El día en que nos vengamos
Maeve Brennan
Una tarde, unos hombres poco amistosos, vestidos de civiles y pertrechados con revólveres, vinieron a nuestra casa buscando a mi padre, o buscando información sobre él. Esto ocurrió en Dublín, en 1922. El tratado con Inglaterra, que convertía a Irlanda en el Estado Libre Irlandés, acababa de firmarse...
La vida por la opinión
Francisco Ayala
Esto no son cuentos. Ocurre que, por su carácter vehemente, o quizá por falta de experiencia cívica, los españoles han propendido siempre a tomar la política demasiado a pechos. La última guerra civil los dejó deshechos, orgullosísimos, y con la incómoda sensación de haber sufrido una burla sangrienta...
El rey burgués
Rubén Darío
¡Amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Un cuento alegre… así como para distraer las brumosas y grises melancolías, helo aquí...
Caballo
Onelio Jorge Cardoso
Desde potrico ya le dijo siempre: ¡caballo!, y así fue echando cuerpo con la palabra como un susto y una orden. De modo que cuando el alazán pudo llevar encima el hombre, se estremecía al oír su palabra: —¡Caballo! —y el animal vibraba del casco a la oreja; ¡brrr! hacía y el suelo trepidaba bajo sus patas...
Sueños de robot
Isaac Asimov
-Anoche soñé -anunció Elvex tranquilamente. Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció sufrir un estremecimiento microscópico. -¿Ha oído eso? -preguntó Linda Rash, nerviosa-. Ya se lo había dicho. Era joven, menuda, de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez. Calvin asintió y ordenó a media voz...
Los caminos
Haroldo Conti
A veces pienso que los días de mi vida se parecen a las teclas de esta máquina. Son redondos y precisos y justamente porque no hacen otra cosa que escribir...
La fiesta de las balas
Martín Luis Guzmán
Atento a cuanto se decía de Villa y el villismo, y a cuanto veía a mi alrededor, a menudo me preguntaba yo en Ciudad Juárez qué hazañas serían las que pintaban más a fondo la División del Norte: si las que se suponían estrictamente históricas, o las que se calificaban de legendarias; si las que se contaban como algo visto dentro de la más escueta realidad, o las que traían ya tangibles, con el toque de la exaltación poética, las revelaciones esenciales...
Paludismo
Víctor Cáceres Lara
La noche iba poniendo oscuros toques de angustia en los ángulos de la habitación destartalada donde el aire penetraba sometido a racionamiento riguroso y donde la luz, aun en la hora más soleada del día, no alcanzaba a iluminar plenamente...
El experimento
Fredric Brown
-La primera máquina del tiempo, caballeros -informó orgullosamente el profesor Johnson a sus dos colegas-. Es cierto que solo se trata de un modelo experimental a escala reducida. Únicamente funcionará con objetos que pesen menos de un kilo y medio y en distancia hacia el pasado o el futuro de veinte minutos o menos. Pero funciona...
El barón de Grogzwig
Charles Dickens
El barón Von Koëldwethout, de Grogzwig, Alemania, era probablemente un joven barón como cualquiera le gustaría ver uno. No es necesario que diga que vivía en un castillo, porque es evidente; tampoco es necesario que diga que vivía en un castillo antiguo, pues ¿qué barón alemán viviría en uno nuevo?...
En provincia
Augusto d'Halmar
Tengo cincuenta y seis años y hace cuarenta que llevo la pluma tras la oreja; pues bien, nunca supuse que pudiera servirme para algo que no fuese consignar partidas en el libro Diario o transcribir cartas con encabezamiento inamovible: “En contestación a su grata, fecha… del presente, tengo el gusto de comunicarle…”
Aniuta
Antón Chéjov
Por la peor habitación del detestable Hotel Lisboa paseábase infatigablemente el estudiante de tercer año de Medicina Stepan Klochkov. Al par que paseaba, estudiaba en voz alta. Como llevaba largas horas entregado al doble ejercicio, tenía la garganta seca y la frente cubierta de sudor...
Noche blanca
Colette
"Los que entran aquí no saben que cada noche el peso de nuestros cuerpos juntos ahonda un poco más, bajo su mortaja voluptuosa, ese valle no más amplio que una tumba:"
El otro tigre
Arthur C. Clarke
Es una teoría interesante —opinó Arnold—, pero no veo cómo podrás demostrarla. Habían llegado a la parte más escarpada del monte, y por un instante Webb no pudo contestar debido a la fatiga...
El burlado
Jack London
Aquél era el final. Subienkow había recorrido un largo camino de amargura y horrores, guiado, como una paloma, por el instinto que lo llevaba hacia las capitales de Europa, y allí, en el punto más lejano, en la América rusa, el sendero acababa. Estaba sentado en la nieve con los brazos atados a la espalda, esperando la tortura...
El hechizado
Rafael Arévalo Martínez
Un día, después de narrar “La Signatura de la Esfinge”, Cendal dijo a Elena, su radiante protagonista: -Ya le referí su propia historia, la de la Dominadora. Yo hoy necesito que también escuche la mía, la del profesor Cendal, el Hechizado. Y la narró así:..
Alejandrina
Juan José Arreola
La poetisa Alejandrina llegó procedente de Tamazula, bien munida de informes y referencias acerca de casi todos nosotros. Llegó en el momento oportuno cuando ya estábamos reunidos y dispuestos al banquete del espíritu...
La muerte del estratega
Álvaro Mutis
Algunos hechos de la vida y la muerte de Alar el Ilirio, Estratega de la Emperatriz Irene en el Thema de Lycandos, ocuparon la atención de la Iglesia cuando, en el Concilio Ecuménico de Nicea, se habló de la canonización de un grupo de cristianos que sufrieran martirio a manos de los turcos en una emboscada en las arenas sirias. Al principio, el nombre de Alar se mencionaba junto con el de los demás mártires...
La novia llega a Yellow Sky
Stephen Crane
El gran Pullman avanzaba por las vías con tal dignidad de movimientos que una mirada desde la ventana parecía simplemente probar que las planicies de Tejas caían hacia el este. Vastas extensiones de césped verde, huecos rellenos de mezquites y cactus, grupitos de casas, bosquecitos de árboles tiernos y graciosos, todo se extendía al este, hasta el horizonte, un precipicio...
La amante de Santiago
Ramón Gómez de la Serna
Todos los amigos de Santiago estaban sorprendidos de aquella predilección suya por una mujer de aspecto tan vulgar. No la soltaba, no la dejaba hablar con nadie, caminaba siempre de su brazo, incrustándose en ella...