Cuentos de Canterbury – Prólogo general
Geoffrey Chaucer
Las suaves lluvias de abril han penetrado hasta lo más profundo de la sequía de marzo y empapado todos los vasos con la humedad suficiente para engendrar la flor; el delicado aliento de Céfiro ha avivado en los bosques y campos los tiernos retoños y el joven sol ha recorrido la mitad de su camino en el signo de Aries...
Dentro y fuera
Hermann Hesse
Había una vez un hombre llamado Frederick; se dedicaba a tareas intelectuales y poseía una amplia extensión de conocimientos. Sin embargo, no todos los conocimientos significaban lo mismo para él, ni apreciaba cualquier actividad intelectual...
Dos imágenes en un estanque
Giovanni Papini
¿Solo para volver a ver mi rostro en un estanque muerto, lleno de hojas muertas, en un jardín estéril, me detuve después de tanto tiempo en la pequeña capital? Cuando me aproximaba a ella no pensaba tener otro motivo que este...
El hombre de arena (Cuento)
E.T.A. Hoffmann
Sin duda estarán inquietos porque hace tanto tiempo que no les escribo. Mamá estará enfadada y Clara pensará que vivo en tal torbellino de alegría que he olvidado por completo la dulce imagen angelical tan profundamente grabada en mi corazón y en mi alma...
Cuento áureo
Manuel Díaz Rodríguez
Psiquis, mujer al cabo, era imprudente y curiosa. Mil desventuras le costó su primera curiosidad, cuando quiso ver el rostro del amante dormido y una gota de aceite escapada de la funesta lámpara ahuyentó al hijo de Venus. Desde entonces, y por mucho tiempo, la vida fue para Psiquis una serie de malandanzas...
Circe
Julio Cortázar
Porque ya no ha de importarle, pero esa vez le dolió la coincidencia de los chismes entrecortados, la cara servil de Madre Celeste contándole a tía Bebé la incrédula desazón en el gesto de su padre. Primero fue la de la casa de altos, su manera vacuna de girar despacio la cabeza, rumiando las palabras con delicia de bolo vegetal...
El poeta
W. Somerset Maugham
No siento gran interés por la gente célebre, y no puedo soportar a esas personas que tienen la pasión de codearse con las grandes figuras...
Micromegas
Voltaire
En uno de los planetas que giran alrededor de la estrella llamada Sirio, había un joven de mucho talento al que tuve el honor de conocer durante el último viaje que hizo a nuestro pequeño hormiguero...
Ícaro
Sergio Pitol
El narrador ha visto esa tarde, en una sesión del Festival Cinematográfico de Venecia, un film japonés que revela, de un modo en apariencia inequívoco, aunque la acción transcurra en Japón (y un episodio esté situado en Macao), la vida de un amigo muerto unos años atrás en condiciones extrañas en una pequeña ciudad de la costa de Montenegro...
El joven Goodman Brown
Nathaniel Hawthorne
El joven Goodman Brown salió a la calle de la aldea de Salem cuando el sol se ponía. Pero después de cruzar el umbral introdujo de nuevo la cabeza para cambiar besos de despedida con su reciente esposa. Y Fe, como tan apropiadamente se llamaba, sacó a su vez su linda cabecita, permitiendo que el viento jugara con las cintas rosadas de la cofia mientras llamaba a Goodman Brown...
El cura de Tours
Honoré de Balzac
En los comienzos del otoño del año 1826, el abate Birotteau, personaje principal de esta historia, fue sorprendido por un chaparrón al volver de la casa donde había pasado la velada. Atravesaba, pues, tan rápidamente como sus carnes podían permitírselo la plazuela desierta llamada del Claustro, que se halla a espaldas del ábside de Saint-Gatien, en Tours...
El huevo y la gallina
Giovannino Guareschi
Entre los hombres de Peppone había uno al que llamaban Bólido. Era una bestia enorme, lenta y tarda como un elefante y un poco tocado. Bólido pertenecía a la “escuadra política”, capitaneada por el Pardo y tenía la función de tanque: cuando era preciso aventar una asamblea adversaria, Bólido se ponía al frente de la escuadra y no había quien lo detuviese en su inexorable avance, y de esa manera el Pardo y los que lo seguían, podían llegar bien pronto hasta la tribuna del orador, y allí, con silbidos y mugidos, lo reducían a silencio en contados minutos...
Acerca de la muerte de Bieito
Rafael Dieste
Fue cerca del camposanto cuando sentí removerse dentro de la caja al pobre Bieito. (De los cuatro portadores del ataúd yo era uno). ¿Lo sentí o fue aprensión mía? Entonces no podría asegurarlo. ¡Fue un rebullir tan suave!… Como la tenaz carcoma que roe, roe en la noche, roe desde entonces en mi magín enfervorizado aquel suave rebullir...
Cangrejos, golondrinas
José Lezama Lima
Eugenio Sofonisco, herrero, dedicaba la mañana del domingo a las cobranzas del hierro trabajado. Salía de la incesancia áurea de su fragua y entraba con distraída oblicuidad en la casa de los mayores del pueblo. No se podía saber si era griego o hijo de griegos...
Mañana
William Faulkner
No siempre tío Gavin desempeñó su cargo desde que lo designaron fiscal del distrito. En una oportunidad, hacía ya más de veinte años, interrumpió sus funciones durante un lapso muy breve, tan breve que solo los viejos lo recordaban y, aun así, muchos de ellos lo habían olvidado. Porque en esa época le tocó actuar solamente en un caso, como abogado...
El niño de junto al cielo
Enrique Congrains
Por alguna desconocida razón, Esteban había llegado al lugar exacto, precisamente al único lugar… Pero ¿no sería, más bien, que “aquello” había venido hacia él? Bajó la vista y volvió a mirar. Sí, ahí seguía el billete anaranjado, junto a sus pies, junto a su vida...
El caso de la señorita Amelia
Rubén Darío
Que el doctor Z es ilustre, elocuente, conquistador; que su voz es profunda y vibrante al mismo tiempo, y su gesto avasallador y misterioso, sobre todo después de la publicación de su obra sobre La plástica de ensueño, quizás podríais negármelo o aceptármelo con restricción; pero que su calva es única, insigne, hermosa, solemne, lírica si gustáis...
Los pañales
Yukio Mishima
El marido de Toshiko estaba siempre ocupado. Incluso esa noche había tenido que salir precipitadamente para acudir a una cita y ella había vuelto sola en un taxi. Pero, ¿qué otra cosa podía esperar una mujer casada con un atractivo actor?...
El gnomo
Gustavo Adolfo Bécquer
Las muchachas del lugar volvían de la fuente con sus cántaros en la cabeza, volvían cantando y riendo con un ruido y una algazara que sólo pudieran compararse a la alegre algarabía de una banda de golondrinas cuando revolotean espesas como el granizo alrededor de la veleta de un campanario...
Círculo vicioso
Isaac Asimov
Uno de los tópicos favoritos de Gregory Powell era que nada se adelantaba poniéndose uno nervioso. Así, cuando Mike Donovan bajó dando brincos la escalera, con el cabello enmarañado por el sudor, él se limitó a fruncir el ceño...