Trenzas
María Luisa Bombal
Porque día a día los orgullosos humanos que ahora somos, tendemos a desprendernos de nuestro limbo inicial, es que las mujeres no cuidan ni aprecian ya de sus trenzas...
El muñeco
Shirley Jackson
Era un restaurante respetable, bien decorado, con un buen chef y un grupo de artistas de variedades con aspiraciones. La gente que acudía al local se reía discretamente y cenaba a satisfacción, reconociendo la verdad del lema según el cual la cuenta siempre era un poco más de lo que ameritaba el restaurante, el espectáculo y la compañía...
La coqueta
Patricia Highsmith
Había una vez una coqueta que tenía un pretendiente del cual no podía librarse. Él se tomaba en serio sus promesas y declaraciones y no quería dejarla. Se creía hasta sus insinuaciones. Esto la irritaba, porque estorbaba sus buenas relaciones eventuales y los regalos, halagos, flores, cenas y demás que podría obtener de ellas...
Capataz buena persona, montado en caballo blanco
Emilio S. Belaval
Quirincho Morales nació tan paciente, que la paciencia le chorreaba por el cuerpo como una mantequita. Sus coterráneos en ese limbo telúrico que forma el caraveral —jíbaros¹ lijosos, con cuatro callos de misterio en la conciencia, por cuya somnolencia de encuclillados no se atrevía a pasar una ardilla—, se mofaban constantemente de la falta de astucia que tenía Quirincho para luchar con la caña...
Cabeza rapada
Jesús Fernández Santos
Era un viento templado. Las hojas volaban llenando la calzada, remontándose hasta caer de nuevo desde las copas de los árboles. Su cabeza rapada al cero, aparecía oscura del sudor y el sol, como las piernas con sus largos pantalones de pana. No había cumplido los diez años; era un chico pequeño...
Agustina de Villeblanche o la estratagema del amor
Marqués de Sade
De todos los extravíos de la naturaleza, el que más ha hecho cavilar, el que más extraño ha parecido a esos pseudofilósofos que quieren analizarlo todo sin entender nunca nada -comentaba un día a una de sus mejores amigas la señorita de Villeblanche...
Debo olvidar…
Elena Garro
Debo olvidar que encontré estas páginas escondidas entre las tablas sueltas del armario… después de todo la habitación es enorme y en los días que corren es un lujo gozar de espacio. No me molesta la suciedad de los muros, ni las duelas rotas. Tampoco me importan las manchas de humedad que hay en el techo, ni el agua de la lluvia que se cuela a raudales...
Si me olvido de ti, oh Tierra…
Arthur C. Clarke
Cuando Marvin tenía diez años, su padre lo condujo por los largos y resonantes corredores que subían a través de Administración y Fuerza, hasta que al fin llegaron a los niveles superiores y se encontraron entre la vegetación de las Tierras de Labrantío, que crecía rápidamente...
La coartada perfecta
Patricia Highsmith
La multitud se arrastraba como un monstruo ciego y sin mente hacia la entrada del metro. Los pies se deslizaban hacia adelante unos pocos centímetros, se paraban, volvían a deslizarse. Howard odiaba las multitudes. Le hacían sentir pánico...
Un clavito en el aire
Efrén Hernández
Lo barato cuesta caro -no de pronto, sino andando el tiempo. Y la puerta es de palo barato. Con las lluvias se hinchaba, y cuando pasó el tiempo de aguas, al día siguiente de la postrera lluvia, el calor, cortés, estuvo a despedirse de nosotros...
Andamios
Mario Benedetti
“…Javier se había aprontado para almorzar a solas en una mesa del fondo. Todavía no había asimilado del todo el relato de Nieves sobre la muerte de Ramón. Quería evaluar con serenidad ese hecho insólito, medir su profundidad, administrar para sí mismo la importancia de una imagen que le resultaba aterradora...
A bordo
Rafael Barrett
Remontando el Alto Paraná. Una noche cálida, perfecta, como si durante la inmovilidad del crepúsculo se hubiesen decantado, evaporado, sublimado, todas las impurezas cósmicas; un cielo bruñido, de un azul a la vez metálico y transparente, poblado de pálidas gemas, surcado de largas estelas de fósforo. Al ras del horizonte, el arco lunar esparcía su claridad de ultratumba...
Mari Belcha
Pío Baroja
Cuando te quedas sola a la puerta del negro caserío con tu hermanillo en brazos, ¿en que piensas, Mari Belcha, al mirar los montes lejanos y el cielo pálido?...
El alquimista
H. P. Lovecraft
Allá en lo alto, coronando la herbosa cima un montículo escarpado, de falda cubierta por los árboles nudosos de la selva primordial, se levanta la vieja mansión de mis antepasados. Durante siglos sus almenas han contemplado ceñudas el salvaje y accidentado terreno circundante, sirviendo de hogar y fortaleza para la casa altanera cuyo honrado linaje es más viejo aún que los muros cubiertos de musgo del castillo...
Cuculcán
Miguel Ángel Asturias
Cuculcán, el último «cuento» de Leyendas de Guatemala, fue escrito como una obra de teatro. Fue añadido en la segunda edición del libro. Las tres escenas están separadas por cortinas de colores que indican el paso del tiempo; los colores de la cortina (amarillo, rojo y negro) y los cambios de escena siguen el movimiento del sol. Los personajes principales son: Guacamayo, un pájaro engañoso, de mil colores, Cuculcán, o Serpiente Emplumada, y Chinchinirín, el ayudante-guerrero de Cuculcán. Yai es una «mujer-flor» que va ser sacrificada. Buscando la forma de tomar el lugar de Cuculcán, Guacamayo hace un trato con Yai, pero Cuculcán logra salvarse...
El canalón
Heinrich Böll
Estuvieron despiertos mucho rato, fumando, mientras el viento se paseaba por la casa, arrancando pedazos de pared y haciendo caer piedras; del piso de arriba saltaban trozos de revoque que se estrellaban en la planta baja con estrépito...
El amante dormido
Giovanni Boccaccio
No hace mucho tiempo hubo en Salerno un grandísimo médico cirujano cuyo nombre fue maestro Mazzeo de la Montagna, el cual, ya cerca de sus últimos años, habiendo tomado por mujer a una hermosa y noble joven de su ciudad, de lujosos vestidos y joyas y de todo lo que a una mujer puede placer más, la tenía abastecida...
La muchacha de la Guaira
Juan Bosch
El primer oficial tuvo razón al pensar que un asunto de tal naturaleza debía ser comunicado al capitán, pero el capitán no la tuvo cuando dijo las estúpidas palabras con que más o menos dejó cerrado el episodio...
El Palacio de la Alhambra
Washington Irving
En mayo de 1829, acompañado por un amigo, miembro de la Embajada rusa en Madrid, capital de España, inicio el viaje que había de llevarme a conocer las hermosas regiones de Andalucía. Las amenas incidencias que matizaron el camino se pierden ante el espectáculo que ofrece la región más montañosa de España, y que comprende el antiguo reino de Granada, último baluarte de los creyentes de Mahoma...
El diente de ballena
Jack London
En los primeros días de las islas Fidji, John Starhurst entró en la casa-misión del pueblecito de Rewa y anunció su propósito de propagar las enseñanzas de la Biblia a través de todo el archipiélago de Viti Levu. Viti Levu quiere decir «País grande», y es la mayor de todas las islas del archipiélago...