Cuentos Cubanos

Últimos servicios

Abel Guelmes Roblejo

Hacía más de un año que llevaba haciendo terapia. Supuestamente me iba a poner mejor… o al menos eso fue lo que dijeron los doctores. De verdad no sé cómo una terapia iba a mejorar, o eliminar, las causas que me llevaron al intento de suicidio.

Una de vampiros

Carmen Rosa Signes Urrea, Ricardo Acevedo Esplugas

¿Quién le iba a decir a Sixtyfour que después de tantos años volvería a escuchar aquella canción? Se podía oír desde la escalera. La puerta de la vivienda permanecía entreabierta.

La encerrona

Raydel Francisco Pérez

«Agustín Puente es maricón.» La nota no daba más explicaciones. Solo eso. Y como todo buen anónimo venía escrito en letra de molde, con caligrafía deliberadamente irregular, alternando letras grandes con chicas.

Vampiro personal

Raúl Flores Iriarte

Así fue como conocí a este hombre que vino a sentarse a mi lado en el parque aquella noche de agosto

La madrugada breve

Alejandro Cernuda

Hoy estás borracha de verdad y te vuelves retórica, drástica. Sabes que no me gusta pero insistes con fervor en todo eso que llamas libertad. Quizá ya no seamos tan buenos amigos, explícitos como antes que crecieras dentro de ese cuerpecito escuálido.

El sueño del A380

Adolfo Nelson Ochagavía

El todoterreno autopilotado patinaba a gran velocidad por entre las dunas del desierto, dejando a su paso una larga estela de huellas de neumático. R, en el asiento de atrás, estaba radiante de alegría.

Mute

Yunieski Betancourt

Reducida a escombros durante la última guerra, Cerusa se había convertido en la presa predilecta de varias generaciones de arqueólogos...

Cómic

Yadira Álvarez Betancourt

Dourth Nanko fue rodeado por los cuerpos de sus Iluminados. Hasya, el más fiel y antiguo, maestro de los otros cinco, se dirigió respetuoso a su señor.

Pastel flameante

Arturo Arango

—¿Tú estabas aquí cuando llegaron? —Silvia aún tenía la oreja pegada a la puerta. Humberto movió la cabeza de izquierda a derecha. Ella le hizo señas para que siguiera escuchando.
El grito, por Edvard Munch

El ocaso de los asesinos (Fragmento)

Agustín García Marrero

El número 467 de Independence Avenue, en nada se diferenciaba del resto de los edificios de esta concurrida calle de San Francisco. Estamos ante un edificio de construcción clásica, de paredes tapizadas en piedra gris, con una altura de cinco pisos y saturado de apartamentos.

Boleto para soñar

Jorge Luis Llópiz Cudel

Aún no amanece. Rubén limpia con una manguera la entrada de la gasolinera. La presión de agua se lleva toda la porquería incrustada en el suelo.

El rabo de la gran mona

Antonio Benítez Rojo

"…looks unconfortable, habla de ti, dice que te ves molesto, ¿No hablará del turco?, pregúntale, maybe you’re talking about the turkish guy, the gentleman that just went to the toilet?, el turco que fue al toilet, eso lo entiendo, is that gentleman turkish?, ¿qué dice?, que si el turco es turco, ¿no hablará del pavo?…"

Nodo 2

Raúl Aguiar

—Hola; por favor, le llamamos de la compañía telefónica para una comprobación de rutina. ¿Podría decirnos el número de su teléfono?

Mala sangre

Rebeca Murga

Las ratas. Odio las ratas. Hurgan en los espacios como si fueran cachorros y devoran la comida con la rapidez de los conejos. Eso debieran ser: perros o conejos; pero prefieren ser ratas merodeando en la cocina.

Próximo nivel

Yonnier Torres

La caravana avanza despacio. A un lado de la carretera se despliega un terreno yerto. Al otro lado un muro de piedras blancas. Las casas han desaparecido. Comienza a caer la tarde. El pueblo queda atrás.

Lastre, para qué

Michel Encinosa Fú

Daniela se mató. Se quemó el cerebro, a eso me refiero. En el baño del teatro, dijeron. Cuando se fue la luz. Rompió un tomacorriente, sacó los cables, los peló con un cortaúñas. Después se clavó unas tijeras en el cráneo, dos veces, y por ahí coló los cables.

Los Trotacampos

Leopoldo Luis

Tizón era un negro descomunal, a quien doblar en dos una barreta de hierro, de las que se utilizan en el campo para excavar el terreno, apenas le tomaba un segundo...

En el muro del Malecón

Miguel Barnet

"En el Muro del Malecón" de Miguel Barnet nos transporta a las noches embrujadas de La Habana, donde el Malecón, testigo silencioso de incontables historias, se erige como el epicentro de encuentros y desencuentros. A través de tres relatos independientes, el autor nos sumerge en las profundidades de esta ciudad, desentrañando los oscuros matices que yacen bajo su aparente luminosidad. Barnet, con su maestría narrativa, nos conduce por los recovecos de la cotidianidad habanera, donde cubanos y extranjeros se entrelazan en tramas de amor, confidencias y admiración por la majestuosidad del Malecón. A medida que avanzamos en la lectura, el autor sutilmente desvela las sombras que se esconden en los pliegues de la sociedad cubana, revelando personajes que viven a la sombra de sus propias realidades. Cautivador y evocador, "En el Muro del Malecón" invita al lector a adentrarse en los secretos mejor guardados de La Habana nocturna, ofreciendo una mirada profunda y reveladora sobre la condición humana en un contexto tan emblemático como enigmático. Barnet, con su aguda sensibilidad…

La cotorra

Leonardo Depestre Catony

Si la cotorra hablara, se dijo el capitán investigador cuando descubrió al animalito prendido de sus patas en el umbral de la jaula abierta, con las plumas alborotadas, temeroso y hambriento, aunque eso sí, muy callado.

Nictofobia

Alexy Dumenigo Águila

—¡Enciendan la luz! ¡Por favor, que alguien encienda la luz! —gritaba. La puerta se abrió de golpe y Helga, que palpaba las paredes inútilmente, retrocedió cegada por el resplandor. El oficial de la Gestapo había accionado un pequeño interruptor a su derecha, en la esquina superior del marco. Pudo ver una habitación pequeña que constaba de una cama, una mesita y dos sillas.