Poemas:
Ante deseos envenenados
Descompensadas pasiones
se apoderan del mundo;
deseos de poder y podar,
de dominar y domar,
de someter y arremeter.
Adormecida la humanidad,
nada es lo mismo,
ni el amor sabe a rosa,
ni la rosa a poesía,
ni la poesía a vida,
ni la vida a manantial de luz.
Hacen falta corazones abiertos
al amor de los amores,
al amor de Dios,
en un tierra que entierra
la sonrisa de los niños
y se ciega a dar palos a los sordos.
Se precisan labradores
que cultiven labios de alma,
para que sus besos cautiven
el orbe y el urbe, el ser y el estar.
Si tú eres uno de ellos,
escríbelo en el aire,
abracemos miradas
y ciñamos corazones,
para que el poema de vivir
vuelva a la vida,
y en la vida viva y nos reviva.
Ante la crisis de autenticidad
I
Ante tanta crisis de autenticidad,
registremos la poesía como signo
de identidad y señal de amor.
II
La educación hace al hombre.
Le ayuda a hacerse a la vida.
Y a vivir más humanamente.
Y a penetrar en el corazón.
Y a ser más de la poesía que del poder.
Como ésto no es así,
propongo rehacer la reeducación.
III
Lo educativo como creación.
La creación como arte.
El arte como vida.
La vida como belleza.
La belleza como rasgo de la poesía.
La poesía como estela de luz.
La luz como luz para caminar.
IV
La más nívea formación,
consiste en transformar
el bien cultural, en bien educativo.
Y lo educativo en un acto de amor.
Y el amor en un acto de poesía.
Y la poesía en un acto de esperanza.
V
Las edades de la vida,
son como escaleras del verso,
cuántas más subes,
más gozosa es la bajada.
VI
La urbanidad es una obligación
vital para crecer por dentro
que es lo que vale y lo que vive.
Lo que vive y lo que vale,
son los latidos del alma,
la ética de la estética,
la acción de los maestros,
que cultivan lo que predican,
por herencia de la coherencia.
El amor
Digo que la paz se reduce al respeto
de los derechos del hombre
y se somete a la devoción
de que nadie es más que nadie
y de que nadie es menos que nadie
y de que todos somos alguien.
La paz se reafirma en el amor,
previo firmar la consideración
de adoptar una actitud de diálogo
y una aptitud de poeta.
Porque el poeta es la transmisión del yo,
se ratifica siendo para los demás,
lo que se es para uno:
un valor sin fronteras
y un frente sin valor de mercado.
Porque la paz no se puede construir
en falso, hay que llamar
a la armonía de los aires
para que limpien las discordias.
Lo primero es citarse
con los enemigos
y declarar la amistad
como horizonte
para todos los tiempos y edades.
En cielo tranquilo, sale el sol,
y al igual que en el mar,
a su paso, todo lo calma.
Porque todo pasa,
sólo la dulzura permanece.
Lo esencial es quedarse sin armas,
con el alma en donación,
para bañarse de versos
y declarar el estado del gozo.
Porque el gozo de la paz
es un mar siempre lleno
de níveas sonrisas,
tan puras como las de un niño
y tan inmensas como el cielo.
Buscando a Dios
«Estas son tres formas elementales de la experiencia de Dios
y de la relación con Dios;
nosotros vivimos por obra de Dios,
ante Dios,
y podemos vivir con Dios»
(Gerhard Ebeling, «Sui Salmi», Brescia 1973, p. 97).
A Dios hay que buscarle
en el verso de la vida,
en la vida sigilosa
y en los latidos del alma.
Dios se halla en la pureza
del cielo y en el culto
a la verdad más nívea,
y en la luz más etérea
del eterno y cautivo verso.
Porque…
por amor, Dios creó al mundo,
y del mundo es su Señor,
manantial de orden moral,
río de alegría y mar de gozos.
A Él se llega
con las manos inocentes
y el corazón limpio,
con los labios abiertos
al lenguaje de la autenticidad,
con el abecedario de la entrega
a los últimos
y con los bolsillos vacíos.
Sólo Dios nos ama
con un amor alto y vivo,
comprensivo y paciente,
como un Padre amoroso,
que no tiene otro compás,
que la compasión y la piedad.
La mano de Dios,
es una mano que perdona,
y una voz que es camino,
y un camino que es esperanza.
Sólo hay que seguirle y abrazarle.
La justicia
En la justicia justa,
sólo vive la gesta de la paz.
Nadar en armonía,
sin vencedores
ni vencidos,
es el más cálido
concierto a la concordia
y el más sublime ensamblaje justo.
El hombre tiene hambre,
hambre de ley natural
ante tanta ley sin ley
a la justicia social,
necesidad de vuelo,
ansiedad de verdad,
frente a tantas necias necedades.
La ley es un mundo sin ley
I
Todos pedimos más,
más ley,
todos pedimos más,
más orden,
mientras todos tratamos
de burlar la norma
y eludir el cumplimiento.
II
Tenemos leyes para todo,
menos la ley de la palabra.
Aquella que no se casa
con nadie, si no es lo justo.
Nos apuntamos a juzgar
al vecino,
sin antes juzgarnos
a nosotros mismos.
Somos así, la ley sin ley.
III
Ante leyes injustas,
recomiendo el fuero
de la conciencia.
Ante conciencias
sin ley, encomiendo
sembrar poesía.
Que tras la siembra
del verso, brota el amor.
IV
La ley más que mandar
ha de mondarnos la piel
y darnos un libro
de actividades,
con notas de aplicación.
V
Para acudir a un litigio
hace falta llevar consigo:
una montaña de papel,
una cordillera de euros,
y un mar de paciencia.
Mejor sería volver
a la montaña verde,
a la pelada cordillera,
y tomar el sol en el mar
como lagarto panza arriba.
VI
Si el legislador
es el eco de la razón,
y el magistrado
el eco de la ley,
y el poeta
el eco del mundo,
pido la palabra
y no la ley.
Que muchas son las leyes
en un estado sin palabra.
VI
La ley del amor
es la única que salva
y purifica.
La ley del amor
es la única letra del cielo.
El amor es la ley
de servir donándose.
La libertad
Toda acción bélica es abusiva,
por la reacción de odio que genera,
por su terror, bandera que abandera,
por el desamor de llamas que aviva.
Toda intriga bélica es revulsiva,
crea mal y repele alma sincera:
es necio modo de humanizar fiera,
de amparar derechos de forma altiva.
Pido ser y actuar como el aire terso.
Ninguna guerra es justa, todas llanto,
rematan la quietud del universo.
Porque la paz, el más sublime canto
a la existencia, mar de amor inmerso,
verso es de libertad, beso de santo.
Los deberes de la vida
Vivir el día a día,
y en el día vivir:
cortés en las formas,
gentil en el fondo;
para donarse a la existencia
y darse vida en la vida.
Haré una buena acción
y no lo diré a nadie
y no lo echaré en cara
y no diré sí,
sí tengo que decir no.
Nada de prisas ni de pausas,
y si muchas risas y rosas,
para que el amor
tenga su poso de paz,
al igual que el cauce del río,
rimas que donen aire.
Que la risa es para el mundo
lo que el beso del sol
para la flor,
lo que el beso de la luna
para el verso de la noche.
Me niego a estar disponible
para el odio,
me niego a estar ocupado
por la violencia,
me niego a no ser yo.
El yo en la poesía es el otro,
una manera de vivir,
una moneda sin cambio,
una entrega sin condiciones,
y una condición sin límites,
el amor de amar amor.
Por todo ello, Dios:
Ven a mis soledades
aunque no me sienta solo,
ven a mis silencios
aunque pase de tu voz,
ven a darme cobijo
aunque no lo merezca,
porque haya suspendido
los deberes de la vida
y no tenga derecho a nada.
Biografía:
Víctor Corcoba Herrero. Poeta español. Nació en 1958 en un pueblo de la cuenca minera de Laciana, Cuevas del Sil (León). Desde siempre ha sido un viajero nato y en la actualidad reside en Granada. Es Diplomado en Magisterio por la Universidad de Oviedo y Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada.