Cuentos de Juan Rulfo

El gallo de oro

Juan Rulfo

Creado originalmente con las expectativas de ser un guión cinematográfico, este «cuento» para unos, para otros una «novela corta», supera a la película que se rodó con el mismo nombre en 1964. Originalmente escrita en 1950, las primeras noticias de la obra llegaron a la prensa en octubre de 1956, en el contexto de la producción cinemátográfica y reapaecieron en los años siguientes. En enero de 1959 se registró el texto (mecanografiado a partir del manuscrito de Rulfo) en una oficina para estos trámites. Es como el resto de las obras de Rulfo, excelente, quizá la obra más sencilla de leer de este autor y también la menos conocida. Relata la vida de un hombre de pueblo que entre la desdicha logra la riqueza y bienestar y, como en el resto de las obras de Rulfo, tiene un desenlace lógico y realista aunque trágico. En la presente edición se partió del manuscrito, corrigiendo errores evidentes en la versión hasta ahora conocida. Se han encargado sendos estudios a José Carlos González…

La noche que lo dejaron solo

Juan Rulfo

-¿Por qué van tan despacio? -les preguntó Feliciano Ruelas a los de adelante-. Así acabaremos por dormirnos. ¿Acaso no les urge llegar pronto? -Llegaremos mañana amaneciendo -le contestaron...
Hombre sentado en una tumba. Foto por Frederik Trovatten.com en unsplash

Anacleto Morones

Juan Rulfo

¡Viejas, hijas del demonio! Las vi venir a todas juntas, en procesión. Vestidas de negro, sudando como mulas bajo el mero rayo del sol. Las vi desde lejos como si fuera una recua levantando polvo. Su cara ya ceniza de polvo. Negras todas ellas...
Color. Foto por Ronald Cuyan en Unsplash

Acuérdate

Juan Rulfo

Acuérdate de Urbano Gómez, hijo de don Urbano, nieto de Dimas, aquél que dirigía las pastorelas y que murió recitando el “rezonga ángel maldito” cuando la época de la gripe. De esto hace ya años, quizá quince. Pero te debes acordar de él...
El Valle de México desde el cerro de Tenayo

El hombre

Juan Rulfo

"Los pies del hombre se hundieron en la arena dejando una huella sin forma, como si fuera la pezuña de algún animal. Treparon sobre las piedras, engarruñándose al sentir la inclinación de la subida; luego caminaron hacia arriba, buscando el horizonte..."
México. Foto por Dennis Schrader en Unsplash

Es que somos muy pobres

Juan Rulfo

"El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa..."

Nos han dado la tierra

Juan Rulfo

No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar...

No oyes ladrar a los perros

Juan Rulfo

El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces...

Macario (Cuento)

Juan Rulfo

Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje...

¡Diles que no me maten!

Juan Rulfo

-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad. -No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti. -Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios...