Cuentos españoles

A bordo

Rafael Barrett

Remontando el Alto Paraná. Una noche cálida, perfecta, como si durante la inmovilidad del crepúsculo se hubiesen decantado, evaporado, sublimado, todas las impurezas cósmicas; un cielo bruñido, de un azul a la vez metálico y transparente, poblado de pálidas gemas, surcado de largas estelas de fósforo. Al ras del horizonte, el arco lunar esparcía su claridad de ultratumba...

Mari Belcha

Pío Baroja

Cuando te quedas sola a la puerta del negro caserío con tu hermanillo en brazos, ¿en que piensas, Mari Belcha, al mirar los montes lejanos y el cielo pálido?...
Atardecer

Nadadora sumergida

Federico García Lorca

Yo he amado a dos mujeres que no me querían, y sin embargo no quise degollar a mi perro favorito. ¿No os parece, condesa, mi actitud una de las más puras que se pueden adoptar?...
Gallina. Foto por Christin Hume en Unsplash

La gallina

Federico García Lorca

Había una gallina que era idiota. He dicho idiota. Pero era más idiota todavía. Le picaba un mosquito y salía corriendo. Le picaba una avispa y salía corriendo. Le picaba un murciélago y salía corriendo...

En la ciudad de las grandes pruebas

Rosa Chacel

No diré el nombre ni la situación geográfica de la ciudad donde viví esta aventura: diré solamente que había ido a ella por amor...
Luz iglesia

El miserere

Gustavo Adolfo Bécquer

Hace algunos meses que visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones dos o tres cuadernos de música bastante antiguos, cubiertos de polvo y hasta comenzados a roer por los ratones...
Libros. Foto por Joanna Kosinska en Unsplash

Cuento inmoral

Jacinto Benavente

¡Qué compromiso! Hay días en que uno se siente capaz de las mayores audacias, y nada le parece imposible. Y es que yo soy así; hay dos palabras que me sublevan, me encienden la sangre y me obligan a sentirme capaz de todo : la palabra difícil y la palabra imposible...
Los casos del inspector Covarruvias

La minga teletransportada

Álvaro Valderas

Publicado en Los casos del inspector Covarruvias, Barcelona: Ediciones del Serbal, 2019…
Poon Hill

La sima

Pío Baroja

El paraje era severo, de adusta severidad. En el término del horizonte, bajo el cielo inflamado por nubes rojas, fundidas por los últimos rayos del sol, se extendía la cadena de montañas de la sierra, como una muralla azuladoplomiza, coronada en la cumbre por ingentes pedruscos y veteada más abajo por blancas estrías de nieve...
Loro

El loro antillano

Ignacio Aldecoa

Doña Frasquita acababa de cumplir los sesenta y dos. Era pomposa, rubiales, dada a las novelas radiofónicas y tenía un corazón caritativo y tiernucho. Se pintaba llamativamente, asistía a los estrenos de teatro para aplaudir como una loca, y conservaba las buenas maneras en la mesa y en el juego del julepe con sus amigas...
Fiji. Foto por Alec Douglas en Unsplash

Los vecinos del principal derecha

Enrique Jardiel Poncela

Al llegar a mi patria, de regreso de la Argentina, hice lo que suele hacer todo el que se encuentra en mi caso: me instalé en un hotel y me dediqué a buscar un piso desalquilado...
El degüello de los inocentes, según un manuscrito del siglo X

Degollación de los inocentes

Federico García Lorca

Tris tras. Zig zag, rig rag, milg malg. La piel era tan tierna que salía íntegra. Niños y nueces recién cuajados...
Congreso de los diputados, foto por Luis García

La vida por la opinión

Francisco Ayala

Esto no son cuentos. Ocurre que, por su carácter vehemente, o quizá por falta de experiencia cívica, los españoles han propendido siempre a tomar la política demasiado a pechos. La última guerra civil los dejó deshechos, orgullosísimos, y con la incómoda sensación de haber sufrido una burla sangrienta...

El otro hombre

Miguel Delibes

Si nevaba en la ciudad, se originaba, en cada esquina, un próximo riesgo de romperse la crisma. La nieve caída y pisoteada se endurecía con la helada nocturna y las calles se transformaban en unas pistas relucientes y vítreas, más apropiadas para patinar que para transitar por ellas. Para los chicos, el acontecimiento era tan tentador que bastaba, incluso, para justificar sus ausencias de la escuela...
El regreso - Rafael Dieste

El regreso

Rafael Dieste

Sentada al amor de la lumbre, donde un pequeño fuego todavía se esfuerza en hacerle compañía, la vieja Resenda tiene fijo el pensamiento en lejanos recuerdos, y puede que en algún presagio que esa noche le espantó el sueño. A veces se mueve un poco, escucha, y en seguida retorna a su embeleso…
El fantasma de Treviño - Ignacio Aldecoa

El fantasma de Treviño

Ignacio Aldecoa

Treviño limita: al Norte, con el asfalto, la erre y la zeta; al Sur, con el verano, los tiros sueltos de las escopetas y las canciones obscenas; al Este, con el rumor azul de las esquilas y un sol taladrado de cuervos; al Oeste, con la primera manzana amarga y el primer sapito de San Juan...
Estatua. Foto por Andrew Kondrakov en Unsplash

Benedictino

Leopoldo Alas (Clarín)

Don Abel tenía cincuenta años, don Joaquín otros cincuenta, pero muy otros: no se parecían a los de don Abel, y eso que eran aquellos dos buenos mozos del año sesenta, inseparables amigos desde la juventud, alegre o insípida, según se trate de don Joaquín o de don Abel...
Love. Foto por Michael Fenton en Unsplash

El amor tomado del natural

Enrique Jardiel Poncela

La mesa de al lado estaba vacía. Pero estuvo vacía poco tiempo. Porque una mujer joven y elegante entró en el café, miró a su alrededor, dio unos pasos, vaciló, se detuvo, dudó y, por fin, vino a sentarse a la mesa de al lado. La dama se ceñía con un abrigo negro, y llevaba debajo del abrigo dieciocho gramos de vestido verde...
Don Juan desenvainando la espada en Don Giovanni de Mozart

El don Juan

Benito Pérez Galdós

«Esta no se me escapa: no se me escapa, aunque se opongan a mi triunfo todas las potencias infernales», dije yo siguiéndola a algunos pasos de distancia, sin apartar de ella los ojos, sin cuidarme de su acompañante, sin pensar en los peligros que aquella aventura ofrecía...
Joseph Turner

El niño suicida

Rafael Dieste

Cuando el tabernero acabó de leer aquella noticia inquietante -un niño se había suicidado pegándose un tiro en la sien derecha- habló el vagabundo desconocido que acababa de comer muy pobremente en un rincón de la tasca marinera, y dijo:..