El sonámbulo
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Rodríguez descubrió su vocación el día en que lo trasladaron para el Servicio Secreto. Había trabajado en distintos departamentos y todos estuvieron satisfechos con su labor. No había quejas. Siempre cumplía las órdenes tal como se las daban. Y por eso ascendió hasta segundo teniente...
El palacio de hielo
F. S. Fitzgerald
La luz del sol se derramaba sobre la casa como pintura dorada sobre un jarrón artístico, y las manchas de sombra aquí y allá sólo intensificaban el rigor del baño de luz. Las casas de los Butterworth y de los Larkin, colindantes, se atrincheraban tras árboles grandes y pesados; sólo la casa de los Happer recibía el sol de lleno, y durante todo el día miraba hacia la calle polvorienta con paciencia tolerante y amable...
¡Tierra…!
Pedro Gómez Valderrama
El hombre tendido en el jergón estrecho incorporó levemente la cabeza. Por la escotilla alcanzaba a divisar un poco de luz de luna. La nave apenas oscilaba blandamente como si estuviese apegada al muelle. Dejó caer la cabeza, y se quedó escuchando. Se oía la respiración de los dormidos...
El biombo del infierno
Ryûnosuke Akutagawa
Difícilmente habrá existido otra persona como el señor de Horikawa, ni existirá en el futuro. De él se decía que antes de su nacimiento, en los sueños de su señora madre había aparecido el Matatejas ...
Leyenda del Cadejo
Miguel Ángel Asturias
Madre Elvira de San Francisco, prelada del monasterio de Santa Catalina, sería con el tiempo la novicia que recortaba las hostias en el convento de la Concepción, doncella de loada hermosura y habla tan candorosa que la palabra parecía en sus labios flor de suavidad y de cariño...
Lily Daw y las tres damas
Eudora Welty
La señora Watts y la señora Carson estaban en la oficina de correos de Victory cuando llegó la carta del Instituto Ellisville para Débiles Mentales de Mississippi. Aimee Slocum, aún con L toda la correspondencia en la mano, se adelantó corriendo y entregó la carta a la señora Watts; la leyeron las tres a la vez...
Laguna
Manuel Rojas
De aquella época de mi vida, ningún recuerdo se destaca tan nítidamente en mi memoria y con tantos relieves como el de aquel hombre que encontré en mis correrías por el mundo, mientras hacía mi aprendizaje de hombre...
Matar un ratón
Virgilio Díaz Grullón
El niño recogió una pesada piedra de las que abundaban en el pequeño patio trasero de la casa, calculó cuidadosamente la puntería y la arrojó con fuerza contra el ratón que parecía observarlo atentamente a pocos pasos de distancia...
La muñeca menor
Rosario Ferré
La tía vieja había sacado desde muy temprano el sillón al balcón que daba al cañaveral como hacía siempre que se despertaba con ganas de hacer una muñeca. De joven se bañaba a menudo en el río, pero un día en que la lluvia había recrecido la corriente en cola de dragón había sentido en el tuétano de los huesos una mullida sensación de nieve...
Tríptico del gato
José Emilio Pacheco
El Génesis lo calla pero el gato debe de haber sido el primer animal sobre la tierra, el núcleo a partir del cual se generaron todas las especies. En una de sus andanzas por el planeta humeante el gato inventó a los seres humanos...
La noche de los siete minutos
Georges Simenon
"Sherlock Holmes se encerraba bajo llave, sembraba el piso de colillas de cigarrillos y se concentraba en una pose romántica, cuando no recurría a su violín. Para pensar, G.7 se contenta con mezclarse con la multitud..."
La Mansión de Araucaíma
Álvaro Mutis
Había sido antaño soldado de fortuna, mercenario a sueldo de gobiernos y gentes harto dudosas. Frecuentador de bares en donde se enrolaban voluntarios de guerras coloniales, hombres de armas que sometían a pueblos jóvenes e incultos que creían luchar por su libertad y sólo conseguían una ligera fluctuación en las bulliciosas salas de la Bolsa...
El Silencio Blanco
Jack London
—Carmen no durará más de un par de días. Mason escupió un trozo de hielo y recorrió compasivamente con la vista el cuerpo del pobre animal. Luego se llevó una pata del perro a la boca y comenzó a arrancar con los dientes el hielo que se apiñaba cruelmente entre los dedos...
Las puertas se abren a las tres
Guillermo Cabrera Infante
Arriba el sol era un hueco en el cielo por donde entraba el mediodía: el amarillo amarillo de los edificios pintados de amarillo y el blanco quemante de las aceras y el malva del asfalto y el negro de la pelambre de los gatos que dormían en los tejados y el azul de las niñas de los ojos de las niñas de azul...
Adiós, hermano mío
John Cheever
La nuestra es una familia que siempre ha estado muy unida espiritualmente. Nuestro padre se ahogó por accidente navegando a vela cuando éramos muy jóvenes, y nuestra madre siempre ha insistido en el hecho de que nuestras relaciones familiares poseen una estabilidad que nunca volveremos a encontrar...
Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo
Juan Carlos Onetti
Cruzó la avenida, en la pausa del tráfico, y echó a andar por Florida. Le sacudió los hombros un estremecimiento de frío, y de inmediato la resolución de ser más fuerte que el aire viajero quitó las manos del refugio de los bolsillos, aumentó la curva del pecho y elevó la cabeza, en una búsqueda divina en el cielo monótono...
El Paraíso de los solteros y el Tártaro de las doncellas
Herman Melville
No queda lejos de la raya del Temple. Ir hasta allí, por el camino de siempre, es como pasar de una calurosa llanura a algún valle fresco y profundo rodeado de montañas...
El traidor
Reinaldo Arenas
"¿Qué sabe usted de él? Qué sabe nadie... Ahora que Fidel Castro se cayó, lo tumbaron o se cansó, todo el mundo habla, todo el mundo puede hablar. El sistema ha cambiado otra vez. Ah, ahora todo el mundo es héroe. Ahora todo el mundo resulta que estaba en contra..."
Miss Dollar
J. M. Machado de Assis
Era conveniente para el relato que el lector permaneciera mucho tiempo sin saber quién era Miss Dollar. Pero por otro lado, sin la presentación de Miss Dollar, el autor se vería obligado a largas digresiones, que llenarían el papel sin hacer progresar la acción. No hay duda posible: voy a presentarles a Miss Dollar...
Pierre Menard, autor del Quijote
Jorge Luis Borges
La obra visible que ha dejado este novelista es de fácil y breve enumeración. Son, por lo tanto, imperdonables las omisiones y adiciones perpetradas por madame Henri Bachelier en un catálogo falaz que cierto diario cuya tendencia protestante no es un secreto ha tenido la desconsideración de inferir a sus deplorables lectores —si bien estos son pocos y calvinistas, cuando no masones y circuncisos...