Los colonizadores

Foto de Sam Wermut en Unsplash

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Los hombres de la Tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. Dejaban mujeres odiosas, trabajos odiosos o ciudades odiosas; venían para encontrar algo, dejar algo o conseguir algo; para desenterrar algo, enterrar algo o abandonar algo. Venían con sueños ridículos, con sueños nobles o sin sueños. El dedo del gobierno indicaba desde carteles de cuatro colores, en innumerables ciudades: Hay trabajo para usted en el cielo. ¡Visite Marte! Y los hombres se lanzaban al espacio. Al principio solo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aun antes de que el cohete dejará la Tierra. Enfermaban de soledad, porque cuando uno ve que su casa se reduce al tamaño de un puño, de una nube, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás de una estela de fuego, uno siente que no ha nacido nunca, que no hay ciudades, que no está en ninguna parte, y solo hay espacio alrededor, sin nada familiar, solo hombres extraños. Y cuando los estados de Illinois, Iowa, Missouri o Montana desaparecen en un mar de nubes y, más aún, cuando los Estados Unidos son solo una isla envuelta en nieblas y todo el planeta parece una pelota embarrada lanzada a lo lejos, entonces uno se siente verdaderamente solo, errando por las llanuras del espacio, en busca de un mundo que es imposible imaginar.

No era raro, por lo tanto, que los primeros emigrantes fueran pocos. Su número creció constantemente hasta superar a los hombres que ya se encontraban en Marte. Los números eran alentadores. Pero los primeros solitarios no tuvieron ese consuelo.

FIN

Ray Bradbury. (1920-2012) Escritor americano, fue conocido por sus obras dedicadas a la ciencia ficción, el terror y la fantasía, siendo considerado uno de los grandes maestros del género fantástico del siglo XX. Bradbury nació en una familia humilde y no cursó estudios universitarios, completando su formación de manera autodidacta a través de bibliotecas públicas. De hecho, su amor por las bibliotecas se tradujo posteriormente en una defensa a ultranza del sistema de bibliotecas americanas.

Se inició joven en la escritura, con especial atención al relato corto, siendo publicado en numerosas revistas literarias. En 1940 publicó su primera antología Dark Carnival, a la que seguirán otras como Crónicas marcianas, obra que se hizo muy popular, sobre todo tras la adaptación que se hizo en los años 80 para la televisión.

Pero fue, sin duda, su obra distópica Farenheit 451 el detonante de su fama y éxito, gracias a la excelente versión de François Truffaut que se convirtió en todo un clásico cinematográfico. Otras obras de Bradbury que fueron adaptadas fueron El hombre ilustrado, El carnaval de las tinieblas o El sonido del trueno.

A lo largo de su carrera, Bradbury recibió premios como el Seiun, el Locus, el World Fantasy Award, el Saturn, el Stoker, el Reino de Redonda o el Retro Hugo a la mejor novela de 1953 por Farenheit 451.