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Uriel Cassiani

Poesia. Foto por Jr Korpa en Unsplash

Foto por Jr Korpa en Unsplash

Poemas:

El sonido de lo necesario

Debemos hablar del rastro donde el destino acomoda los pasos,
de la llama que nos vive,
y el silencio que aprendimos a escuchar tarde.
De la voz que confirma:
“existe el tiempo para demostrar que somos relámpagos” seriamente fugaces.
De la voz que ahora es grito.
De Parker, que ejerció con devoción desde el leño de la ciencia,
su oficio de cenzontle y petirrojo.
De la eternidad que reclama el hueso, y el ciruelo que conoce el reposo que trajo el día.
De Obeso, Ártel y Guillén: que respiran bajo la tierra.
De las lluvias que aún no caen.
Del camino que pregunta por sus primeros viajeros, de mi huella y tu pie,
del hombre que empieza la vida con cicatrices ajenas,
y el imperio que con calma se disuelve.
De los rubíes que nos tocan, y esperamos como se espera, un milagro irrepetible,
de las palmeras que nuestro suelo nutre con sal,
de Pelé, Maradona y Di Stéfano, que fabricaban joyas.
De la noche, efímera muestra del infierno,
de Pizarnik, Raúl y Baudelaire entregados desde sus exactos principios,
al sopor y la agonía.
De Bopol, Makeba, Dibala y Fela Kutty,
volviéndonos con palabras cantadas al eterno principio.
De la madera con que Crusoe construyó la balsa para llegar a nuestras manos.
Del metal que humillado fue becerro, del lumbalú,
del hombre que recibió semen de perro,
y ese otro que a paso decidido abandona toda embriaguez,
del anciano padre, de Pizarro León Gómez y ese agujero conmovido a la altura de la frente, de Antonio Cervantes regresando al juicio.
De la contradicción, esperanza y avaricia puesta en cada individuo.
Para descifrar lo elevado:
es justo observar el mar y hablar de tantas cosas, que jamás llegarán a nuestras manos.

Demasiado polvo

A Ricardo Pérez Reyes.
Las manos, los ojos, el corazón.

Crecieron nuestras sombras
o las generosas puertas de casa
se hicieron pequeñas…
el viento golpea con cautela
como alguien que inseguro regresa.
Perdieron las paredes su virtud de lienzo,
allí, una maleta esperando un viajero,
un almanaque sin fechas,
una línea sobrevive:
Recordarás a Epifania.
El lugar del patio que congregaba a la familia
no soportó el peso de hermanos repartidos,
de árboles sin sombras en los bordes.
Regreso a reunir los huesos nuestros,
a sacudir la memoria de perfectos momentos.
Descubro en los rincones las muñecas de las hermanas:
parecen abrirme los brazos.
Dudo que alcance la claridad del Universo
para volver a hacer la luz en estas habitaciones
donde sobraba cielo.
¿En qué momento el rumor del arroyo
desapareció de nuestras gargantas?
Demasiado polvo para limpiarlo todo, con un viento
iniciado en los pulmones.
Queda un recipiente de arcilla
donde bebíamos aguas despiertas,
unas voces que vuelven reclamando a sus dueños.
¿Será ésta la victoria de la noche?
¿El estado real de la muerte?

Camino de girasoles

Regresaron los muertos,
con noticias.
Con razones de la luz.
Cada uno de ellos, una rosa en sosiego.
Una estrella naciendo.
Escucho su hondo descanso
como una música nueva que cae.
Sorprendo rostros conocidos.
Descubro un camino de girasoles
marcado de la sala hasta el patio.
Regalaré mis libros…
La cama de lienzo,
el guardapaño,
las sonrisas sencillas,
los saludos más sublimes.
Porque antes de la próxima luna llena
marcharé en la fila con ellos.

Luciérnagas bajo las uñas

Recién adormecida la tarde, padre
santigua pequeños limoneros,
varasantas, trupíes, bongas.
Sonriendo despacio confiesa:
Abuelo enseñaba después de cortar el arroz,
de reunir sosiegos para repartirlos a los suyos,
o mientras descifraba el porvenir ajeno
en el rumor del fuego levantado por los leños.
Mostraba con rezos, los otros rostros de la luz.
Padre soñó una herencia para su hijo
Aunque esta fuese humilde.
Me comprendió por los tiempos,
negado para ciertos asuntos de la luz:
Sólo sirvo para cortar girasoles,
simular con ellos pequeños soles en las manos,
atrapar luciérnagas para esconderlas bajo las uñas,
despertar temprano, esperando sorprender un fuego
más inocente que sus oraciones o el alba.

Maravilloso

A Sugar Ray Leonard

Recorro las calles de Nueva Jersey,
como lo harán las aguas
que acabarán con la parte baja del mundo hacia el 2067.
Quién creerá en Newark.
Yo, el maravilloso Hagler,
reino en los medianos con la disimulada calma
de quien reconoce que dura la gloria
lo que se sostiene la imagen de un relámpago
en el espacio.
He suspendido las malteadas, las donuts,
las pizzas de jamón, piña y queso.
Lo lúdico bajo la nieve de Manhattan.
Mañana anunciarán en la ciudad
que perdió el hábito del sueño,
otra velada del cetro orbital que ostento.
Enfrentaré un hombre, cuyo golpe de derecha
dejaría en estado lamentable el hígado de un caballo.
Es cascabel levantada y hacia mi destino.
Por eso la estrategia que emprendo
debe alcanzar la precisión del Rolex.
Por eso me dirijo a Saint Louis,
para aprender la eterna fiereza
con la que los búfalos embisten el alba,
—es nivel superior palpar lo intangible—.
The New York Times titula:
Heard juró bajo lapidación,
cercenarse el sexo, arrojárselo a sus perros
si ante el señor de New Jersey sucumbe.
Olvida que bebí sorbo a sorbo el honor de Roldan,
que la memoria y los pasos de Alan Minter
no volvieron a encontrar los círculos de la coherencia,
olvida que conozco el sitio exacto
donde natura le dejó al cristal.

Biografía:

Uriel Cassiani Pérez, oriundo de San Basilio de Palenque en Colombia, emerge como una figura destacada en el panorama literario como poeta, escritor y agudo observador de la cultura. Sus palabras resonantes fluyen tanto en las páginas de revistas notables como “Panorama Cultural de Valledupar” como en el prestigioso “El Comején” de Madrid, España. No limitado a la pluma, Cassiani también despliega una pasión por la promoción cultural y la defensa de los derechos humanos, siendo cofundador del influyente Taller literario Mundo Alterno en 2001.

Este influyente autor no solo escribe, sino que actúa como un incansable engranaje en la maquinaria cultural. Dirige la Corporación Socio Cultural de Afrodescendientes Ataole, que se esfuerza por tejer proyectos pedagógicos, culturales, artísticos y productivos en la región del Caribe Colombiano. Su esencia literaria y cultural está saturada de los tejidos del imaginario afrodescendiente, caribeño y latinoamericano.

Desde el Palenque de San Basilio, considerado el Primer Pueblo Libre de América, emerge una voz literaria que trasciende los límites físicos y llega a las profundidades del discurso de descolonización. Cassiani, además de ser un poeta innato, también ostenta el título de abogado, y esta intersección entre sus habilidades académicas y creativas se refleja en su enfoque literario.

Su libro “Ceremonias para criaturas de agua dulce” nos revela la semilla de su nacimiento en el Palenque de Antonio Cervantes, en un septiembre glorioso de los años setenta. Su obra refleja una arraigada conexión con su entorno caribeño y la fuente inagotable de experiencias que lo moldearon.

Cassiani no solo confina sus palabras a las páginas impresas, sino que se despliega en escenarios internacionales, siendo un invitado recurrente en eventos y festivales literarios en diversos países. Su poesía encuentra hogar en antologías y revistas de naciones como Colombia, México, Polonia, Alemania y España. Su participación en eventos como el “Festival Internacional de Poesía de Cartagena” y la “Feria Internacional del Libro de Bogotá” cimentan su influencia en el escenario literario global.

La esencia de Uriel Cassiani se expande en publicaciones que trascienden fronteras. Se ve plasmado en antologías como “Rostro de Mar 60 poetas del caribe colombiano” y en la Colección un libro por centavos de la Universidad Externado de Colombia. Además, su presencia es tangible en periódicos y revistas como el Universal de Cartagena, la Revista Alba de Alemania y la revista Pro Libris de la Biblioteca Municipal de Zielona Góra en Polonia. El respetado sello de la Fundación editorial El perro y la rana lo consagra aún más, al incluirlo en su “Antología Mínima de Poesía Amorosa”.

Más allá de los logros palpables, Uriel Cassiani Pérez es un embajador literario que trasciende fronteras y despierta conciencias. Su creatividad vibrante y su profundo compromiso con su herencia afrodescendiente y caribeña convergen para crear un legado literario que no solo es una celebración de su pasado, sino también un llamado a la exploración y la comprensión en el presente. Su voz resuena no solo en su natal Palenque, sino en el mundo de las letras con una autoridad que perdurará en el tiempo.

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