Cuentos españoles

La caja de música

Pío Baroja

-Pues verá usted. Hace diez años vivía yo en una buhardilla de la calle de Vaugirard, enfrente del jardín del Luxemburgo. La casa, por fuera, era elegante. Tenía un patio palaciego; hasta el segundo piso, una escalera muy ornamental, y del segundo al tercero, una escalerilla de madera apolillada y estrecha...

Ángelus

Pío Baroja

Los trece hombres, serios e impasibles, hablaban poco; la mujer, vieja, hacía media con gruesas agujas y un ovillo de lana azul. El patrón, grave y triste, con la boina calada hasta los ojos, la mano derecha en el remo que hacía de timón, miraba impasible al mar...

El amante liberal

Miguel de Cervantes Saavedra

-Si así como has acertado, ¡oh amigo Mahamut! -que así se llamaba el turco-, en lo que de mi desdicha imaginas, acertaras en su remedio, tuviera por bien perdida mi libertad, y no trocara mi desgracia con la mayor ventura que imaginarse pudiera...

Olor a cebolla

Camilo José Cela

-No quiero un vaso de leche. Quisiera morirme, nada más que morirme muy de prisa, cada vez huele más a cebolla. -No digas tonterías. -¡Digo lo que me da la gana! ¡Huele a cebolla!...

El monte de las ánimas

Gustavo Adolfo Bécquer

-Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron...

Nochebuena aristocrática

Jacinto Benavente

-¡Qué ocurrencia la de mi mujer! ¡Me aburren estas fiestas de familia! Tener que estar aquí toda la noche, sentado entre mi tía, la venerable condesa de Encinar del Valle, y Josefina Montero, prima carnal, es decir, prima ósea de mi mujer. ¡Porque cuidado si está delgada! En cambio, mi tía…

¡Adiós, Cordera!

Leopoldo Alas (Clarín)

La Cordera, mucho más formal que sus compañeros, verdad es que, relativamente, de edad también mucho más madura, se abstenía de toda comunicación con el mundo civilizado. y miraba de lejos el palo del telégrafo como lo que era para ella, efectivamente, como cosa muerta, inútil, que no le servía siquiera para rascarse...

Un marido sin vocación

Enrique Jardiel Poncela

Nota: Narración escrita por el autor sin utilizar la letra "e". Un otoño -muchos años atrás-, cuando más olían las rosas y mayor sombra daban las acacias, un microbio muy conocido atacó, rudo y voraz, a Ramón Camomila: la furia matrimonial...

Corazón sin fichas

Eduardo Caballero

Una cara feliz significa que te sientes bien, una cara triste significa que no. Así nos comunicaremos, podremos entendernos. El sol significa que hace buen día; la nube gris, que no hace buen tiempo

El Príncipe Azul que dio Calabazas a la princesa que creía en cuentos de hadas (fragmento)

Rosetta Forner

Sobre este libro dice Marcos de Quinto en el prólogo: Rosetta Forner no nos habla desde la cátedra, sino desde el taburete de al lado, compartiendo unas Coca-Colas en la barra de un bar cualquiera…