Cuentos de Truman Capote

Niños en sus cumpleaños

Truman Capote

Ayer por la tarde, el autobús de las seis atropello a Miss Bobbit. No sé muy bien qué decir al respecto; a fin de cuentas, ella solo tenía diez años y sin embargo los de este pueblo no la olvidaremos. Y es que nunca hizo algo común y corriente, al menos no desde la primera vez que la vimos, y eso fue hace un año...

Miriam

Truman Capote

Desde hacía varios años la señora H. T. Miller vivía sola en un agradable apartamento (dos habitaciones y una cocina pequeña) de un viejo edificio de piedra recién rehabilitado, cerca del río Este...

Mi versión del asunto

Truman Capote

Sé lo que se dice de mí y es cosa suya si se ponen de mi parte o de la de ellos. Es mi palabra contra la de Eunice y la de Olivia-Ann. Cualquiera que tenga ojos para ver se da cuenta enseguida de quién es el que está en sus cabales...

En la antesala del paraíso

Truman Capote

"Dios, qué alivio saber que la lengua de la mujer estaba por fin callada. Pero este pensamiento, apaciguador como era, y aunque respaldado por visiones de su nuevo y silencioso apartamento de soltero, no reanimó la súbitamente sofocada sensación de inmortalidad, de alegría por estar vivo que el día había encendido más temprano..."

El halcón decapitado

Truman Capote

"Se llevó un Old Gold a los labios, buscó una cerilla y suspiró al no encontrarla. La muchacha salió del umbral. Le tendió un encendedor pequeño y barato. Mientras la llama palpitaba, sus ojos, pálidos, apagados, de un verde gatuno, se clavaron en él con alarmante intensidad"
Pared de ladrillos

Las paredes están frías

Truman Capote

-…así que Grant les ha dicho que vinieran a una fiesta fantástica y, bueno, ha sido así de fácil. La verdad, creo que ha sido una genialidad recogerlos, solo Dios sabe que podrían resucitarnos de la tumba...
Child holding pocket money change. Foto por Annie Spratt en Unsplash

La jarra de plata

Truman Capote

Saliendo del colegio me iba a trabajar a la farmacia Valhalla. El dueño era mi tío, el señor Ed Marshall. Lo llamaba «Señor Marshall» porque todo el mundo, incluida su esposa, lo llamaba así. Con todo, era un hombre simpático...
Hombre sosteniendo libros. Foto Clem Onojeghuo en Unsplash

La ganga

Truman Capote

Varias cosas de su marido irritaban a la señora Chase. Por ejemplo, su voz: siempre sonaba como si estuviera apostando en un juego de póquer. Escuchar su pronunciación lenta e indiferente la exasperaba, sobre todo ahora que, hablando con él por teléfono, ella estaba tan exaltada...