Griselda
Amparo Dávila
La muchacha rubia se detuvo unos instantes, indecisa, frente a la puerta entornada, pero se decidió por fin a entrar. No dejó de extrañarle el total abandono del jardín, donde apenas se podía caminar por la maleza que todo lo invadía, hasta el sendero que llevaba hacia la casa, que se veía al fondo entre los altos árboles...
Apunte gótico
Inés Arredondo
Cuando abrí los ojos vi que tenía los suyos fijos en mí. Mansos. Continuó igual, sin moverlos, sin que cambiaran de expresión, a pesar de que me había despertado...
El mentiroso
Elena Garro
El camión Flecha Roja iba muy aprisa cruzando campos verdes. Cuando se detuvo junto a unos árboles le dije a mi mamá: «Voy a hacer de las aguas», y ella dijo: «Ve»...
2 de la tarde
Inés Arredondo
Esperaba el camión en la esquina de siempre. Mirando los edificios mugrientos, la gente desesperada que se golpea y se insulta, el acoso de los autos, se vio solo y el hambre que sentía se transformó en rabia...
La señorita Julia
Amparo Dávila
La señorita Julia, como la llamaban sus compañeros de oficina, llevaba más de un mes sin dormir, lo cual empezaba a dejarle huellas. Las mejillas habían perdido aquel tono rosado que Julia conservaba, a pesar de los años, como resultado de una vida sana, metódica y tranquila...
Alina
Iván Medina Castro
No me jodas, hombre, sé que todo este embrollo referente a la disposición nupcial es una total barbaridad, pero no puedo hacer más…
Escribir sobre el agua
Santiago de Arena
Al final, solo, en silencio, me doy cuenta que la noche que pasé esperando al alba transcurrió como si hubiera sido un simple parpadeo…
Falta de espíritu scout
Jorge Ibargüengoitia
Yo venía de una escuela de barbajanes, plagada de hijos de la mano izquierda, de generales de división, de libaneses recién llegados del Golfo y de judíos gigantescos, que venían huyendo de Hitler y que nos golpeaban cuando nos reíamos en filas, porque creían que nos burlábamos de ellos...
Alta cocina
Amparo Dávila
"Recuerdo la sombría cocina y la olla donde los cocinaban, preparada y curtida por un viejo cocinero francés; la cuchara de madera muy oscurecida por el uso y a la cocinera, gorda, despiadada, implacable ante el dolor..."
Cuento del canario, las pinzas y los tres muertos
Jorge Ibargüengoitia
"A pesar de estar a veinte metros de una calle muy transitada, durante muchos años mi casa estuvo rodeada de los terrenos selváticos que habían sido de la Compañía de Jesús y se habían convertido en basurero, excusado público, refugio de mendigos, casino de tahúres indigentes y lecho de parejas pobres o urgidas..."
Reloj sin dueño
José López Portillo y Rojas
"Tan pronto como Zendejas se vio en la alcoba, cerró la puerta y la ventana para evitar que la luz y el ruido le molestasen; despojose del jaquet y del chaleco, puso el reloj sobre la mesa de noche para consultarle de tiempo en tiempo y no dormir demasiado..."
El entierro
Amparo Dávila
"Todo había empezado de una manera tan sencilla que no le dio importancia. Aquel dolorcillo tan persistente en el brazo derecho, lo había atribuido a una simple reuma ocasionada por la constante humedad del ambiente, a la vida sedentaria, tal vez abusos en la bebida…"
El rinoceronte
Juan José Arreola
"Joshua McBride se ha casado de nuevo, pero esta vez se equivocó en la elección. Buscando otra Elinor, fue a dar con la horma de su zapato. Pamela es romántica y dulce, pero sabe el secreto que ayuda a vencer a los rinocerontes..."
El Duende
Elena Garro
"Eva la había engañado. «Estoy envenenada», se repitió mirando a su hermana, que ignorante de su suerte seguía jugando con el agua. La presencia de su muerte próxima la asombró. Pronto empezaría a caer cabeza abajo por los siglos de los siglos. ¿Quién iba a darle la mano?..."
Conversaciones con Bloomsbury
Jorge Ibargüengoitia
"Esto fue hace un año. A Bloomsbury lo conocí hace casi tres años y ya empezaba a ser sospechoso. Hace un mes recibí carta suya que terminaba con “¡No soy agente de la CIA”, frase que, como ya hemos visto, es típica de los agentes de la CIA. Así que el problema es viejo y no ha sido resuelto..."
El robo de Tiztla
Elena Garro
"El jefe de la policía pareció desconcertado. Insistió en mirar con ojos vidriosos a Fili y ésta agachó la cabeza, entornó los párpados y se acomodó las trenzas sobre el pecho. El hombre miró a su derredor e hizo una especie de mueca, que quiso ser sonrisa, a la señora y a sus hijas, que escuchaban el interrogatorio con aire distraído, como si no les interesara lo más mínimo. Ahora era el turno de Carmen, la cocinera."
El rey negro
Juan José Arreola
"Desde el principio jugué mal esta partida: debilidades en la apertura, cambio apresurado de piezas con clara desventaja… Después entregué la calidad para obtener un peón pasado: el de la dama. Después…"
Mariana
Inés Arredondo
"Entonces don Manuel le pegó. Le pegó en la cara como tres veces. Estaba tan furioso que todos sentimos miedo, pero Mariana no. Se quedó quieta, mirándolo. Le escurría sangre de la boca, pero no lloraba ni decía nada. Don Manuel la sacudió por los hombros, pero ella seguía igual, mirándolo."
En verdad os digo
Juan José Arreola
"La única dificultad seria en que tropieza el profesor Niklaus es la carencia de una planta atómica propia. Tales instalaciones, extensas como ciudades, son increíblemente caras. Pero un comité especial se ocupa ya en solventar el problema económico mediante una colecta universal."
El día que fuimos perros
Elena Garro
"Y saltó a mi cama para mirarme de cerca. El pelo rubio le cubría la frente. De mi cama salió al suelo, se puso un dedo en los labios y penetró con cautela por el día que avanzaba paralelo al otro. Yo la seguí. Nadie. El día estaba solo y era tan temible como el otro. Los árboles quietos, el cielo redondo, verde como una pradera tierna, sin nadie también, sin un caballo, sin un jinete, abandonado."