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Flota vengadora

Foto de SpaceX en Unsplash

Llegaron de la negrura del espacio, desde una distancia incalculable. Convergieron sobre Venus… y lo aniquilaron. Los dos millones y medio de seres humanos que habitaban en aquel planeta murieron en cuestión de minutos, y toda la flora y la fauna de Venus murió con ellos.

La potencia de sus armas era tal, que incluso la atmósfera del desdichado planeta ardió y se disipó. Venus había sido tomado por sorpresa. El ataque resultó tan repentino e inesperado, y sus resultados tan devastadores, que ni un solo disparo se efectuó contra ellos.

A continuación se dirigieron hacia el planeta más próximo partiendo del Sol: la Tierra.

Pero aquello fue distinto. La Tierra estaba preparada. No porque se preparara durante los escasos minutos que transcurrieron a partir de la llegada de los invasores al Sistema Solar, sino porque la Tierra se encontraba en guerra —en pleno año 2820— con su colonia marciana, la cual había crecido hasta alcanzar la mitad de la población de la propia Tierra y estaba luchando por su independencia. En el momento en que se producía el ataque a Venus, las flotas de la Tierra y Marte estaban maniobrando en orden de combate cerca de la Luna.

Pero la batalla terminó con más rapidez que cualquier otra batalla de la historia. Una flota conjunta de naves terrestres y marcianas, súbitamente en paz unas con otras, salió al encuentro de los invasores y se enfrentó con ellos entre la Tierra y Venus. Nuestros efectivos eran muy superiores, y las naves invasoras fueron barridas del espacio, aniquiladas.

Al cabo de veinticuatro horas se había firmado, en la capital terrestre de Albuquerque, un tratado de paz basado en el reconocimiento de la independencia de Marte y una perpetua alianza entre los dos mundos — ahora los dos únicos planetas habitables dentro del Sistema Solar— contra la invasión extranjera. Y comenzaban a elaborarse planes para un vuelo de represalia, para localizar la base de los extranjeros y destruirla antes de que pudieran enviar otra flota contra nosotros.

Los instrumentos que funcionaban en la Tierra, y en las naves patrulla que orbitaban a su alrededor, habían detectado la llegada de los extranjeros aunque no a tiempo de salvar a Venus, y los datos facilitados por aquellos instrumentos indicaban la dirección de la cual procedían los extranjeros y demostraban, sin señalar específicamente la distancia, que habían llegado de un lugar remotísimo.

Un lugar que hubiera resultado demasiado remoto para nuestros medios de transporte, de no haber podido disponer del motor a propulsión C-plus, que acababa de ser inventado y que permitía a una nave alcanzar velocidades varias veces superiores a la velocidad de la luz. No había sido utilizado porque la guerra entre la Tierra y Marte absorbía todos los recursos de ambos planetas, y el motor de propulsión C-plus no ofrecía ninguna ventaja estratégica dentro del Sistema Solar, puesto que sus distancias no exigían velocidades superiores a la de la luz.

Ahora, en cambio, el motor de propulsión C-plus tenía un objetivo concreto. La Tierra y Marte combinaron sus esfuerzos y sus posibilidades técnicas para construir una flota equipada con aquellos motores que sería enviada contra el planeta habitado por los extranjeros a fin de destruirlo. La construcción de la flota requirió diez años, y se calculó que el viaje duraría otros diez.

El vuelo de represalia —pocas naves, pero con una potencia destructora increíble— se inició en el año 2830. La flota salió del puerto espacial de Marte. Nunca más se supo de ella.

Transcurrió casi un siglo antes que se conociera la suerte que había corrido, gracias a los razonamientos deductivos de Jon Spencer 4, el famoso historiador y matemático.

«Ahora sabemos —escribió Spencer— que un objeto que se mueve a una velocidad superior a la de la luz viaja hacia atrás en el tiempo. Por lo tanto, la flota vengadora debió llegar a su punto de destino, de acuerdo con nuestro tiempo, antes de su partida.

»Hasta ahora no hemos conocido las dimensiones del Universo en el cual vivimos. Pero, basándonos en la experiencia de la flota vengadora, podemos deducirlas. En una dirección, al menos, el Universo tiene CC millas de diámetro… o de longitud: las dos dimensiones tienen el mismo significado, en este caso. En diez años, viajando hacia adelante en el espacio y hacia atrás en el tiempo, la flota hubiera recorrido aquella distancia exacta: 186,334186,334. La flota, viajando en línea recta, dio la vuelta al Universo y regresó a su punto de partida diez años antes de salir. Destruyó el primer planeta que encontró, y luego, mientras se dirigía al más próximo, su almirante debió comprender súbitamente la verdad (y debió reconocer, también, a la flota que salía a su encuentro), y dio la orden de alto al fuego en el preciso instante en que la flota conjunta de la Tierra y Marte iniciaba su ataque.

»Resulta sorprendente (y aparentemente paradójico) comprobar que la flota vengadora estaba al mando del almirante Barlo, el cual había sido también almirante de la flota terrestre durante el conflicto entre la Tierra y Marte, en la época en que la flota conjunta de los dos planetas destruyó a las naves supuestamente invasoras, y que muchos de los tripulantes de la flota conjunta formaban parte también de la tripulación de la flota vengadora.

»Resulta interesantísimo especular acerca de lo que hubiera ocurrido si el almirante Barlo, al final de su viaje, hubiera reconocido a Venus con el tiempo suficiente para evitar su destrucción. Pero tal especulación es inútil; posiblemente no podría haberlo reconocido, porque lo había destruido ya: de no ser así no hubiera estado allí como almirante de la flota enviada para vengar aquella destrucción. El pasado no puede modificarse.»

FIN

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