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Violeta Parra

Poesía

Foto por katy mueller en Unsplash

Poemas:

VOLVER A LOS DIECISIETE

Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente.
Volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios,
eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
ay, sí sí sí.

Mi paso retrocedido,
cuando el de ustedes avanza;
el arco de las alianzas
ha penetrado en mi nido
con todo su colorido,
se ha paseado por mis venas
y hasta las duras cadenas
con que nos ata el destino
es como un diamante fino
que alumbra mi alma serena.

Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el más claro proceder
ni el más ancho pensamiento.
Todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencia:
solo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.

El amor es torbellino
de pureza original;
hasta el feroz animal
susurra su dulce trino,
detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros;
el amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el cariño
lo vuelve puro y sincero.

De par en par la ventana
se abrió como por encanto,
entró el amor con su manto
como una tibia mañana;
al son de su bella diana
hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín,
al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete
los convirtió el querubín.

LA CARTA

Me mandaron una carta
por el correo temprano
y en esa carta me dicen
que cayó preso mi hermano
y sin lástima con grillos
por la calle lo arrastraron, sí.

La carta dice el motivo
que ha cometido Roberto
haber apoyado el paro
que ya se había resuelto
si acaso esto es un motivo
presa también voy sargento, sí.

Yo que me encuentro tan lejos
esperando una noticia
me viene a decir la carta
que en mi patria no hay justicia
los hambrientos piden pan
plomo les da la milicia, sí.

De esta manera pomposa
quieren conservar su asiento
los de abanicos y de frac
sin tener merecimiento
van y vienen de la iglesia
y olvidan los mandamientos, sí.

Habráse visto insolencia
barbárie y alevosía
de presentar el trabuco
y matar a sangre fría
a quien defensa no tiene
con las dos manos vacía, sí

La carta que he recibido
me pide contestación
yo pido que se propague
por toda la población
que el león es un sanguinario
en toda generación, sí.

Por suerte tengo guitarra
para llorar mi dolor
también tengo nueve hermanos
fuera del que se engrilló
los nueve son comunistas
con el favor de mi Dios, sí.

Maldigo del alto cielo

Maldigo del alto cielo
la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos
destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo
la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno
porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos
del tiempo con sus bochornos,
cuánto será mi dolor.
Maldigo la cordillera
de los Andes y la Costa,
maldigo, señor, la angosta
y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra,
lo franco y lo veleidoso,
maldigo lo perfumoso
porque mi anhelo está muerto
maldigo todo lo cierto
y lo falso con lo dudoso,
cuánto será mi dolor.
Maldigo la primavera
con sus jardines en flor
y del otoño el color
yo lo maldigo de veras;
a la nube pasajera
la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto.
Maldigo el invierno entero
con el verano embustero,
maldigo profano y santo,
cuánto será mi dolor.
Maldigo a la solitaria
figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema
la Venus y la Araucaria
el trino de la canaria,
el cosmos y sus planetas,
la tierra y todas sus grietas
porque me aqueja un pesar,
maldigo del ancho mar
sus puertos y sus caletas,
cuánto será mi dolor.
Maldigo luna y paisaje,
los valles y los desiertos,
maldigo muerto por muerto
y el vivo de rey a paje,
el ave consu plumaje
yo la maldigo a porfía,
las aulas, las sacristías
porque me aflige un dolor,
maldigo el vocablo amor
con toda su porquería,
cuánto será mi dolor.
Maldigo por fin lo blanco,
lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos,
ministros y predicandos
yo los maldigo llorando;
lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero
le pongo mi maldición
en griego y en español
por culpa de un traicionero,
cuánto será mi dolor.

YO CANTO A LA DIFERENCIA

Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo,
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso.
Yo canto la diferiencia
que hay de lo cierto a lo falso.
De lo contrario no canto.

Les voy a hablar enseguida
de un caso muy alarmante.
Atención el auditorio
que va a tragarse el purgante,
ahora que celebramos
el dieciocho más galante.
La bandera es un calmante.

Yo paso el mes de setiembre
con el corazón crecido
de pena y de sentimiento
del ver mi pueblo afligido;
el pueblo amando la Patria
y tan mal correspondido.
El emblema por testigo.

En comandos importantes,
juramento a la bandera.
Sus palabras me repican
de tricolor las cadenas,
con alguaciles armados
en plazas y en alamedas
y al frente de las iglesias.

Los ángeles de la guarda
vinieron de otro planeta.
¿Por qué su mirada turbia,
su sangre de mala fiesta?
Profanos suenan tambores,
clarines y bayonetas.
Dolorosa la retreta.

Afirmo, señor ministro,
que se murió la verdad.
Hoy día se jura en falso
por puro gusto, nomás.
Engañan al inocente
sin ni una necesidad.
¡Y arriba la libertad!

Ahí pasa el señor vicario
con su palabra bendita.
¿Podría su santidad
oírme una palabrita?
Los niños andan con hambre,
les dan una medallita
o bien una banderita.

«Por eso, su señorida
–dice el sabio Salomón–,
hay descontento en el cielo,
en Chuqui y en Concepción,
ya no florece el copigüe
y no canta el picaflor».
Centenario de dolor.

Un caballero pudiente,
agudo como un puñal,
me mira con la mirada
de un poderoso volcán
y con relámpagos de oro
desliza su Cadillac.
Cueca de oro y libertad.

De arriba alumbra la luna
con tan amarga verdad
la vivienda de la Luisa
que espera maternidad.
Sus gritos llegan al cielo.
Nadie la habrá de escuchar
en la Fiesta Nacional.

La Luisa no tiene casa
ni una vela ni un pañal.
El niño nació en las manos
de la que cantando está.
Por un reguero de sangre
mañana irá el Cadillac.
Cueca amarga nacional.

La fecha más resaltante.
La bandera va a flamear.
La Luisa no tiene casa.
La parada militar.
Y si va al Parque la Luisa,
¿adónde va a regresar?
Cueca triste nacional.

Yo soy a la chillaneja,
señores, para cantar.
Si yo levanto mi grito
no es tan solo por gritar.
Perdóneme el auditorio
si ofende mi claridad.
Cueca larga militar.

GRACIAS A LA VIDA

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros, que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día, grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con el las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo
Cuando miro al fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es mi mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Gracias a la vida que me ha dado tanto.

EL DIABLO EN EL PARAÍSO

El hombre se come el pasto
El burro los caramelos
La nieta manda al abuelo
Y la sota al rey de bastos
L’agua la llevo en canasto
Me duermo debajo el catre
Todo lo endulzo con natre
Bailo en la tumba del muerto
Mentira todo lo cierto
Gritaba desnudo un sastre.

Los pajes son coronados
Los reyes friegan el piso
El diablo en el paraíso
Y presos van los soldados
Se perdonan los pecados
Fusilamiento de jueces
En seco nadan los peces
Será un acabo de mundo
Cuando en los mares profundos
Las arboledas florecen.

Los justos andan con grillos
Y libres van los perversos
Noventa cobres un peso
Seiscientos gramos un kilo
Los futres andan pililos
Los gordos son raquíticos
Brincaba un paralítico
Sobre un filudo machete
Ocho por tres veintisiete
Divide un matemático.

De asiento tienen el piano
Tocan música en la silla
Caín es la maravilla
Para el abel de su hermano
Caminar es con las manos
Los santos son pendencieros
Bendicen a los rateros
Se acuesta el perro en la cuna
Debajo de blanca luna
La guagua muerde al rondero.

Aquí termina el ejemplo
Fue por el mundo al revés
Y con la venia de usted
Al teatro lo llaman templo
Muy plácido te contemplo
Dice el bandido a su presa
Es más hereje el que reza
Los viejos van a la escuela
Los niños a la rayuela
Ya nadie tiene cabeza.

¿QUÉ HE SACADO CON QUERERTE?

¿Qué he sacado con la luna
que los dos miramos juntos?
¿Qué he sacado con los nombres
estampados en el muro?
Como cambia el calendario,
cambia todo en este mundo.

¿Qué he sacado con el lirio
que plantamos en el patio?
No era uno el que plantaba,
eran dos enamorados.
Hortelano, tu plantío
con el tiempo no ha cambiado.

¿Qué he sacado con la sombra
del aromo por testigo,
y los cuatro pies marcados
en la orilla del camino?
¿Qué he sacado con quererte,
clavelito florecido?

Aquí está la misma luna
y en el patio el blanco lirio,
los dos nombres en el muro
y tu rastro en el camino.
Pero tú, palomo ingrato
ya no arrullas en mi nido.

LA JARDINERA

Para olvidarme de ti
voy a cultivar la tierra.
En ella espero encontrar
remedio para mi pena.

Aquí plantaré el rosal
de las espinas más gruesas.
Tendré lista la corona
para cuando en mí te mueras.

Para mi tristeza, violeta azul,
clavelina roja pa’ mi pasión,
y, para saber si me corresponde,
deshojo un blanco manzanillón:
si me quiere –mucho, poquito, nada–,
tranquilo queda mi corazón.

Creciendo irán poco a poco
los alegres pensamientos.
Cuando ya estén florecidos,
irá lejos tu recuerdo.

De la flor de la amapola
seré su mejor amiga.
La pondré bajo la almohada
para dormirme tranquila.

Cogollo de toronjil,
cuando me aumenten las penas,
las flores de mi jardín
han de ser mis enfermeras.

Y si acaso yo me ausento
antes que tú te arrepientas,
heredarás estas flores:
¡ven a curarte con ellas!

SON TUS OJOS

Son tus ojos los que busco
No los encuentro;
Son tus labios los que quiero
Ver sonreír
Pero ellos me son tan ingratos
Pero ellos se burlan de mí, es así

Solo quiero decirte un secreto
Solo quiero mi dicha expresar
Solo quiero cantar los cantares
Que repiten las olas del mar

El amor que tú me diste
Yo lo conservo
Grabado en mi memoria
Siempre estará
Un recuerdo del alma te pido:
No me olvides, no te olvidaré, es así

Solo quiero decirte un secreto
Solo quiero mi dicha expresar
Solo quiero cantar los cantares
Que repiten las olas del mar.

ARAUCO TIENE UNA PENA

Arauco tiene una pena
que no la puedo callar,
son injusticias de siglos
que todos ven aplicar,
nadie le ha puesto remedio
pudiéndolo remediar.
Levántate, Huenchullán.

Un día llega de lejos
Huescufe conquistador,
buscando montañas de oro,
que el indio nunca buscó,
al indio le basta el oro
que le relumbra del sol.
Levántate, Curimón.

Entonces corre la sangre,
no sabe el indio qué hacer,
le van a quitar su tierra,
la tiene que defender,
el indio se cae muerto,
y el afuerino de pie.
Levántate, Manquilef.

Adónde se fue Lautaro
perdido en el cielo azul,
y el alma de Galvarino
se la llevó el viento Sur,
por eso pasan llorando
los cueros de su cultrún.
Levántate, pues, Calful.

Del año mil cuatrocientos
que el indio afligido está,
a la sombra de su ruca
lo pueden ver lloriquear,
totoral de cinco siglos
nunca se habrá de secar.
Levántate, Callupán.

Arauco tiene una pena
más negra que su chamal,
ya no son los españoles
los que los hacen llorar,
hoy son los propios chilenos
los que les quitan su pan.
Levántate, Pailahuán.

Ya rugen las votaciones,
se escuchan por no dejar,
pero el quejido del indio
¿por qué no se escuchará?
Aunque resuene en la tumba
la voz de Caupolicán.
Levántate, Huenchullán.

Biografía:

Violeta Parra (San Fabián de Alico​ o San Carlos,​ actual Región de Ñuble, Chile; 4 de octubre de 1917 – La Reina, Santiago; 5 de febrero de 1967) fue una artista, música, compositora y cantora chilena, reconocida como una de las principales folcloristas en América del Sur y divulgadora de la música popular de su país. Fue miembro de la célebre familia Parra.

Su contribución al quehacer artístico chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y América Latina.​ Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros. En conmemoración de su natalicio, el 4 de octubre es celebrado el «Día de la música y de los músicos chilenos».

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