Relatos

La balada del álamo Carolina

Haroldo Conti

"Con todo él ha llegado hasta la casa en alguna forma, a través de las hojas de otoño que arrastra el viento. Con sus viejos ojos amarillos ha visto la casa aun por dentro, ha visto al hombre, flaco y duro con la piel resquebrajada como la corteza de las primeras ramas, la mujer que huele a humo de madera, un par de chicos silenciosos con el pelo alborotado como los plumones de un pichón de montera."

El folclore de nuestra generación: prehistoria del estadio avanzado del capitalismo

Haruki Murakami

"Hablaré de las chicas. De las relaciones sexuales alborozadas, placenteras, y también tristes, que manteníamos nosotros, los chicos —con los genitales aún por estrenar—, con ellas —todavía eran unas chiquillas—. Éste es uno de los temas de esta historia."

El hombre que parecía un caballo

Rafael Arévalo Martínez

"¡Oh, las cosas que vi en aquel pozo! Ese pozo fue para mí el pozo mismo del misterio. Asomarse a un alma humana, tan abierta como un pozo, que es un ojo de la sierra, es lo mismo que asomarse a Dios. Nunca podemos ver el fondo. Pero nos saturamos de la humedad del agua, el gran vehículo del amor; y nos deslumbramos de luz reflejada."

Yo vendí mi nombre

Guadalupe Dueñas

"Fue el comienzo de tortura mortal. La mengua reducía el nombre cada vez más y más. Aparecía distorsionado con letrilla microscópica del todo indistinguible. Nadie exigía las bélicas mayúsculas de trazo gótico; nadie extrañaba las alas de cuervo que rubricaron el nombre caído en desgracia, sucio de polvo como corcel abatido y sin dueño."

El final

Charles Dickens

"Scrooge corrió hasta la ventana, la abrió y sacó la cabeza. Ni niebla, ni bruma; un día claro, luminoso, azul, vigorizante, frío; uno de esos fríos que alegran y que animan; dorada luz del sol; un cielo divino; dulce aire fresco; campanas jubilosas. ¡Maravilloso!"

Una vez en otoño

Máximo Gorki

"Chapoteando con los pies por la arena húmeda, y escudriñando con el deseo de descubrir en ella restos de sustancias alimenticias del tipo que fuera, vagaba solo entre las casas vacías y los puestos, y pensaba en lo bueno que sería estar saciado…"

La aventura de la noche de San Silvestre

E.T.A. Hoffmann

"Llevaba la muerte, la gélida muerte en el corazón, incluso desde lo más profundo de mi ser, desde el corazón, me pinchaba los nervios que las llamas atravesaban como con afiladas púas de hielo."

El viejo del mar

Maeve Brennan

"Yo estaba pensando en el viejo que se había unido a Simbad el Marino. Estaba pensando en lo vulnerable y frágil que parecía el viejo cuando Simbad se lo encontró por primera vez y cómo, cuando Simbad se lo cargó a la espalda para llevarlo, el viejo se hizo más gordo y más fuerte y aún más fuerte hasta que, cuando ya era demasiado tarde, Simbad empezó a odiarlo"

El abeto

Hans Christian Andersen

"¡Ay!, ¿por qué no he de ser yo tan alto como los demás? —suspiraba el arbolillo—. Podría desplegar las ramas todo en derredor y mirar el ancho mundo desde la copa. Los pájaros harían sus nidos entre mis ramas, y cuando soplara el viento, podría mecerlas e inclinarlas con la distinción y elegancia de los otros."

El Convenio de sir Dominick

Joseph Sheridan Le Fanu

"La soledad y la melancolía de esa ruina picó mi curiosidad, y una vez que hube llegado a la posada de St. Columbkill, habiendo puesto a descansar a mi caballo y permitiéndome a mí mismo una buena comida, comencé a pensar nuevamente en el bosque y la casa ruinosa, resolviendo dar luego un paseo por aquellas soledades."

El último de los espíritus

Charles Dickens

"—¡Fantasma del futuro! —exclamó—, os temo más que a ninguno de los espectros que conozco. Pero, como sé que os proponéis hacerme el bien, y como espero vivir para ser un hombre distinto del que era, estoy preparado para aceptar vuestra compañía y para hacerlo con el corazón agradecido. ¿No hablaréis conmigo?"

El hijo de Désirée

Kate Chopin

"La joven madre se recuperaba lentamente y yacía recostada, entre muselinas y encajes, en un canapé. El bebé reposaba a su lado, todavía en sus brazos, donde se había dormido. La nodriza de piel cetrina estaba sentada frente a la ventana, abanicándose."

Niña perversa

Isabel Allende

"Las primeras semanas Elena sintió odio por ese hombre que ocupaba todo el espacio de la casa y toda la atención de su madre. Le repugnaba su pelo engrasado con brillantina, sus uñas barnizadas, su manía de escarbarse los dientes con un palito, su pedantería y su descaro para hacerse servir."

La epizootia

Kurt Vonnegut

"El doctor Everett, un joven epidemiólogo del Departamento de Salud y Asistencia Social de Estados Unidos, era el tercero de los presentes. El doctor Everett había sido quien dio a la plaga el nombre que finalmente se quedó. La llamó «la epizootia»."

El cascanueces y el rey de los ratones

E.T.A. Hoffmann

"Me dirijo a ti, amable lector u oyente, ya te llames Fritz, Theodor, Ernst, o como quieras llamarte, y te ruego que recuerdes con la mayor viveza posible tu última mesa de Navidad cubierta de bellos y multicolores regalos, así también podrás imaginarte cómo se quedaron estáticos y mudos los niños y cómo..."

El día que fuimos perros

Elena Garro

"Y saltó a mi cama para mirarme de cerca. El pelo rubio le cubría la frente. De mi cama salió al suelo, se puso un dedo en los labios y penetró con cautela por el día que avanzaba paralelo al otro. Yo la seguí. Nadie. El día estaba solo y era tan temible como el otro. Los árboles quietos, el cielo redondo, verde como una pradera tierna, sin nadie también, sin un caballo, sin un jinete, abandonado."

Avión… o cómo hablaba él a solas como si recitara un poema

Haruki Murakami

«¿Y entonces por qué se acuesta conmigo?», se preguntaba él. Había reflexionado mucho sobre ello, pero no había logrado hallar la respuesta. Ni siquiera acababa de comprender a qué se refería con lo de «problemas matrimoniales».

El gobernador y el escribano

Washington Irving

"El majestuoso palacio del capitán general se encontraba en la Plaza Nueva, al pie de la colina de la Alhambra, y por la Plaza hervía a todas horas una muchedumbre: los destacamentos de guardia, soldados y servidores, funcionarios de la ciudad…"

El segundo de los tres espíritus

Charles Dickens

"Scrooge se adelantó tímidamente e inclinó la cabeza ante aquel espíritu. No era ya el Scrooge empecinado de antes; y, aunque los ojos del espectro eran sinceros y amables, no se atrevió a mirarlo de hito en hito."

El parásito

Arthur Conan Doyle

"Pero toda mi mente está embebida de ciencia exacta. Me he entrenado asiduamente para no admitir más que hechos, hechos probados. La conjetura, la imaginación, no tienen cabida en el marco de mi pensamiento."