Mister Not Guilty
Rodolfo Pérez Valero
El guardia pelirrojo esperó a que la doctora que certificaría la defunción llegara hasta la camilla con las correas. Luego cerró la puerta del cubículo y extrajo las llaves de su bolsillo. Ante él, el reo pareció desvanecerse y el guardia calvo a sus espaldas tuvo que sostenerlo.