El Faro de las Sanguinarias
Alphonse Daudet
Aquella noche no pude dormir. El mistral estaba iracundo, y el estrépito de sus grandes silbidos me tuvieron despierto hasta el amanecer. El molino entero crujía, balanceando pesadamente sus aspas mutiladas, que resonaban con el cierzo como el aparejo de un buque...
El doble error
Prosper Mérimée
Julia de Chaverny estaba casada desde hacía unos seis años, y desde alrededor de los cinco y medio había reconocido no solo la imposibilidad de amar a su marido, sino incluso la dificultad de sentir por él alguna estima. Ese marido no era en absoluto un mal hombre, no era ni bruto ni tonto...
Los fuegos fatuos
George Sand
Los flambeaux, flambettes o flamboires, también llamados fuegos fatuos, son esos meteoros azulados que todo el mundo ha encontrado por la noche o ha visto danzar sobre la superficie inmóvil de las aguas pantanosas...
Agudeza gascona
Marqués de Sade
Un oficial gascón había recibido de Luis XIV una gratificación de ciento cincuenta doblones y, recibo en mano, entra sin hacerse anunciar en casa del señor Colbert, que estaba sentado a la mesa con varios caballeros...
Las señoritas
George Sand
Les demoiselles o señoritas del Berry nos parecen primas de las milloraines normandas que el autor de La Normandie merveilleuse describe como seres de estatura gigantesca. Se mantienen inmóviles y su forma, poco definida, no permite reconocer ni sus miembros ni su rostro...
Los hombros de la marquesa
Émile Zola
La marquesa duerme en su gran lecho, bajo el ancho dosel de satén amarillo. A las doce, al escuchar el sonido claro del reloj de pared, se decide a abrir los ojos. La habitación está tibia. Las alfombras, las colgaduras de puertas y ventanas la convierten en un nido mullido donde el frío no penetra...
El espejo
Alphonse Daudet
Al Norte, a orillas del Nieman, ha llegado una pequeña criolla de quince años, blanca y rosa como una flor de almendro. Viene del país de los colibríes, la trae el viento del amor…
La Bella Durmiente del bosque
Charles Perrault
Había una vez un rey y una reina que estaban tan afligidos por no tener hijos, tan afligidos que no hay palabras para expresarlo. Fueron a todas las aguas termales del mundo; votos, peregrinaciones, pequeñas devociones, todo se ensayó sin resultado...
El verdugo
Honoré de Balzac
El campanario del pueblecito de Menda acababa de dar las doce. En aquel momento de la noche, un joven oficial francés, apoyado en el parapeto de una larga terraza que rodeaba los jardines del castillo de Menda, parecía abismado en una contemplación más profunda de lo que la despreocupación de la vida militar suele traer consigo...
El Cristo del océano
Anatole France
Aquel año, muchos de los habitantes de Saint-Valery que habían salido a pescar, murieron ahogados en el mar. Se hallaron sus cuerpos arrojados por las olas a la playa junto a los despojos de sus barcas y, durante nueve días...
El elixir del padre Gaucher
Alphonse Daudet
Beba usted esto, beba usted ésto, mi querido vecino; verá usted lo que es bueno. Y, gota a gota, con la minuciosidad de un lapidario que contase perlas, el cura de Graveson escanció en mi copa obra de dos dedos de un licor verde, dorado, tibio, reluciente, exquisito…
Croisilles
Alfred de Musset
En los comienzos del reinado de Luis XV, un joven llamado Croisilles, hijo de un orfebre, volvía de París al Havre, su pueblo natal. Encargado por su padre de realizar cierto asunto en la corte, y habiéndolo desempeñado satisfactoriamente...
La maja
Anaïs Nin
El pintor Novalis acababa de casarse con María, una española de la que se enamoró porque le recordaba su cuadro favorito, la Maja desnuda de Goya...
El concierto de la octava
Alphonse Daudet
Todos los batallones del barrio del Marais y del arrabal Saint-Antoine acampaban aquella noche en el campamento de barracones de la avenida Daumesnil. Desde hacía tres días el ejército de Ducrot combatía en las colinas de Champigny; y a nosotros nos hacían creer que constituíamos la reserva...
Las fresas
Émile Zola
Una mañana de junio, al abrir la ventana, recibí en el rostro un soplo de aire fresco. Durante la noche hubo una fuerte tormenta. El cielo parecía como nuevo, de un azul tierno, lavado por el chaparrón hasta en sus más pequeños rincones...
Narración del estudiante
Jean Lorrain
En el hotel barato en que vivía entonces en el Faubourg-Saint-Honoré, había terminado por observar a una cliente de aspecto bastante sospechoso. Yo no era entonces más que un pobre estudiante de derecho, poco preocupado por la exterioridad de las cosas...
Dos amigos
Jean de La Fontaine
En el mundo en que vivimos la verdadera amistad no es frecuente. Muchas personas egoístas olvidan que la felicidad está en el amor desinteresado que brindamos a los demás. Esta historia se refiere a dos amigos verdaderos...
El Buen Dios de Chemillé, que no está a favor ni en contra
Alphonse Daudet
El párroco de Chemillé iba a llevar al Buen Dios a un enfermo. Realmente, daba pena pensar que alguien pudiera morirse en un día tan hermoso de verano, en pleno Ángelus de mediodía...
La muerte de Olivier Becaille
Émile Zola
Fue un sábado, a las seis de la mañana cuando morí tras tres días de enfermedad. Mi pobre esposa miraba desde hacía un instante en el baúl, donde buscaba ropa. Cuando se incorporó y me vio rígido, con los ojos abiertos y sin aliento, acudió corriendo creyendo que se trataba de un desmayo, tocándome las manos, inclinándose sobre mi rostro...
Alain el Gentil: Soldado
Marcel Schwob
Sirvió al rey Carlos VII desde la edad de doce años, como arquero, después de que gente de guerra se lo llevara consigo del llano país de Normandía. Y se lo llevaron de esta manera...