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Seis relatos breves

DESDE SU VENTANA

Desde su ventana abierta, el ciudadano busca la mañana hirviente de transeúntes sudados caminando a prisa entre latones y paredes, escucha el canto monótono de su esposa fregando los restos del desayuno y fuma una última vez su cigarrillo antes de dejarlo caer a través de las persianas.

Es domingo. Por razones bastante explicadas han cortado el fluido eléctrico. En sus lugares de siempre descansan inmutables radio, televisor y tocadiscos, vistiendo de polvo sus plásticos muertos. El ciudadano camina unos pasos hasta la mesa y toma el diario en sus manos, lo hojea sin ánimo y vuelve a dejarlo.

Su esposa continúa en la cocina, tarareando algo incomprensible entre el ruido de los platos. Una camioneta rueda despacio por la calzada, invadiendo la atmósfera con su sonido tosco de música distorsionada.

“Hace calor”, piensa él y se sirve un vaso de agua fresca. Luego enciende otro cigarro estrujado, mira la hora en un reloj detenido y se asoma de nuevo a la ventana.

NIHIL

Desde el caos primitivo, desde la nada —nada en el cerebro—, habrá que ir notando, paso a paso, matiz tras matiz, el nacimiento de la idea confusa y la transformación de esa idea en definidos conceptos. Y esa labor será por sí misma un libro.

Azorín: El escritor

Sentado sobre su inmensa montaña de palabras el lector irá cortando las cuerdas de esos conceptos trenzados, la confusión de nudos atándole el descenso por la barranca del sentido, las paredes labradas con lluvia durante siglos, matices del tiempo transformando el lomo de algún bisonte en Altamira, el papiro de un cibernético deshaciéndose en signos. Paso a paso el lector irá anulando las definiciones, descerebrando los libros hasta llegar a la nada, una idea que nace: ese caos primitivo donde podrá decir al fin su nombre.

A partir de entonces habrá que ir notando el rebotar de los ecos.

REBAÑOS

Aquel día, parado sobre una piedra, el pastor alzó su cayado y golpeó con él a las ovejas hasta hacerlas huir despavoridas. Luego quebró su vara y la dejó tirada en el valle.

“¿Qué es un pastor sin su rebaño?”, preguntaron los pobladores al verlo y lo conminaron a abandonar para siempre el pueblo.

Hoy, mucho después, han regresado las ovejas al lugar, multiplicadas, y balan agradecidas en un trueno amable.

“¿Qué es un rebaño sin pastor?”, preguntan las otras al escucharlas y las obligan a abandonar para siempre el valle.

CALLE

We have also houses of the deceits of the senses, where we represent all manners of feats of juggling, false apparitions, impostures, and illusions, and their fallacies.

Sir Francis Bacon: New Atlantis

Un personaje encuentra a otro en la calle y lo detiene para hacerle saber que cuando muchachos ambos solían jugar en un lugar cercano. El segundo personaje duda, y para convencerse decide aceptar la invitación que le hace el primero de visitar su antiguo barrio.

El barrio no existe.

El segundo personaje no recuerda al primero y éste ha olvidado el nombre de su conocido, aunque su rostro se le asemeja bastante al de un muchacho con quien dijo jugar años atrás.

Por su parte, el segundo personaje manifiesta llevar consigo algunas fotos de su infancia en el barrio; las busca, pero descubre con asombro que han desaparecido. Ahora el primer personaje duda, y para convencerse decide aceptar la invitación que le hace el segundo de comprobar si las ha dejado en casa.

La casa no aparece.

El primer personaje ha olvidado el camino que siguieron desde su encuentro. Sin embargo, el segundo cree recordar aún el nombre de la calle; aunque al interpelar a un transeúnte, éste asegura que nunca hubo tal sitio.

Los personajes insisten y el transeúnte duda. Para asegurarse decide buscar un mapa que guarda en su apartamento cerca de allí.

Dos cuadras más adelante mira en derredor: No recuerda por qué está en ese lugar e incluso ha olvidado que un rato antes lo supo.

Otro transeúnte lo detiene para hacerle saber que cuando muchachos ambos solían jugar en un lugar cercano.

HERMANOS

Dicen que todas las tardes, terminada la escuela, los dos hermanos regresaban a casa pasando frente a la antigua librería del pueblo. Y que allí se detenían mirando en éxtasis el sol rebotar como un fuego divino contra el lomo dorado de los libros.

Cuentan que ya de adultos uno de ellos se hizo escritor; y el otro, incendiario.

LA TRAMPA

Acerca de la gran trampa no poco se conoce:

Sospechamos el perfecto camuflaje de sus lazos, que se extienden más allá de todo intento por cartografiarlos, a pesar de que en este afán se emplea la tecnología más potente.

Hemos descubierto también la sutileza con que escoge sus víctimas. Esto nos ha hecho suponer un desarrollado psiquismo que se apoya en los más finos sistemas de percepción (pero ésta es sólo una hipótesis que la ciencia no sostiene por temor a que la trampa se confunda con un dios —tales aseveraciones lastran la credibilidad de los estudios). Su presencia, incluso en lugares que el hombre por anatomía tiene vedados, es un hecho irrefutable que obliga a estar siempre atentos.

Como usted puede ver, lo conocemos todo excepto sus consecuencias y el modo de evadirla. Por eso queremos informarle que, según nuestros últimos cálculos, esta vez la trampa se dispone a capturarlo.

No tenemos hasta ahora armas que ofrecerle y acaso los consejos no le valgan. De cualquier modo esté alerta: Usted, como individuo, tiene la obligación de preservar el honor de su especie. Se le prohíbe caer en la trampa. Haga lo que pueda, y suerte.

Del libro Templos y turbulencias.

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