El corazón de las tinieblas

Anclada y sin que hubieran ondeado las velas, la goleta Nellie se meció ligeramente antes de quedar otra vez en reposo. Había subido la marea, el viento apenas soplaba y, dado que el destino de la goleta era navegar río abajo, solo nos quedaba permanecer en puerto y esperar al reflujo de las aguas…