Griselda
Amparo Dávila
La muchacha rubia se detuvo unos instantes, indecisa, frente a la puerta entornada, pero se decidió por fin a entrar. No dejó de extrañarle el total abandono del jardín, donde apenas se podía caminar por la maleza que todo lo invadía, hasta el sendero que llevaba hacia la casa, que se veía al fondo entre los altos árboles...
Transición
Algernon Blackwood
John Mudbury regresaba de sus compras con los brazos llenos de regalos navideños. Eran las siete pasadas y las calles estaban atestadas de gente. Era un hombre corriente, vivía en un piso corriente de las afueras, con una mujer corriente y unos hijos corrientes...
La piedra negra
Robert E. Howard
La primera vez que leí algo al respecto fue en el extraño libro de Von Junzt, el excéntrico alemán que vivió de forma tan peculiar y murió de manera tan atroz y misteriosa. Tuve la fortuna de acceder a sus Cultos Sin Nombre en la edición original, el llamado Libro Negro...
El cardenal Napellus
Gustav Meyrink
Aparte de su nombre, Hieronymus Radspieller, solo sabíamos de él que vivía año tras año en el castillo semiderruido cuyo propietario, un vasco canoso y siempre malhumorado -ex sirviente y luego heredero de un antiguo y noble linaje que se fue perdiendo en la soledad y la tristeza...
La señorita Julia
Amparo Dávila
La señorita Julia, como la llamaban sus compañeros de oficina, llevaba más de un mes sin dormir, lo cual empezaba a dejarle huellas. Las mejillas habían perdido aquel tono rosado que Julia conservaba, a pesar de los años, como resultado de una vida sana, metódica y tranquila...
La transformación
Mary W. Shelley
He oído decir que cuando alguna aventura extraña, sobrenatural y de carácter necromántico le ha sucedido a algún ser humano, dicho ser, no importa el deseo que tenga de ocultarlo, en ciertos periodos se siente destrozado como por un terremoto intelectual y se ve forzado a desnudar sus profundidades interiores a otra persona...
Los dioses de Bal-Sagoth
Robert E. Howard
El relámpago deslumbró los ojos de Turlogh O’Brien y sus pies resbalaron sobre un charco de sangre mientras se dirigía tambaleante hacia la oscilante cubierta. El entrechocar del acero rivalizaba con el estruendo del trueno, y los gritos de muerte atravesaban el rugido de las olas y el viento...
Monte Veritá
Daphne du Maurier
"Después me dijeron que no habían encontrado nada. Ni el menor rastro de nadie, ni vivo ni muerto. Enloquecidos por la ira, y yo creo que por el miedo, habían conseguido irrumpir por fin entre aquellos muros prohibidos..."
Los hijos de la noche
Robert E. Howard
"Recuerdo que éramos seis los que estábamos en el extravagantemente decorado estudio de Conrad, con sus raras reliquias de todo el mundo y sus largas hileras de libros que abarcaban desde la edición de Mandrake Press de Boccaccio hasta un Missale Romanum, encuadernado con broches de madera de roble e impreso en Venecia, en 1740..."
Alta cocina
Amparo Dávila
"Recuerdo la sombría cocina y la olla donde los cocinaban, preparada y curtida por un viejo cocinero francés; la cuchara de madera muy oscurecida por el uso y a la cocinera, gorda, despiadada, implacable ante el dolor..."
El orco
George Sand
"Y cogiendo la mano del joven le llevó hacia la iglesia. Cuando éste sintió la mano fría de la desconocida estrechar la suya y la vio dirigirse con él hacia la oquedad sombría del pórtico, se acordó involuntariamente de las siniestras historias que había oído contar y, de pronto, transido de terror, se detuvo. La máscara se volvió y, fijando sobre el rostro sin color de su compañero una mirada escrutadora, le dijo:.."
El pie de la momia
Théophile Gautier
"El viejo gnomo, husmeando entre sus antiguallas, me mostró bronces antiguos o supuestamente tales, trozos de malaquita, pequeños ídolos hindúes o chinos, especie de siempretiesos de jade, encarnación de Brahma o de Visnú, maravillosamente apropiados para el uso, bastante poco divino, de sujetar periódicos y cartas..."
El entierro
Amparo Dávila
"Todo había empezado de una manera tan sencilla que no le dio importancia. Aquel dolorcillo tan persistente en el brazo derecho, lo había atribuido a una simple reuma ocasionada por la constante humedad del ambiente, a la vida sedentaria, tal vez abusos en la bebida…"
Los Jíbaros
M. J. Chávez
Relato de ciencia ficción perteneciente al libro ganador del Premio de la AHS en el concurso Regino E. Boti de Guantánamo en la Jornada de Artes Plásticas y Literatura…
La voz de El-Lil
Robert E. Howard
"Nos ataron a Conrad y a mí de pies y manos y dieron muerte a Selim allí mismo: le abrieron la garganta como si fuera un cerdo mientras daba patadas y aullaba. Una visión espantosa; Conrad casi se desmayó y yo me atrevo a decir que empalidecí un poco..."
La fría mano del misterio
Wenceslao Fernández Flórez
"Y Osvina me lo había dicho todo. Habían evocado una vez el espíritu de su primer novio, aquel que murió una noche de tempestad, en las aguas alborotadas de la ría, cuando se obstinó en cruzar él solo de margen a margen para ver a la amada. Los marineros no quisieron partir y marchó él en la dorna, jurando por Dios que habría de llegar junto a Osvina. Murió.."
Los pájaros
Daphne du Maurier
"Blancos y negros, gaviotas y chovas, mezcladas en extraña camaradería, buscando alguna especie de liberación, nunca satisfechas, nunca inmóviles. Bandadas de estorninos, susurrantes como piezas de seda, volaban hacia los frescos pastos, impulsados por idéntica necesidad de movimiento, y los pájaros más pequeños, los pinzones y las alondras, se dispersaban sobre los árboles y los setos."
El pequeño fotógrafo
Daphne du Maurier
"Luego bajó la voz y se calló estúpidamente, pues el rostro que la miraba desde la abierta ventana era tan inesperado y tan dulce que podía haber sido el de un santo bajado de las vidrieras de una catedral. Aquel rostro aparecía enmarcado en una masa de negros y rizados cabellos. Tenía la nariz recta y fina, la boca firmemente moldeada, y los ojos, oscuros, solemnes y tiernos, eran como los de una gacela."
La serpiente del sueño
Robert E. Howard
"Faming se inclinaba hacia delante, agarrándose a los brazos de la silla, la cara extraña y pálida bajo la luz espectral; un fino hilo de sangre goteaba del labio en el que había clavado sus dientes. Asombrados, le miramos, y de pronto se agitó con una risa breve semejante a un bufido."
El anciano
Daphne du Maurier
"Era un gran tipo, ancho y fuerte. Ha envejecido después, naturalmente —estoy hablando de hace varios años—, pero incluso ahora se le nota lo que debe de haber sido. Da sensación de fuerza, de energía, y lleva siempre erguida la cabeza, como un rey. Y esto es algo más que una simple frase."