La muñeca de modista
Agatha Christie
La muñeca descansaba en la gran silla tapizada de terciopelo. No había mucha luz en la estancia, pues el cielo de Londres aparecía oscuro. En la suave y gris penumbra se mezclaban los verdes de las cortinas, tapices, tapetes y alfombras. La muñeca, cuya cara semejaba una mascarilla pintada, yacía sobre sus ropas y gorrito de terciopelo verde...
¿Dónde está mi suéter islandés?
Stig Dagerman
Qué bien, así me gusta. Que me reciban como a un señor. Ahí está Ulrik, en la esquina del andén, con botas de cuero y su mejor sombrero, el de ala ancha, mirando alicaído a la explanada de la estación. Lleva brazalete de luto y lazo negro. A su espalda la yegua ramonea entre las flores del arriate. Habrá que ir en coche de caballos, no lo hacía desde que era niño...
Hubert y Minnie
Aldous Huxley
Para Hubert Lapell era extremadamente importante aquel primer amor. «Importante» fue la palabra que empleó al escribir sobre él en su Diario. Era un acontecimiento de su vida, un verdadero acontecimiento por fin. Marcaba como un hito un punto crítico de su desarrollo espiritual...
Un día de estos
Gabriel García Márquez
El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor...
La historia de Urashima
Osamu Dazai
Al parecer, Taro Urashima fue un personaje real que nació en un lugar llamado Mizunoe, en la provincia de Tango, que es el nombre que tenía la parte norte de la actual prefectura de Kioto. He oído decir que, en una de esas frías aldeas de la costa norte de esa zona, todavía existe un templo sintoísta dedicado a Taro...
Patriotismo
Yukio Mishima
El veintiocho de febrero de 1936, al tercer día del incidente del 26 de febrero, el teniente Shinji Takeyama, del batallón de transportes, profundamente perturbado al saber que sus colegas más cercanos estaban en connivencia con los amotinados, e indignado ante la inminente perspectiva del ataque de las tropas imperiales contra tropas imperiales...
Bajo el agua
Adolfo Bioy Casares
Cuando sané, por fin, de la hepatitis, el médico me recomendó que por unos días me fuera a las sierras, a la costa o al campo, a cualquier parte donde estuviera tranquilo y respirase aire puro. Tomé el teléfono y anuncié a la señora de Pons que solo el 20 de mayo tendría lista la escritura. Thompson me dijo...
El bohemio
Rafael Barrett
Era muy bueno. Tenía nobles aficiones. Hubiera aceptado la gloria. Cada detalle de su existencia era precioso para la humanidad. Nadie lo sospechaba sino él. ¿Qué importaba? Le bastaba saberse un profeta desconocido, cuya maravillosa misión puede fulminar de un momento a otro...
El Faro de las Sanguinarias
Alphonse Daudet
Aquella noche no pude dormir. El mistral estaba iracundo, y el estrépito de sus grandes silbidos me tuvieron despierto hasta el amanecer. El molino entero crujía, balanceando pesadamente sus aspas mutiladas, que resonaban con el cierzo como el aparejo de un buque...
La mentira
Maeve Brennan
Había una broma entre mi madre y yo sobre la primera vez que fui a confesarme. Ella me llevó a ver al cura, pero salimos tarde de casa y cuando llegamos a la capilla ya había dos largas filas de mujeres arrodilladas fuera del confesionario, esperando a que las escucharan...
Cena en Elsinore
Isak Dinesen
En una calle de Elsinore, cerca del puerto, se conserva una casa gris y majestuosa construida en los primeros años del siglo XVIII. El edificio mira reticente a las construcciones modernas que se han levantado a su alrededor...
Caperucita Roja
Teresa Wilms Montt
¡Caperucita Roja! ¡Pobre muñeca rubia, cuya historia tanto hemos escuchado sin penetrar nunca la tragedia de su alma de flor!...
Vidas de los poetas
E. L. Doctorow
Mi pulgar izquierdo está rígido, no demasiado hinchado, aunque las venas de su base sobresalen y no puedo moverlo hacia atrás ni recoger nada con él sin sentir dolor. ¿Es ésta la primera vez que me pasa una cosa así? Algo me recuerda, si bien de manera vaga, y acabará quitándoseme...
El doble error
Prosper Mérimée
Julia de Chaverny estaba casada desde hacía unos seis años, y desde alrededor de los cinco y medio había reconocido no solo la imposibilidad de amar a su marido, sino incluso la dificultad de sentir por él alguna estima. Ese marido no era en absoluto un mal hombre, no era ni bruto ni tonto...
Bajo los toldos de cubierta
Jack London
—¿Puede un hombre, y me refiero a un caballero, llamar cerda a una mujer? El hombrecillo lanzó ese reto a todo el grupo, luego se reclinó en su tumbona y dio un sorbo a su limonada con un gesto que combinaba certeza y atenta beligerancia. Nadie respondió. Estaban acostumbrados al hombrecillo y a sus repentinas pasiones y enaltecimientos...
El demonio de Maxwell
Ken Liu
Takako iba caminando por la carretera, directa como una flecha hacia el complejo de edificios administrativos, flanqueada a ambos lados por bloques de barracas achaparradas dispuestas ordenadamente, cada una dividida en seis habitaciones, cada habitación la morada de una familia...
Historia del joven de los pasteles de crema
Robert Louis Stevenson
Mientras vivió en Londres, el eminente príncipe Florizel de Bohemia supo granjearse el aprecio de los más por la seducción de sus maneras y por su concepción de la generosidad. Se le tenía por un hombre notable, aunque poco más se sabía de él...
Ellos
Rudyard Kipling
Un paisaje me llevaba a otro; la cima de una colina, a otra cercana, en la mitad del Condado, y ya que no podía hacer otra cosa que mover una palanca, dejé que el Condado corriera bajo mis ruedas. Las amplias llanuras salpicadas de árboles frutales, en el este, dejaron paso al tomillo, a los acebos y a las hierbas grises de los montes Downs...
La iniquidad
Massimo Bontempelli
Hasta los dieciséis años y su primer suicidio, Santos no había tenido una idea y menos aún un sentimiento, así fuera confuso, de la desigualdad social...
Algunas indicaciones útiles a dos auténticos caballeros
Dino Buzzati
Un hombre de unos treinta y cinco años llamado Stefano Consonni, vestido con cierto atildamiento y con un paquetito blanco en la mano izquierda, al pasar a las diez de la noche del día 16 de enero por la vía Fiorenzuola, desierta a aquellas horas, oyó de repente a su alrededor un sonoro zumbido de moscones que parecían murmurar algo...