El elemento humano
W. Somerset Maugham
Siempre he ido a Roma en pleno verano. En los meses de agosto y septiembre, de paso para un sitio u otro, me quedo un par de días en la ciudad y vuelvo a ver lugares y cuadros a los que van asociados gratos recuerdos de mi vida. En tal época del año hace mucho calor y los habitantes de Roma pasan el interminable día paseándose de un extremo a otro del Corso...
Tierra extraña
Edmond Hamilton
El muerto estaba de pie en un pequeño claro iluminado por la luna en mitad de la jungla, donde Farris lo había encontrado. Era un hombrecillo aceitunado vestido con una tela de algodón blanca. Un miembro típico de las tribus laosianas de aquella tierra de nadie, en plena Indochina...
Esto sí que no podía esperarse
Eduardo Mallea
Por una coincidencia, o por un azar, Apestain se halló en posesión del dato. El dato decía poca cosa. Apenas cuatro líneas, escritas con letra grande. Su importancia resaltaba de que era fidedigno: “La mujer de Escamídez se acuesta todas las tardes con Aláez en el departamento de Aláez”. Luego un domicilio y una cruz...
El lobanillo desaparecido
Osamu Dazai
Este anciano vivía a los pies del monte Tsurugi en la provincia de Awa, en la isla de Shikoku. Por lo menos, eso es lo que parece, aunque no hay ningún fundamento concreto para asegurar que así fuera...
Lo que su esposo no hacía
Yasunari Kawabata
«Comienzo por la oreja. Sigo por las cejas. Y después…». A medida que Junji fue imaginando el orden de los besos que le daría esa noche, las diferentes partes de la señora Kiriko se le fueron representando una por una...
En el bote
J. D. Salinger
Era un poco más de las cuatro de la tarde de un veranito de San Juan. Unas quince o veinte veces, desde el mediodía, Sandra, la criada, se había apartado de la ventana de la cocina que daba al lago, con la boca apretada en un gesto de disgusto...
Una casa en la llanura
E. L. Doctorow
Mamá dijo que de ahí en adelante yo debía ser su sobrino y que la llamara tía Dora. Dijo que nuestra fortuna dependía de que ella no tuviera un hijo de dieciocho años que aparentaba más bien veinte. Di tía Dora, dijo. Lo dije. No quedó satisfecha...
La Bella Durmiente del bosque
Charles Perrault
Había una vez un rey y una reina que estaban tan afligidos por no tener hijos, tan afligidos que no hay palabras para expresarlo. Fueron a todas las aguas termales del mundo; votos, peregrinaciones, pequeñas devociones, todo se ensayó sin resultado...
Carta de un adolescente
Hermann Hesse
Querida Señora: Una vez me invitó a escribirle. Creía usted que para un joven con talento literario sería una delicia poder escribir una carta a una hermosa y honorable dama. Tiene usted razón: es un placer...
El verdugo
Honoré de Balzac
El campanario del pueblecito de Menda acababa de dar las doce. En aquel momento de la noche, un joven oficial francés, apoyado en el parapeto de una larga terraza que rodeaba los jardines del castillo de Menda, parecía abismado en una contemplación más profunda de lo que la despreocupación de la vida militar suele traer consigo...
El Cristo del océano
Anatole France
Aquel año, muchos de los habitantes de Saint-Valery que habían salido a pescar, murieron ahogados en el mar. Se hallaron sus cuerpos arrojados por las olas a la playa junto a los despojos de sus barcas y, durante nueve días...
El cacique
José Luis González
Don Rafa era un tipo repugnante: bajito, ventrudo y cabezón. Sobre las mejillas siempre mal afeitadas se entreabrían apenas los ojitos aviesos y sanguíneos; entre la nariz aplastada y roja y la boca sensual, de gruesos labios manchados por el tabaco, se alborotaba la pelambre del bigote cimarrón...
Alpiste para codornices
SAKI
Las perspectivas para nosotras las empresas más pequeñas no son buenas -dijo el señor Scarrick al artista y a su hermana, que alquilaban el piso encima de su tienda de comestibles en las afueras-. Las grandes empresas ofrecen todo tipo de atracciones a sus clientes, y no nos alcanza el dinero para hacer eso...
La boina roja
Rogelio Sinán
—Mire, doctor Paul Ecker, su silencio no corresponde en nada a la buena voluntad que hemos tenido en su caso. Debe usted comprender que la justicia requiere hechos concretos. No me puedo explicar la pertinacia que pone en su mutismo...
El misterio de Copper Beeches
Arthur Conan Doyle
-El hombre que ama el arte por el arte -comentó Sherlock Holmes, dejando a un lado la hoja de anuncios del Daily Telegraph– suele encontrar los placeres más intensos en sus manifestaciones más humildes y menos importantes...
Historia de macacos
Francisco Ayala
Si yo, en vista de que para nada mejor sirvo, me decidiera por fin a pechar con tan inútil carga, y emprendiera la tarea de cantar los fastos de nuestra colonia —revistiéndolos acaso con el purpúreo ropaje de un poema heroico-grotesco en octavas reales, según lo he pensado alguna vez en horas de humor negro—...
Transición
Algernon Blackwood
John Mudbury regresaba de sus compras con los brazos llenos de regalos navideños. Eran las siete pasadas y las calles estaban atestadas de gente. Era un hombre corriente, vivía en un piso corriente de las afueras, con una mujer corriente y unos hijos corrientes...
El Chiflón del Diablo
Baldomero Lillo
En una sala baja y estrecha, el capataz de turno sentado en su mesa de trabajo y teniendo delante de sí un gran registro abierto, vigilaba la bajada de los obreros en aquella fría mañana de invierno...
La costa
Ray Bradbury
Marte era una costa distante y los hombres cayeron en olas sobre ella. Cada ola era distinta y cada ola más fuerte. La primera ola trajo consigo a hombres acostumbrados a los espacios, el frío y la soledad...
Amor vencido
Adolfo Bioy Casares
—Cuente —dijo. —No sé muy bien cómo empieza ni dónde estamos. Cuando Virginia pregunta: «¿Recuerdas lo que prometiste?», me falta valor para anunciarle, una vez más, que la semana siguiente almorzaremos juntos, pero que hoy me esperan mis padres.