Narrativa

Punk

Entonces no pude más y le dije que por lo que a mí concernía, ella no era más que una zorra parecida a otras cien mil zorras, y que no la necesitaba.

(Coro: Por favor, dibújame una oveja).

Más aún, ciego de rabia le advertí que si se atrevía a seguir yendo todos los días a mi trabajo, con el solo objeto de sentarse cerca de mí y mirarme con cara de haber pescado una inolvidable ingesta de trigo, ahí sí que iba a saber lo que es bueno.

(Coro: Por favor, dibújame una oveja).

Ella se puso de color anaranjado clarito y dijo quedamente que lo había hecho solo una vez, y que al final era su culpa, que bien le habían advertido sus amigas que yo era indomesticable y que solamente a una floja como ella se le ocurría meterse en estos dramas y andar dedicándole sus libros a León Werth cuando era niño. Después se fue.

(Coro: Por favor, dibújame una oveja).

Por la noche comprendí que se me había ido la mano, así que a la mañana siguiente corté una rosa que había estado cultivando largo tiempo, me lavé los dientes y fui directo a su madriguera para pedirle disculpas, pero cuando llegué me la encontré ahorcada en un baobab cercano, a todas luces suicidio sentimental.

(Coro: Por favor, dibújame una oveja).

En su pata delantera izquierda tenía amarrada una carta para un tal Antoine y yo de puros celos quemantes boté la rosa, rompí la carta y me puse a llorar debajo del baobab y a un costado del cadáver de la muy zorra.

(Coro: Por favor, dibújame una oveja).

Entonces pasó por allí una serpiente y al verme tan triste preguntó si me podía ayudar en algo.

(Coro: Por favor, dibújame una oveja).
(se repite cuatro veces)

(Coda realmente prescindible:

Voz líder: ¡Cojones que no sé dibujar ovejas!)

             (Coro: ¡Pues entonces dibújame un sombrero!)

Postdata: Y yo me fui con la serpiente

(bis)

NATURALEZA

En la orilla del río, el escorpión espera una posibilidad para cruzar. Aparece la rana, y el escorpión recuerda aquella fábula en que,
en la orilla del río, el escorpión espera una posibilidad para cruzar: aparece la rana. Él le pide ayuda, no sabe nadar. Ella se niega, si te llevo, me picarás y me ahogaré. No sería lógico, también me ahogaría yo, responde el escorpión. Tiene sentido, consiente la rana, y ambos se adentran en el río. A mitad de camino, el escorpión la pica. La rana alcanza a preguntar por qué. El escorpión responde que lo siente, pero no pude evitarlo: es mi naturaleza.

El escorpión termina de contar la fábula y ambos quedan en silencio. Luego la rana pregunta, por cierto, ¿no tenías que cruzar el río? El escorpión sonríe, si tuvieras la amabilidad, pero ¿no temes que te pique?, acuérdate de lo que pasa en la fábula.

Claro que temo, contesta la rana, pero no puedo evitar llevarte. Es mi naturaleza.

Y ambos se adentran en el río.

LLAMADO

El hombre se agachó junto a la palangana y llamó:

misu, misu…

Moviendo elegantemente la cola, el pez gato nadó hacia la superficie.

BLUR

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, pero borroso.

Ihoeldis M. Rodríguez. Jatibonico, 1979. Narrador

Licenciado en Sociología y periodista free-lance. Forma parte del consejo editorial de la revista mexicana Papeles de la Mancuspia, con la cual creó y coordinó el Concurso Nacional de Microrrelatos por SMS “Mancuspia+53” en sus dos primeras ediciones. Actualmente reside en Miami, donde finge que escribe una novela, El atún inmarcesible.