Academia de ciencias
Desde aquella montaña se divisaban los valles en toda su amplitud, y en el suelo había dos vigas cruzadas.
—Ahora túmbate —dijo el mayor.
—¿Y para qué me tengo que tumbar?
—Para descansar. La montaña es escarpada, te has cansado. No, no en el suelo, sobre las vigas.
—¿Por qué sobre las vigas?
—Porque la tierra está húmeda después de la lluvia, podrías coger un resfriado. Sí, eso es, y ahora abre los brazos.
—¿Por qué?
—Porque así se respira mejor. Y junta las piernas.
Me sujetaron las manos por las muñecas y las piernas por los tobillos; me los apretaron contra la madera. Sacaron un martillo y unos clavos y se pusieron a clavar.
—¿Por qué me están clavando?
—Para que no te caigas cuando te pongamos derecho. Podrías caer y golpearte, o hasta podrías herirte o romperte un brazo o una pierna. Y si te clavamos, los clavos te sujetarán. No te caerás.
—Pero, ¿para qué quieren ponerme derecho?
—Desde aquí, desde esta montaña hay muy buena vista, pero para ti, desde arriba, será todavía mejor. Porque estarás todavía más arriba.
Me levantaron tendido sobre las vigas, la viga vertical la clavaron en la tierra y la reforzaron con unas piedras.
—Ya está —dijeron. Estaban contentos con su trabajo.
—Bueno, pues nosotros ya nos vamos —dijo el mayor poniéndose el casco que se había quitado, pues había sudado mientras trabajaba—. Y tú te quedarás aquí.
—¿Y por qué tengo que quedarme aquí?
—Para que reflexiones sobre el sentido del sufrimiento. Es decir, para que descubras qué significa en el fondo del dolor. Cuando descubras algo, lo explicarás.
—Pero, ¿por qué tengo que descubrir algo?
—¿Qué pasa? ¿Te gustaría sufrir sin sentido? Está mal, hermano, está mal. Todo tiene que tener un sentido.
Empezaron a descender la montaña, alejándose hacia abajo.
—Pero, ¿a quién se lo voy a contar —les grité— si ustedes ya no estarán aquí?
No contestaron, porque ya no estaban.
FIN
Sławomir Mrożek. El visionario escritor, dramaturgo y dibujante polaco, nació en Borzęcin en 1930 y su legado abarca una rica exploración de la condición humana. Los primeros compases de su vida transcurrieron en campos de Borzęcin y Porąbka Uszewska, con la Segunda Guerra Mundial como testigo y Cracovia como refugio durante la ocupación nazi. En su juventud, la represión stalinista y la creación de la República de Polonia formaron su perspectiva, generando una generación desilusionada.
Graduado en 1949, Mrożek inició su carrera como hackwriter para la revista Przekrój, pero su inquietud lo llevó a estudiar arquitectura y luego filosofía oriental en la Universidad de Cracovia. Comprometido inicialmente con el Partido Obrero Unificado Polaco, se convirtió en periodista político y firmó una carta abierta apoyando la persecución de líderes religiosos, aunque posteriormente se distanció del régimen.
En 1963, Mrożek y su esposa desertaron en Italia, buscando libertad artística. La publicación de una carta de protesta en Le Monde contra la intervención en Checoslovaquia lo marcó como disidente, y tras obtener la nacionalidad francesa en 1978, se estableció en París. Su obra fue esencial en la escena del absurdo, con "Tango" (1964) como una cúspide aclamada.
En 1981, durante la ley marcial en Polonia, Mrożek prohibió la emisión de sus obras en televisión y su publicación en periódicos polacos. Sin embargo, continuaron representándose en teatros. Desafiando la represión, rechazó el premio Franz Kafka para recibir el de la Fundación Literaria Polaca. Su obra narrativa, desde "Juego de azar" (2001) hasta "La vida para principiantes" (2013), revela su maestría en la narrativa corta. La editorial Acantilado, desde 2001, ha difundido su obra en castellano.
Mrożek regresó a Polonia en 1996 y recibió la Orden Polonia Restituta en 1997. Tras un accidente cerebrovascular en 2002, luchó contra la afasia y, con valentía, escribió su autobiografía "Balthazar". En 2008, se trasladó a Niza, donde falleció en 2013. Sławomir Mrożek, con su genialidad literaria y su valentía contra la represión, dejó un legado inmortal en la literatura polaca y mundial.