Relatos

El disparo memorable

Aleksandr Pushkin

Estábamos acantonados en el pequeño pueblo de X. Todo el mundo sabe cómo es la vida de un oficial de tropa de guarnición. A la mañana, estudio y picadero; la comida en casa del comandante del regimiento o en una fonda judía; a la noche, ponche y naipes...

El ahogado

Baldomero Lillo

Sebastián dejó el montón de redes sobre el cual estaba sentado y se acercó al barquichuelo. Una vez junto a él extrajo un remo y lo colocó bajo la proa para facilitar el deslizamiento. En seguida se encaminó a la popa, apoyó en ella su espalda y empujó vigorosamente...

Después de abusar de la mujer de un hidalgo

Margarita de Navarra

De cómo el rey de Nápoles, después de abusar de la mujer de un hidalgo, lleva luego él mismo los cuernos...

Crónica de sucesos

Rubem Fonseca

El inspector Miro trajo a la mujer a mi presencia. Fue el marido, dijo Miro despreocupadamente. En aquella comisaría de barrio eran comunes los pleitos de marido y mujer...

Conseja

Emilio S. Belaval

El cuplé de la pulguita empezó a labrar la desgracia del buen hospedero. Cada noche la moza se subía más la falda en busca de la mimosa pulguita y crecía el ardor del corralón de la Caleta. En nombre de la moral cristiana, el coadjutor solicitó el desalojo de la cupletista...

Hasta que lleguen las doce

Ignacio Aldecoa

Hacía daño respirar. Las sirenas de las fábricas se clavaban en el costado blanco de la mañana. Pasaron hacia los vertederos los carros de la basura. Pedro Sánchez se sopló los dedos...

Sharaya

Álvaro Mutis

Sharaya, el Santón de Jandripur, permanecía desde tiempos muy lejanos sentado a la orilla de la carretera, a la salida de la aldea. Allí recibía las escasas limosnas y las cada vez más raras oraciones de los aldeanos. Su cuerpo se había cubierto de una costra gris y su pelo colgaba en grasientas greñas por las que caminaban los insectos...

Jikininki

Lafcadio Hearn

Una vez, Musõ Kokushi, sacerdote de la secta zen que viajaba solo por la provincia de Mino, se perdió en una comarca montañosa donde no había nadie que lo guiara. Erró sin rumbo durante largo tiempo; y ya desesperaba de hallar refugio durante la noche...

A tu edad

F. S. Fitzgerald

Tom Squires entró en la tienda a comprar un cepillo de dientes, una lata de polvos de talco, un elixir bucal, jabón Castile, sales de Epsom y una caja de puros. Después de muchos años viviendo solo, era un hombre metódico, así que, mientras esperaba a que lo atendieran, tenía en la mano su lista de compras...

Adina

Henry James

Habíamos estado hablando sobre Sam Scrope alrededor del fuego —conscientes, todos nosotros, de la norma de mortuis. Nuestro anfitrión, sin embargo, había permanecido en silencio, un poco para mi sorpresa, pues sabía que había sido particularmente cercano a nuestro amigo...

El duende conversador

Aleksandr Grin

Un duende con dolor de muela -parecía una calumnia sobre este ser que tiene a su servicio tantos brujos y brujas, que pudiera devorar barriles de azúcar sin ningún peligro; pero era cierto, era verdad-, un duende pequeño y triste estaba sentado al lado de una estufa fría, que hacía tiempo que había olvidado el fuego...

Baltasar Gérard [1555 1582]

Juan José Arreola

Ir a matar al príncipe de Orange. Ir a matarlo y cobrar luego los veinticinco mil escudos que ofreció Felipe II por su cabeza. Ir a pie, solo, sin recursos, sin pistola, sin cuchillo, creando el género de los asesinos que piden a su víctima el dinero que hace falta para comprar el arma del crimen, tal fue la hazaña de Baltasar Gérard, un joven carpintero de Dóle...

Los tres jinetes del Apocalipsis

G. K. Chesterton

La singular y a veces inquietante impresión que Mr. Pond me causaba, a pesar de su cortesía trivial y de su corrección, se vinculaba tal vez a alguno de mis primeros recuerdos y a la vaga sugestión verbal de su nombre. Era un viejo amigo de mi padre, un funcionario; y sospecho que mi imaginación infantil había mezclado de algún modo el nombre de Mr. Pond con el estanque del jardín...

Cuento de Navidad

Vladimir Nabokov

Se hizo el silencio. La luz de la lámpara iluminaba despiadadamente el rostro mofletudo del joven Anton Golïy, vestido con la tradicional blusa rusa campesina abotonada a un lado bajo su chaqueta negra, quien, nervioso y sin mirar a nadie, se disponía a recoger del suelo las páginas de su manuscrito que había desperdigado aquí y allá mientras leía...

El joven Arquímedes

Aldous Huxley

Fue la vista lo que nos decidió a alquilarla. Es cierto que la casa tenía sus inconvenientes. Estaba bastante lejos de la ciudad y no tenía teléfono. El alquiler era excesivamente caro y los desagües deficientes...

El espejo de Lida Sal

Miguel Ángel Asturias

Los ríos van quedando sin resuello al decaer el invierno. Al blando resbalar de las corrientes sustituye el silencio seco, el silencio de la sed, el silencio de las sequías, el silencio de láminas de agua inmovilizada entre los islotes de arena, el silencio de los árboles que el calor y el viento tostado del verano caliente hacen sudar hojas, el silencio de los campos donde los labriegos dormitan desnudos y sin sueño...

El hombre de mi propiedad

Giovanni Papini

Como hace muchos años he dejado de escribir un Diario, no puedo decir con exactitud cuánto tiempo hace que me encontré el cuerpo y el alma del Amigo Dité. Probablemente, dada mi distracción, no me di cuenta en qué día preciso mi segunda sombra -aquella sólida y relativamente viva- se decidió a entrar en la escena poco iluminada de mi vida...

Belleza

Graham Greene

La mujer llevaba la frente ceñida con una cinta anaranjada que recordaba el estilo de los años veinte. Su voz destacaba sobre la charla de sus dos compañeros, sobre el muchacho que aceleraba su motocicleta en la calle, hasta sobre el ruido de los platos en la cocina del pequeño restaurante de Antibes, casi vacío ahora que empezaba el otoño...

El diablo y Tom Walker

Washington Irving

A unas pocas millas de Boston, en Massachusetts, desde la bahía de Charles se adentra el mar muchas millas hasta formar un pantano, tierra adentro, rodeado de frondosos árboles y vegetación, una auténtica ciénaga...

Antiguas muertes

Katherine Anne Porter

Era una mujer joven de aspecto resuelto, su cabello era oscuro, rizado y corto con raya a un lado, la cara como un breve óvalo con las cejas rectas y la boca grande y curvada. Un cuello blanco redondo sobresalía de la chaquetilla ajustada y abotonada...