Cuentos de Jack London

Bajo los toldos de cubierta

Jack London

—¿Puede un hombre, y me refiero a un caballero, llamar cerda a una mujer? El hombrecillo lanzó ese reto a todo el grupo, luego se reclinó en su tumbona y dio un sorbo a su limonada con un gesto que combinaba certeza y atenta beligerancia. Nadie respondió. Estaban acostumbrados al hombrecillo y a sus repentinas pasiones y enaltecimientos...

Relatos de Alaska

Jack London

Jack London es uno de esos escritores cuya biografía es esencial para comprender su obra. Su vida, llena de aventuras y desafíos, se refleja vívidamente en sus relatos. En el verano de 1897, seducido por las noticias del descubrimiento de oro en Alaska, London se unió a la fiebre del oro y viajó a los ríos Yukón y Klondike. Aunque no encontró el codiciado metal, descubrió un tesoro aún más valioso: una vasta cantidad de material narrativo que transformó en novelas y relatos inolvidables. "Relatos de Alaska" es una antología que recoge algunas de las historias más emblemáticas de London sobre la gran estampida hacia el oro en Alaska. Estos relatos capturan la esencia de la lucha salvaje entre el hombre y una naturaleza implacable. Los protagonistas de London son intrépidos, tenaces y valerosos, enfrentándose a una naturaleza que se muestra adversa, imprevisible y cruel, siempre al borde de destruirlos. La narrativa de London destaca por su realismo crudo y su capacidad para transportar al lector a los inhóspitos paisajes…

Aloha Oe

Jack London

"Hawai goza de un clima sazonador, y Dorotea Sambrooke había sido expuesta a sus influencias en excepcionales y propicias circunstancias. Un mes antes era una niña delicada, delgadita, pálida; sus azules ojos parecían fatigados a fuerza de posarse sobre las áridas páginas de los libros, y diríase que en su mirada turbia y apagada fulgía una añoranza misteriosa por comprender el significado de la vida..."

Al final del arco iris

Jack London

Lee el emocionante relato de Montana Kid, un forajido estadounidense que llega a Alaska durante la fiebre del oro y se ve envuelto en una serie de peripecias y conflictos con los nativos y los buscadores de oro. Disfruta del contraste entre la cultura occidental y la indígena, así como del humor y la ironía de Jack London al retratar las costumbres y los valores de los personajes. Al final del arco iris es un cuento breve que te hará vivir una aventura inolvidable en el lejano norte.

A puñetazos

Jack London

"En ese instante la borrasca estalló sobre ellos. El capitán Dettmar se apresuró a popa, sacó de los pasadores las drizas de la mayor adujadas y las lanzó a la cubierta, dispuesto a salir corriendo. Los tres nativos surgieron en masa del pequeño castillo de proa, dos de ellos corrieron hacia las drizas mientras el tercero cerraba el tambucho de la sala de máquinas y daba la vuelta a los ventiladores."

La quimera del oro

Jack London

Los cuentos que recoge este volumen tienen casi todos como factor común la fiebre de los buscadores de oro en Alaska durante la segunda mitad del siglo XIX. El oro enriqueció a algunos y destruyó a muchos, convirtiéndose así en una auténtica "quimera". Historias duras, trágicas o solidarias, todas tienen como escenario estas heladas tierras. Porque la verdadera protagonista es la inmisericorde naturaleza helada, ese impresionante silencio blanco, preludio de la muerte. Frente al implacable frío polar, la lucha del hombre por la supervivencia en un medio hostil; protagonizada por seres generosos ("El silencio blanco", "La ley de la vida"), estafadores ("Demasiado oro"), inútiles y degradados ("En un país lejano"), avariciosos ("El hombre de la cicatriz"), o por la astucia ("El burlado") o la obstinación angustiosa y rabiosa de sus protagonistas ("Las mil docenas", "El amor a la vida", "La hoguera", "El diablo").

El diente de ballena

Jack London

En los primeros días de las islas Fidji, John Starhurst entró en la casa-misión del pueblecito de Rewa y anunció su propósito de propagar las enseñanzas de la Biblia a través de todo el archipiélago de Viti Levu. Viti Levu quiere decir «País grande», y es la mayor de todas las islas del archipiélago...
Río Yukón. Foto por Kalen Emsley en Unsplash

El burlado

Jack London

Aquél era el final. Subienkow había recorrido un largo camino de amargura y horrores, guiado, como una paloma, por el instinto que lo llevaba hacia las capitales de Europa, y allí, en el punto más lejano, en la América rusa, el sendero acababa. Estaba sentado en la nieve con los brazos atados a la espalda, esperando la tortura...
Luna. Foto por Stephen Walker en Unsplash

Cara de luna

Jack London

La cara de Juan Claverhouse era un fiel trasunto de la luna llena; ya conocen ustedes el tipo: los pómulos muy separados, la barbilla y la frente redondas, hasta confundirse con los rubicundos mofletes, y la nariz ancha y corta, como una pelota de pan aplastada en la pared, ocupando el centro de la circunferencia...
Parque Nacional y Reserva de Kluane de Canadá. Foto por Kalen Emsley en Unsplash

Amor a la vida

Jack London

Los dos hombres descendían el repecho de la ribera del río cojeando penosamente, y en una ocasión el que iba a la cabeza se tambaleó sobre las abruptas rocas. Estaban débiles y fatigados y en su rostro se leía la paciencia que nace de una larga serie de penalidades...
Lake District National Park, Foto por Click and Learn Photography en Unsplash

El Silencio Blanco

Jack London

—Carmen no durará más de un par de días. Mason escupió un trozo de hielo y recorrió compasivamente con la vista el cuerpo del pobre animal. Luego se llevó una pata del perro a la boca y comenzó a arrancar con los dientes el hielo que se apiñaba cruelmente entre los dedos...
Bear on cliff, por Harry Bullock Webster

Caras peladas

Jack London

"“En lo alto del Yukón hay otra variedad, con las patas simétricas. Se la llama el “oso pardo de cara pelada”, y es tan grande como malo. Únicamente el insensato hombre blanco piensa en cazarlo. Los indios tienen demasiado buen sentido. Solo una cosa hay que decir acerca del oso de cara pelada: que jamás se vuelve ante ningún mortal..."

Encender una hoguera

Jack London

Acababa de amanecer un día gris y frío, enormemente gris y frío, cuando el hombre abandonó la ruta principal del Yukón y trepó el alto terraplén por donde un sendero apenas visible y escasamente transitado se abría hacia el este entre bosques de gruesos abetos...