Cuentos de Realismo Mágico

La otra costilla de la muerte

Gabriel García Márquez

"En efecto, le disgustaba aquel sueño, pero no podía explicarse por qué le alteraba la circulación si las veces anteriores, cuando las pesadillas eran horripilantes, había logrado mantener la serenidad. Sintió las manos frías."

Tubal-Caín forja una estrella

Gabriel García Márquez

"Porque el miedo se había detenido como una orilla de metal en sus vértebras, podía saber ahora que iba a sucumbir. Un calofrío que nació en sus uñas comenzó a subir livianamente, como un vaho de éter por sus pantorrillas, por sus muslos —¡sus muslos!—, dejando en su rumbo vertical una temblorosa región que más tarde sus pies, sus piernas, no eran ya, los iba convirtiendo en cemento."

El hombre que parecía un caballo

Rafael Arévalo Martínez

"¡Oh, las cosas que vi en aquel pozo! Ese pozo fue para mí el pozo mismo del misterio. Asomarse a un alma humana, tan abierta como un pozo, que es un ojo de la sierra, es lo mismo que asomarse a Dios. Nunca podemos ver el fondo. Pero nos saturamos de la humedad del agua, el gran vehículo del amor; y nos deslumbramos de luz reflejada."

El día que fuimos perros

Elena Garro

"Y saltó a mi cama para mirarme de cerca. El pelo rubio le cubría la frente. De mi cama salió al suelo, se puso un dedo en los labios y penetró con cautela por el día que avanzaba paralelo al otro. Yo la seguí. Nadie. El día estaba solo y era tan temible como el otro. Los árboles quietos, el cielo redondo, verde como una pradera tierna, sin nadie también, sin un caballo, sin un jinete, abandonado."

Eva está dentro de su gato

Gabriel García Márquez

"Maldijo a sus antepasados. Ellos tenían la culpa de su vigilia. Ellos, que habían transmitido esa belleza invariable, exacta, como si después de muertas las madres sacudieran y renovaran las cabezas para injertarlas en los troncos de las hijas."

Crepúsculo (1644)

Manuel Mujica Lainez

"Y las indias… En su estancia de San Bartolomé había una india más delicada, más sutil que las blancas. Millares de vacunos pueblan hoy esa heredad cordobesa de San Bartolomé. ¿Para qué los quiere, si todo se reduce a hacerse aire con el abanico de su mujer y a soñar?"

La semana de colores

Elena Garro

"No era verdad. Había días mejores para morir. El martes era delgadito y transparente. Si morían en martes, verían a través de sus paredes de papel de china los otros días, los de adelante y los de atrás. Si morían en jueves, se quedarían en un disco dorado dando vueltas como en los «caballitos» y verían desde lejos a todos los días."

Parturient montes

Juan José Arreola

Entre amigos y enemigos se difundió la noticia de que yo sabía una nueva versión del parto de los montes. En todas partes me han pedido que la refiriera, dando muestras de una expectación que rebasa con mucho el interés de semejante historia...

La tercera resignación

Gabriel García Márquez

Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él...

La sierva del padre

Carlos Fuentes

Este pueblo es irrespirable. Uno diría que a la altura de más de tres mil metros el aire sería el más puro. No es así y uno lo entiende. El volcán es un sacerdote de cabeza blanca y túnica negra. Vomita lo mismo que come: soledad cenicienta. La proximidad del cielo lo oprime a uno aquí en la tierra...

El espejo de Lida Sal

Miguel Ángel Asturias

Los ríos van quedando sin resuello al decaer el invierno. Al blando resbalar de las corrientes sustituye el silencio seco, el silencio de la sed, el silencio de las sequías, el silencio de láminas de agua inmovilizada entre los islotes de arena, el silencio de los árboles que el calor y el viento tostado del verano caliente hacen sudar hojas, el silencio de los campos donde los labriegos dormitan desnudos y sin sueño...

Antes de la Guerra de Troya

Elena Garro

Antes de la Guerra de Troya los días se tocaban con la punta de los dedos y yo los caminaba con facilidad. El cielo era tangible. Nada escapaba de mi mano y yo formaba parte de este mundo. Eva y yo éramos una...

Como la vida misma

Rosa Montero

Las nueve menos cuarto de la mañana. Semáforo en rojo, un rojo inconfundible. Las nueve menos trece, hoy no llego. ¡Embotellamiento de tráfico! Doscientos mil coches junto al tuyo. Tienes la mandíbula tan tensa que entre los dientes aún está el sabor del café del desayuno...

La noche buena

Tomás Rivera

La noche buena se aproxima y la radio igualmente que la bocina de la camioneta que anunciaba las películas del Teatro Ideal parecían empujarla con canción, negocio y bendición. Faltaban tres días para la noche buena cuando doña María se decidió comprarles algo a sus niños...

… y no se lo tragó la tierra

Tomás Rivera

La primera vez que sintió odio y coraje fue cuando vio llorar a su mamá por su tío y su tía. A los dos les había dado la tuberculosis y a los dos los habían mandado a distintos sanatorios. Luego entre los otros hermanos y hermanas se habían repartido los niños y los habían cuidado a como había dado lugar...

Dos palabras

Isabel Allende

Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con él. Su oficio era vender palabras...

El sur

Jorge Luis Borges

El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino...

Debo olvidar…

Elena Garro

Debo olvidar que encontré estas páginas escondidas entre las tablas sueltas del armario… después de todo la habitación es enorme y en los días que corren es un lujo gozar de espacio. No me molesta la suciedad de los muros, ni las duelas rotas. Tampoco me importan las manchas de humedad que hay en el techo, ni el agua de la lluvia que se cuela a raudales...

Ladrón de sábado

Gabriel García Márquez

Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años...
Caballo blanco. Foto por Jeison Higuita en Unsplash

Mi caballo mago

Sabine Ulibarrí

Era blanco. Blanco como el olvido. Era libre. Libre como la alegría. Era la ilusión, la libertad y la emoción. Poblaba y dominaba las serranías y las llanuras de las cercanías. Era un caballo blanco que llenó mi juventud de fantasía y poesía...