Los vecinos del principal derecha
Enrique Jardiel Poncela
Al llegar a mi patria, de regreso de la Argentina, hice lo que suele hacer todo el que se encuentra en mi caso: me instalé en un hotel y me dediqué a buscar un piso desalquilado...
El amor tomado del natural
Enrique Jardiel Poncela
La mesa de al lado estaba vacía. Pero estuvo vacía poco tiempo. Porque una mujer joven y elegante entró en el café, miró a su alrededor, dio unos pasos, vaciló, se detuvo, dudó y, por fin, vino a sentarse a la mesa de al lado. La dama se ceñía con un abrigo negro, y llevaba debajo del abrigo dieciocho gramos de vestido verde...
El amor que no podía ocultarse
Enrique Jardiel Poncela
Durante tres horas largas hice todas aquellas operaciones que denotan la impaciencia en que se sumerge un alma: consulté el reloj, le di cuerda, volví a consultarlo, le di cuerda nuevamente, y, por fin, le salté la cuerda...
El chofer nuevo
Enrique Jardiel Poncela
Siempre que el chófer nuevo puso en movimiento el motor de mi coche ejecutó sorprendentes ejercicios llenos de riesgos y sembró el terror en todos los sitios: destrozó los vidrios de infinitos comercios, derribó postes telefónicos y luminosos, hizo cisco trescientos coches del servicio público, pulverizó los esqueletos de miles de individuos...
Un marido sin vocación
Enrique Jardiel Poncela
Nota: Narración escrita por el autor sin utilizar la letra "e". Un otoño -muchos años atrás-, cuando más olían las rosas y mayor sombra daban las acacias, un microbio muy conocido atacó, rudo y voraz, a Ramón Camomila: la furia matrimonial...