bebedores, autor de algunas de las novelas y relatos más implacables y certeros sobre el gran sueño americano devenido pesadilla, aún no era demasiado conocido en su país. Pero en Europa, que en muchas ocasiones ha demostrado ser más sabia con respecto a los grandes autores americanos que su propia tierra, el gran Hank ya era un escritor de culto. Y en la primavera de 1978, invitado por sus editores europeos, emprende una gira que comenzará en París y transcurrirá entre ríos de alcohol, y amenizada por algunos escándalos. Bukowski, que viaja acompañado por Linda Lee, su joven novia, acude borracho al programa cultural totémico de la televisión francesa, «Apostrophe», lo sientan junto al psiquiatra que trató —o maltrató— a Artaud, y tras tocarle las piernas a otra invitada y decir algunas de sus terribles «boutades» —o verdades—, acabará insultando al presentador, Pivot, que se niega a dejarlo hablar, y abandonará el plato estrepitosamente indignado. Después, Niza, a…

El monstruo-dios de Mamurth

Edmond Hamilton

Salió del desierto, en medio de las tinieblas de la noche, viniendo hacia nosotros, tambaleándose dentro del círculo alumbrado por la fogata, donde cayó exánime al instante. Mitchel y yo nos pusimos rápidamente de pie y lanzamos sendas exclamaciones, ya que los individuos que viajan solos y a pie no son cosa corriente en los desiertos de África del Norte...

La máquina de follar

Charles Bukowski

Charles Bukowski se dio a conocer en España con sus «relatos de locura cotidiana», publicados en dos tomos: Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y La máquina de follar, que le valieron una inmediata popularidad. Su obra ha provocado, entre otros, los siguientes comentarios: «Un maestro de la sátira anarquista. Una leyenda viviente» (New York Review of Books). «Los más honestos, directos, iluminadores e importantes relatos publicados en este país en los últimos 20 años» (San Francisco Chronicle). «Un humor sardónico que a veces da la impresión de que W. C. Fields se haya reencarnado como escritor» (Rolling Stone Magazine). «Bukowski. Considerado por muchos como el mejor escritor americano. Y por otros posiblemente el peor. Yo estoy entre los primeros» (Jim Christy, Toronto Hobe). «Un profeta de nuestro tiempo» (The New York Times Book Review). «Ha dejado a Jack Kerouac muy lejos... Escribiendo se parece a Charlie Parker tocando jazz» (Die Welt). «Chirriantes exposiciones de un escéptico revolucionario... Es el cam­peón mundial de los escritores peso pesado» (Der Spiegel). «Corred enseguida a comprarlo,…

El ciego

Kate Chopin

Con una pequeña caja roja en una mano, un hombre caminaba lentamente por la calle. Su viejo sombrero de paja y su ropa descolorida daban la impresión de que la lluvia los había batido muchas veces, y las mismas veces el sol los había secado encima de él...

El artista de lo bello

Nathaniel Hawthorne

Un hombre viejo, con su hermosa hija al brazo, paseaba por la calle, y emergió de la penumbra del nublado atardecer a la luz que iluminaba el pavimento, procedente del escaparate de una pequeña tienda. Era un escaparate saledizo; y en su interior había colgados una gran variedad de relojes, baratos, de plata, y uno o dos de oro, todos con sus esferas vueltas de espaldas a la calle, como si se negaran groseramente a informar a los transeúntes de la hora que era...

El hombre que ríe

J. D. Salinger

En 1928, a los nueve años, yo formaba parte, con todo el espíritu de cuerpo posible, de una organización conocida como el Club de los Comanches. Todos los días de clase, a las tres de la tarde, nuestro Jefe nos recogía, a los veinticinco comanches, a la salida de la escuela número 165, en la calle 109, cerca de Amsterdam Avenue...

El bote a la deriva

Stephen Crane

Ninguno de ellos supo en ese momento el color del cielo. Sus ojos miraron hacia arriba pero fueron rápidamente desviados a las corrientes y olas que venían hacia ellos. Las olas tenían un matiz verduzco, salvo por la parte de encima, que era espuma blanca, y todos los hombres conocían el color del mar. El horizonte se cerraba y se expandía y en su orilla parecía que las olas se convertían en rocas...

“Cross Country” en la nieve

Ernest Hemingway

El funicular se detuvo después de recorrer otro trecho. No podía seguir más allá, ya que la nieve estaba amontonada sólidamente entre los rieles. El vendaval barría la superficie abierta de la montaña, dejando cierto espesor de nieve. Nick, que estaba encerando sus esquíes en el vagón de equipaje, puso las botas en las puntas de hierro y cerró fuertemente la abrazadera...

El cazador

E. L. Doctorow

La ciudad se levanta sobre terrazas abiertas en el monte, a lo largo del río, es una ciudad construida a la zaga de una fábrica, hecha toda ella de casas de tablas de chilla, y la fachada de sus edificios municipales es de piedra roja. Tiene una biblioteca pública que consta de una sola estancia, y que se llama el Liceo...

La bruja de abril

Ray Bradbury

En el aire, sobre los valles, bajo las estrellas, sobre un río, un estanque, un camino, volaba Cecy. Invisible como los nuevos vientos de la primavera, fragante como el aroma de los tréboles que se alzaba en los campos a la tarde, ella volaba...

El muñeco

Shirley Jackson

Era un restaurante respetable, bien decorado, con un buen chef y un grupo de artistas de variedades con aspiraciones. La gente que acudía al local se reía discretamente y cenaba a satisfacción, reconociendo la verdad del lema según el cual la cuenta siempre era un poco más de lo que ameritaba el restaurante, el espectáculo y la compañía...

La coqueta

Patricia Highsmith

Había una vez una coqueta que tenía un pretendiente del cual no podía librarse. Él se tomaba en serio sus promesas y declaraciones y no quería dejarla. Se creía hasta sus insinuaciones. Esto la irritaba, porque estorbaba sus buenas relaciones eventuales y los regalos, halagos, flores, cenas y demás que podría obtener de ellas...