Fiesta de disfraces

Photo by Kasper Rasmussen on Unsplash
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Les voy a contar una historia que les parecerá increíble. Una vez cacé un alce. Me fui de cacería a los bosques de Nueva York y cacé un alce.

Así que lo aseguré sobre el parachoques de mi automóvil y emprendí el regreso a casa por la carretera oeste. Pero lo que yo no sabía era que la bala no le había penetrado en la cabeza; sólo le había rozado el cráneo y lo había dejado inconsciente.

Justo cuando estaba cruzando el túnel el alce se despertó. Así que estaba conduciendo con un alce vivo en el parachoques, y el alce hizo señal de girar. Y en el estado de New York hay una ley que prohíbe llevar un alce vivo en el parachoques los martes, jueves y sábados. Me entró un miedo tremendo…

Dieron las doce de la noche y empezaron a repartir los premios a los mejores disfraces. El primer premio fue para los Berkowitz, un matrimonio disfrazado de alce. El alce quedó segundo. ¡Eso le sentó fatal! El alce y los Berkowitz cruzaron sus astas en la sala de estar y quedaron todos inconscientes. Yo me dije: Ésta es la mía. Me llevé al alce, lo até sobre el parachoques y salí rápidamente hacia el bosque. Pero… me había llevado a los Berkowitz. Así que estaba conduciendo con una pareja de judíos en el parachoques. Y en el estado de Nueva York hay una ley que los martes, los jueves y muy especialmente los sábados…

A la mañana siguiente, los Berkowitz despertaron en medio del bosque disfrazados de alce. Al señor Berkowitz lo cazaron, lo disecaron y lo colocaron como trofeo en el Jockey club de Nueva York. Pero les salió el tiro por la culata, porque es un club en donde no se admiten judíos.

Regreso solo a casa. Son las dos de la madrugada y la oscuridad es total. En la mitad del vestíbulo de mi edificio me encuentro con un hombre de Neanderthal. Con el arco superciliar y los nudillos velludos. Creo que aprendió a andar erguido aquella misma mañana. Había acudido a mi domicilio en busca del secreto del fuego. Un morador de los árboles a las dos de la mañana en mi vestíbulo.

Me quité el reloj y lo hice pendular ante sus ojos: los objetos brillantes los apaciguan. Se lo comió. Se me acercó y comenzó un zapateado sobre mi tráquea. Rápidamente, recurrí a un viejo truco de los indios navajos que consiste en suplicar y chillar.

Fin

Woody Allen. Director, guionista y escritor americano, Woody Allen nació en Nueva York el 1 de diciembre de 1935. Considerado uno de los más influyentes directores de cine del siglo XX, Allen ha participado en la realización de más de cincuenta películas, entre las que podríamos destacar Manhattan (1979), Annie Hall (1977), Hannah y sus hermanas (1986), Poderosa Afrodita (1995) o Match Point (2005), siendo su obra tan prolífica y de tanta calidad que resulta imposible realizar una selección satisfactoria.

Maestro de la tragicomedia, Allen sabe mezclar como nadie la soledad del hombre contemporáneo y urbanita con temas como el amor, el sexo, la religión y, en la mayoría de sus películas, la ciudad de Nueva York.

Ganador de 21 premios Oscar y de 8 Globos de Oro, Allen es uno de los directores más premiados de la historia del cine moderno. A esos galardones hay que añadir otros, como varios Bafta, y, sobre todo, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes,que le fue concedido en 2002.

Como escritor ha publicado, además de la mayoría de sus guiones, piezas literarias de gran calidad por sí mismas, varias novelas y, sobre todo, relatos. Habría que destacar de lo publicado en España, Cuentos sin plumas y Cómo acabar de una vez por todas con la cultura.