Cuentos de Realismo Mágico

Juanantes el encadenado

Miguel Ángel Asturias

No le enrostró nada (conversación con ojos, con manos), la Cardenala Cifuentes. No eran palabras. Las suyas no eran palabras. No atinaba a responder nada. Eran sonidos articulados a su angustia, al frío de su espinazo, a la carne de gallina que por momentos lo convertía en una regadera de poros gordos...

El terremoto en Chile

Heinrich von Kleist

En Santiago, la más importante ciudad del Reino de Chile, justamente cuando se producía el gran terremoto del año de 1647, en el que tantos seres perecieron, estaba atado a una pilastra de la prisión el español Jerónimo Rugera, acusado de un hecho criminal, a punto de ser ejecutado...

Como me han dicho que vas a vivir en la Florida

Álvaro Cepeda Samudio

Como me han dicho que vas a vivir en la Florida quiero que sepas que he descubierto dónde nacen los huracanes. Esta no es una teoría descabellada como la enunciada por el Senador Fuenmayor sobre el hundimiento de la Atlántida...

El arzobispo de Samos (1694)

Manuel Mujica Lainez

El arzobispo de Samos camina a grandes trancos por la celda del convento de santo Domingo que le sirve de prisión. Walter ha escapado llevándose lo único que al griego le quedaba: su grueso anillo de oro cuya esmeralda ostenta labrado el mochuelo grato a Minerva...

El mentiroso

Elena Garro

El camión Flecha Roja iba muy aprisa cruzando campos verdes. Cuando se detuvo junto a unos árboles le dije a mi mamá: «Voy a hacer de las aguas», y ella dijo: «Ve»...

La balanza de los Balek

Heinrich Böll

En la tierra de mi abuelo, la mayor parte de la gente vivía de trabajar en las agramaderas. Desde hacía cinco generaciones, pacientes y alegres generaciones que comían queso de cabra, papas y, de cuando en cuando, algún conejo...

La última niebla

María Luisa Bombal

No me sabía tan blanca y tan hermosa. El agua alarga mis formas, que toman proporciones irreales. Nunca me atreví antes a mirar mis senos; ahora los miro. Pequeños y redondos, parecen diminutas corolas suspendidas sobre el agua...

Alba entre las ramas desnudas

Italo Calvino

"Volvió a su casa, se metió entre las sábanas, muy despacio, junto a su mujer que hubiera seguido roncando aunque se acostara un caballo. Pero no conseguía conciliar el sueño: ¿qué sucedería si no se despertaba al alba y su mujer lo encontraba en la cama?..."

La vaca adúltera

Wenceslao Fernández Flórez

"Más de una vez en mis viajes por Holanda, después de ver cómo avanzaban los dos brazos del dique que había de cerrar el Zuiderzée, condenado a desecación, o cómo crecían las ingentes paredes de una nueva esclusa, o cómo rodaban los quesos desde las orillas del canal de Alkamar, para amontonarse en las barcas panzudas y chatas, mi espíritu sentía la apetencia de otros temas..."

Un señor muy viejo con unas alas enormes

Gabriel García Márquez

"Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos..."

Acaso irreparable

Mario Benedetti

"Cuando sonó el teléfono, su brazo tanteó unos segundos antes de hallar el tubo. Una voz en inglés dijo que eran las ocho y buenos días y que los pasajeros correspondientes al vuelo 914 de LCA serían recogidos en la puerta del hotel a las 9 y 30, ya que la salida del avión estaba anunciada «en principio» para las 11 y 30..."

El Duende

Elena Garro

"Eva la había engañado. «Estoy envenenada», se repitió mirando a su hermana, que ignorante de su suerte seguía jugando con el agua. La presencia de su muerte próxima la asombró. Pronto empezaría a caer cabeza abajo por los siglos de los siglos. ¿Quién iba a darle la mano?..."

Diálogo del espejo

Gabriel García Márquez

"Con la bata puesta, ya frente al lavabo, un rostro somnoliento, desgreñado y sin afeitar, le echó una mirada aburrida desde el espejo. Un ligero sobresalto le subió, como un hilillo frío, al descubrir en aquella imagen a su propio hermano muerto cuando acababa de levantarse. El mismo rostro cansado, la misma mirada que no terminaba aún de despertar..."

Sí me tocaras el corazón

Isabel Allende

"Cuarenta y siete años más tarde, cuando Hortensia fue rescatada del foso donde había permanecido sepultada y los periodistas viajaron de todas partes del país para fotografiarla, ni ella misma sabía ya su nombre ni cómo llegó hasta allí..."

La fraga de Cecebre

Wenceslao Fernández Flórez

"Todas las plantas del bosque comentaron al nuevo vecino y convinieron en que debía de tratarse de un ejemplar muy importante. Una zarza que se apresuró a enroscarse en él declaró que en su interior se escuchaban vibraciones, algo así como un timbre que sonase a gran distancia, como un temblor metálico del que no era capaz de dar una descripción más precisa porque no había oído nada semejante en los demás troncos a los que se había arrimado. Y esto aumentó el respeto en los otros árboles y el orgullo de tenerlo entre ellos."

Aquí se respira bien

Mario Benedetti

"A las diez de la mañana de un miércoles, el Prado está tranquilo. Tranquilo y desierto. Hay momentos tan calmos que el ruido más cercano es el galope metálico de un tranvía de Millán. Luego un viento cordial hace cabecear dos pinos gemelos y arrastra algunas hojas sobre el césped soleado. Nada más."

El oro de Tomás Vargas

Isabel Allende

Descubre la historia de Tomás Vargas, un hombre que guarda sus ahorros en oro enterrándolos en lugar de confiar en los bancos. Acompaña a Tomás en su vida diaria y descubre cómo sus decisiones afectan su destino.

El robo de Tiztla

Elena Garro

"El jefe de la policía pareció desconcertado. Insistió en mirar con ojos vidriosos a Fili y ésta agachó la cabeza, entornó los párpados y se acomodó las trenzas sobre el pecho. El hombre miró a su derredor e hizo una especie de mueca, que quiso ser sonrisa, a la señora y a sus hijas, que escuchaban el interrogatorio con aire distraído, como si no les interesara lo más mínimo. Ahora era el turno de Carmen, la cocinera."

El amigo (1808)

Manuel Mujica Lainez

"Una ráfaga de viento sube los escalones a galope, y el muchacho se dobla. Las pinceladas del candil bajo el cual se ha detenido muestran la lividez de sus pómulos y de sus ojeras."

La otra costilla de la muerte

Gabriel García Márquez

"En efecto, le disgustaba aquel sueño, pero no podía explicarse por qué le alteraba la circulación si las veces anteriores, cuando las pesadillas eran horripilantes, había logrado mantener la serenidad. Sintió las manos frías."