Cuentos de Alejo Carpentier

El sacrificio

Alejo Carpentier

Con las velas hinchadas por un viento glacial, el negro «drakkar» de crujientes cordajes, surcaba, majestuoso, el océano de plomizas olas...

Nitocris

Alejo Carpentier

El sol comenzaba a mostrar sus rayos dorados sobre el horizonte de las planicies lejanas, sumiendo a Menfis en una suave luz violácea, y transformando su aglomeración de terrazas y paredes en un amontonamiento indefinido, de donde emergían por su altura, el templo de Phatá, y los terrados de los Graneros reales...

La mano velluda

Alejo Carpentier

"Hay una leyenda rústica en el Japón que dice: «En la noche del año nuevo basta: gritar en un lugar apartado: “¡Gambari-nindo oto-to-ghizou!” para ver inmediatamente aparecer una mano velluda en las tinieblas»..."

El cruzado

Alejo Carpentier

"A lo lejos se oyeron toques de trompeta y repiques de címbalos, y la multitud amontonada en los muros de la ciudad pudo ver en la lontananza un punto negro que avanzaba en la llanura y que, al acercarse, crecía, extendiéndose por el horizonte como un vasto batallón de hormigas. Los cruzados estaban allí."

El milagro

Alejo Carpentier

"Todos sabían cómo, al acercarse a su sepulcro, los poseídos, que se veían errar por los caminos, comiendo gallinas crudas y cometiendo otros actos incoherentes, eran presos de horribles convulsiones, y cómo, después de luchas acerbas con el Maligno, estos desdichados eran liberados de los malos espíritus, entre los gritos de júbilo de la multitud."

El derecho de asilo

Alejo Carpentier

"Como era domingo, el Secretario de la Presidencia y Consejo de Ministros llegó, a eso de las diez, al Palacio de Miramontes, después de permanecer largo tiempo en la contemplación de un Meccano exhibido en tienda próxima."

El acoso

Alejo Carpentier

"…ese latido, que me abre a codazos; ese vientre en borbollones, ese corazón que se me suspende, arriba, traspasándome con una aguja fría; golpes sordos que me suben del centro y descargan en las sienes, en los brazos, en los muslos; aspiro a espasmos..."
Carnaval. Pintura de Víctor Manuel

Historia de lunas

Alejo Carpentier

A las 12 y 28, puntualmente, el tren de largos vagones amarillos se detenía en la estación del pueblo. Al momento, los dos viejos Ford empezaban a hacer sonar su bocina ásperamente. El ventilador de Café de los Reyes Magos se ponía en marcha. Y los mendigos, los vendedores de frituras o de plegarias invadían el andén…
Cascadas El Chiflon, Chiapas. Foto por Linda Meisinger en Unsplash

Oficio de tinieblas

Alejo Carpentier

El año cobraba un mal aspecto. Muy pocos se daban cuenta de ello, pero la ciudad no era la misma. No estaba demostrado que los objetos pintaran en los pisos un cabal equivalente en sombras. Más aún: las sombras tenían una evidente propensión a quererse desprender de las cosas, como si las cosas tuvieran mala sombra...
Peregrino en el camino de Santiago. Foto por Jorge Luis Ojeda Flota en Unsplash

El camino de Santiago

Alejo Carpentier

"Con dos tambores andaba Juan a lo largo del Escalda —el suyo, terciado en la cadera izquierda; al hombro el ganado a las cartas—, cuando le llamó la atención una nave, recién arrimada a la orilla, que acababa de atar gúmenas a las bitas..."
Photo by Justin Bautista on Unsplash

El milagro del ascensor

Alejo Carpentier

"Fray Domenico empujó una puerta. El olor a incienso y maderas polvorientas le hizo contraer la nariz con fruición. Arrojó su birrete de groom sobre una cama de soldado. Se despojó de su casaca guarnecida de ciento veinte botones de níquel..."

El estudiante

Alejo Carpentier

"Trató de huir. Vio una ancha puerta, amparada por una inscripción en caracteres huecos: Trousseau. Aquella palabra tenía una tibia sugerencia de ajuar de novia. El estudiante penetró en un corredor oscuro, esperando admirar Malinas sedosas, evocadoras de las frescas carnes de doncellas, que se presentan sabiamente como los filetes caros que se envuelven con encajes de papel."

Los fugitivos

Alejo Carpentier

Pero el olor de su propio celo, llamado por el olor de otro celo, se imponía a todos los demás. Las patas traseras de Perro se espigaron, haciéndole alargar el cuello. Su vientre se hundía, al pie del costillar, en el ritmo de un jadeo corto y ansioso...

Semejante a la noche

Alejo Carpentier

Yo la llamaba mi prometida, aunque nadie supiera aún de nuestros amores. Cuando vi a su padre cerca de las naves, pensé que estaría sola, y seguí aquel muelle triste, batido por el viento, salpicado de agua verde, abarandado de cadenas y argollas verdecidas por el salitre, que conducía a la última casa de ventanas verdes, siempre cerradas...

Los advertidos

Alejo Carpentier

Cuando el viejo Amaliwak apareció en la laja, que a modo de tribuna gigantesca se tendía por encima de las aguas, hubo un gran silencio. Los bufones regresaron a sus canoas, los hechiceros volvieron hacia él el oído menos sordo, y las mujeres dejaron de mover la piedra redonda sobre los metales...

Viaje a la semilla

Alejo Carpentier

Transcurrieron meses de luto, ensombrecidos por un remordimiento cada vez mayor. Al principio, la idea de traer una mujer a aquel aposento se le hacía casi razonable. Pero, poco a poco, las apetencias de un cuerpo nuevo fueron desplazadas por escrúpulos crecientes, que llegaron al flagelo...