Cuentos de Prosper Mérimée

El doble error

Prosper Mérimée

Julia de Chaverny estaba casada desde hacía unos seis años, y desde alrededor de los cinco y medio había reconocido no solo la imposibilidad de amar a su marido, sino incluso la dificultad de sentir por él alguna estima. Ese marido no era en absoluto un mal hombre, no era ni bruto ni tonto...

Djoûmane

Prosper Mérimée

Descubre el cuento de Prosper Mérimée, el autor de Carmen, que te transportará al exótico y misterioso mundo de Argelia en el siglo XIX. Un soldado francés se enamora de Djoûmane, una cautiva árabe de belleza incomparable, y trata de salvarla de su destino fatal. Pero Djoûmane tiene su propio orgullo y su propia voluntad, y no se deja seducir por las promesas del extranjero. ¿Qué hará el soldado ante la decisión de Djoûmane? ¿Qué secreto esconde la joven? ¿Qué precio tendrá que pagar por su libertad?

Cargamento de ébano

Prosper Mérimée

Verdaderamente, el capitán Ledoux era un buen marino. Había empezado como simple marinero de cubierta y luego fue ayudante de timonel. La batalla de Trafalgar le dejó la mano izquierda deshecha por una gran astilla de madera; fue mutilado y, después, licenciado con excelentes hojas de servicio...

La toma del reducto

Prosper Mérimée

Un militar amigo mío, muerto de fiebre en Grecia hace unos años, me narró un día la primera acción de guerra en que tomó parte. Su relato me interesó en grado tal que lo reproduje de memoria, en cuanto tuve oportunidad para ello. Helo aquí...

La Perla de Toledo

Prosper Mérimée

¿Quién me dirá si el Sol es más bello en el amanecer que en el ocaso? ¿Quién me dirá del olivo y el almendro cuál es el más bello árbol? ¿Quién me dirá entre el valenciano y el andaluz cuál es el más bravo? ¿Quién me dirá cuál es la más bella de las mujeres?...
Venus de Milo. Foto por pasja1000 en Pixabay

La Vénus d’Ille

Prosper Mérimée

Bajaba la última ladera del Canigó y, aunque el sol ya se hubiera puesto, distinguía en la llanura las casas de la pequeña ciudad de Ille, hacia la que me dirigía...
Rievaulx Abbey

El abate Aubin

Prosper Mérimée

Prometí escribirte, mi querida Sofía, y cumplo mi palabra: después de todo es lo mejor que puedo hacer durante estas largas veladas. En mi última carta te dije de qué modo caí en la cuenta de que tenía treinta años y estaba arruinada. Para la primera de estas desgracias, no hay remedio. En cuanto a la segunda, nos resignamos bastante mal, pero, en fin, nos resignamos...