Réquiem
Edmond Hamilton
"Réquiem" es un cuento de ciencia ficción escrito por Edmond Hamilton. La historia narra las experiencias de un piloto de la Fuerza Aérea que se encuentra en una nave espacial averiada y en peligro de muerte. Mientras lucha por mantenerse con vida, reflexiona sobre su pasado y su relación con la mujer que ama. La historia es una emotiva reflexión sobre la importancia del amor en la vida y la muerte, y sobre cómo los sentimientos más profundos pueden darnos la fuerza para enfrentar situaciones extremas. La narrativa es intensa y conmovedora, y nos invita a reflexionar sobre el valor de la vida y los vínculos que nos unen a los demás. "Réquiem" es una obra maestra de la ciencia ficción que sin duda cautivará a cualquier amante del género.
El dios errante
Pedro Gómez Valderrama
"Aquí estaba encerrado en su cajón como cajón muerto, destinado a futuros ataúdes de pino, remontando las aguas penosas del Río Grande de la Magdalena bajo el cielo injurioso, con el ruido del agua ignorante de su parentesco musical."
Ángel Levine
Bernard Malamud
"El negro bajó el periódico y miró con expresión amable. “Buenas noches.” Parecía no estar seguro de sí mismo, como si hubiera entrado en la casa equivocada. Era un hombre grande, de estructura huesosa, la cabeza pesada cubierta por un sombrero hongo, que no hizo el intento de quitarse."
El hombre que pudo ser rey
Rudyard Kipling
"Todo empezó a bordo de un tren que partió de Ajmir camino de Mhow. Se había producido un déficit presupuestario que me exigía viajar, no ya en segunda clase, que es la mitad de buena que la primera, sino en clase intermedia, que es en verdad pésima"
Cosas desagradables
Pedro Juan Gutiérrez
"Hablamos cuchicheando, pero la madre nos oye. Se mantiene alerta. Protege a su cachorro en la peligrosa jungla. Y salta como una fiera:"
A prueba
SAKI
"Bueno, pues había un barco que iba de Stolpmünde a Londres dos veces al mes, y aunque llevaba pocos pasajeros el precio era barato; no eran baratos, en cambio, los billetes de ferrocarril a Munich o a París. Por eso eligió Londres como escenario de su gran aventura."
Desquite
José Saramago
"El muchacho subió la ladera, sin mirar atrás. La hierba se acababa allí mismo. Hacia arriba, hacia allá, el sol calcinaba los terrones de los barbechos y los olivares cenicientos. Metálica, durísima, una cigarra roía el silencio. En la distancia la atmósfera temblaba."
El anciano
Daphne du Maurier
"Era un gran tipo, ancho y fuerte. Ha envejecido después, naturalmente —estoy hablando de hace varios años—, pero incluso ahora se le nota lo que debe de haber sido. Da sensación de fuerza, de energía, y lleva siempre erguida la cabeza, como un rey. Y esto es algo más que una simple frase."
Conejo
Abelardo Castillo
"Yo me acuerdo cuando ella te trajo. Al principio eras casi tan alto como yo, y eras blanco, más blanco que ahora porque ahora estás sucio, pero igual sos el mejor conejo de todos, porque entendés las cosas."
El hombre que se ha perdido a sí mismo
Giovanni Papini
"Miro…, remiro…, busco…, contemplo el espejo…, me asusto. Pero ¿dónde estoy, Dios mío? ¿Quién soy? ¿Cuál es mi cuerpo entre todos estos cuerpos iguales? ¡Yo ya no estoy! ¡Todos iguales, todos de la misma manera! ¿No seré capaz de encontrarme?"
El valle de los dioses
Edmond Hamilton
"El crepúsculo de los dioses" de Edmond Hamilton es un cuento de ciencia ficción que aborda las consecuencias de la búsqueda de la inmortalidad en la humanidad. Descubre cómo la humanidad olvida sus orígenes y se vuelve más fría e insensible a medida que se aleja de su humanidad.
En lo alto de un hilo
Humberto Arenal
"Y ella me dijo que la dejara sola, y sacudió los pies. Yo ya estaba cansado de todo aquello y de la trompeta y el tambor de mi amigo Tito y de los gritos de su madre para que la ayudara a cargar unos paquetes, y me fui a la azotea. Era agradable estar allí más cerca del sol y del cielo."
El monóculo
Aldous Huxley
"Bruñendo su monóculo, empezó a subir la escalera. El volumen de sonido iba en aumento. Desde el descansillo, allí donde la escalera daba la vuelta, pudo ver la puerta abierta del salón. En un principio solo alcanzó a ver lo alto del dintel y, a su través, un pedazo del techo"
Agua de frambuesas
Iván Turguénev
"En un par de ocasiones había pernoctado en la cabaña de este jardinero, y en ambas había obtenido de él unos pepinos que, el Señor sabrá por qué, hasta en lo más caluroso del verano poseían un tamaño asombroso, un sabor desagradable y aguado, y cortezas gruesas y amarillas."
Gualta
Javier Marías
"Se llamaba Xavier de Gualta, era catalán como su nombre indica, y trabajaba en la sede barcelonesa de la empresa en que trabajaba yo. La responsabilidad de su cargo (alta) era semejante a la del mío en la capital, y nos conocimos en Madrid con ocasión de una cena que iba a ser de negocios y también de fraternización, motivo por el cual acudimos acompañados de nuestras respectivas esposas."
El barco que se encontró a sí mismo
Rudyard Kipling
"Era su primer viaje, y aunque solo se trataba de un vapor de carga de mil doscientas toneladas, era el mejor de los de su tipo, el resultado de cuarenta años de experimentos y mejoras en estructura y maquinaria"
El amigo (1808)
Manuel Mujica Lainez
"Una ráfaga de viento sube los escalones a galope, y el muchacho se dobla. Las pinceladas del candil bajo el cual se ha detenido muestran la lividez de sus pómulos y de sus ojeras."
Historia de pasiones
Mary W. Shelley
"El primero de mayo siempre era un día de alegría y festividades en Florencia. Los jóvenes de ambos sexos de la más alta posición social desfilaban por las calles, coronados con flores y cantando canzonetas del día. Por la noche se reunían en la Piazza del Duomo y pasaban las horas bailando."
El rey negro
Juan José Arreola
"Desde el principio jugué mal esta partida: debilidades en la apertura, cambio apresurado de piezas con clara desventaja… Después entregué la calidad para obtener un peón pasado: el de la dama. Después…"
Boca de sapo
Isabel Allende
"Ella era la única mujer joven en toda la extensión de esa tierra, aparte de la dama inglesa, quien sólo cruzaba el cerco de las rosas para matar liebres a escopetazos y en esas ocasiones apenas se alcanzaba a vislumbrar el velo de su sombrero en medio de una polvareda de infierno y un clamor de perros perdigueros."