Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Tulio Mora

Tulio Mora (Huancayo, Perú, 15 de febrero de 1948 – Lima, 27 de enero de 2019) fue un destacado poeta peruano, representante de la generación de los 70 y teórico fundamental del Movimiento Hora Zero. Formado en Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se adentró tempranamente en el periodismo, actividad que complementaría su prolífica carrera literaria. Mora publicó su primer libro de poesía, «Mitología» (1977), una obra que fusiona dioses prehispánicos con el escenario contemporáneo de Lima, en un intento por amalgamar el pensamiento analógico con el histórico. Este enfoque fue aclamado por la crítica, destacando la colombiana Consuelo Hernández, quien resaltó el carácter polidimensional y colectivo de su poesía.

Poco después de esta publicación, Mora viajó a Argentina y luego a México, donde recibió una beca de poesía del Instituto Nacional de Bellas Artes. En México, convivió con los infrarrealistas, afines al Movimiento Hora Zero, compartiendo con figuras como Mario Santiago Papasquiaro y Roberto Bolaño. Su retorno al Perú en 1983 coincidió con el inicio de la cruenta guerra interna, inspirando obras como «Oración frente a un plato de col y otros poemas» (1985).

En 1989, publicó «Cementerio general«, que le valió el Premio Latinoamericano de Poesía otorgado por el Consejo de Integración Cultural Latinoamericana. Este libro es una obra coral en la que voces de peruanos de distintas épocas monologan desde la tumba, reflejando la trágica historia del país. «Cementerio general» ha sido objeto de numerosos estudios y traducciones, reafirmando su importancia en la literatura hispanoamericana.

Tulio Mora también fue galardonado con el Premio Copé de Plata por su libro «País interior«, centrado en la infancia y los paisajes de su memoria. Su colaboración con Roberto Bolaño resultó en la antología «Hora Zero: la última vanguardia latinoamericana de poesía» (2000), consolidando su papel como figura clave en la poesía latinoamericana.

En 2007, publicó «Simulación de la máscara«, un libro caracterizado por su economía y brevedad, descrito por el filósofo Sebastián Pimentel como un ejercicio de precisión poética. «Ángeles detrás de la lluvia» (2009) y «Aquí sobra la eternidad» (2012-2013) son otras obras que demuestran su capacidad para reinventar y profundizar en su estilo poético.

Además de su carrera literaria, Mora contribuyó al periodismo con libros sobre derechos humanos en el contexto de la guerra interna peruana, como «Y la verdad será nuestra defensa» (1996), «Días de barbarie» (2003) y «Aquella madrugada sin amanecer» (2004). Tulio Mora falleció el 27 de enero de 2019, víctima de cáncer pulmonar, dejando un legado imborrable en la literatura y la cultura peruana. Su obra, marcada por la intransigencia literaria y el compromiso social, sigue siendo una referencia imprescindible para entender la poesía y la historia de América Latina.

Celebraciones de puras tragedias

En memoria de Juan Ramírez Ruiz

Milton era la niebla goteando, gateando.
Hablábamos así del Paraíso Perdido.

Hablábamos así de Robert Graves y de
sus dioses mediterráneos,
pero estábamos muy ebrios para creerle.

Un poeta peruano sabe más que no
es bueno
ser poeta y peruano o que debe
escribir en voz muy alta cuando
lo arrojan por finados campos.

A las seis de la tarde no estás.
Ya habíamos intercambiado nuestros poemas
sobre Mario Luna,
ya habíamos descubierto
el misterio de su nombre.

Celebraciones de puras tragedias,
que hasta el júbilo estaba en el hospital.

A las seis de la tarde eres pero no estás.

Hay precipicios de voces
sin edad ni cordura,
grillos rezando
a la brevedad.

Estoy hablando
de la ausencia y no tengo apuro.

Ya habíamos adelantado algo presintiendo
los colores de lo incierto:
azul de los golondrinos
que migran sin responderse a qué suelo se deben.

Recordarte en el viento furioso del arenal
es el camino oscuro
que ya has recorrido desde el puente Virú.
ya el bus embiste a la poesía.

Algo nos falta. Algo nos abandona.

Es el zorro color de plata
que aúlla cuando por las dunas
honra por juanrra se apega la primera luz.

Dos verdades

Una verdad es que cuando croan
las ranas del altiplano
en pocos momentos empezará a llover.

Definitivamente nunca fallan coro y tormenta.
Tienen la precisión que le debe a la fascinación
la algarabía del poema.

Las batracias no necesitan de la videncia o religión
ni de la ciencia o filosofía.
Apenas aplican el canto aprendido
desde su nacimiento oliendo el viento
lo que su pecho despertará
la plegaria melodiosa que no distingue
sino el júbilo compartido
por el agua vaciará el lago del cielo.

¿Podríamos llamarlo felicidad o solo aprendizaje
depurado en millones de años?

¿Y qué hemos aprendido nosotros en el mismo tiempo
que no sabemos cantar hasta hoy con el mismo fervor?

Sicofonía de duendes

Para Rebeca López, esposa de Mario Santiago P.., im

Imagino ese amor en el mercado de los estruendos
con sus aires cifrados y lluvia coreográfica solar.
Allí el poeta le arroja palabras que ella devuelve
convertidas en una revolución de marimbas.

Ya la fragilidad gatea y todo lo mutuo entre ellos
son nubes que hijos estrujan para derramar
incendios,
propagándonos, contaminándonos,
como si las piruetas o los garabatos fuesen
la única escritura posible
en las playas de la mugre verdad.

Imagino esa sonrisa de los cumplidos
y miles de saltos apaches con flores
pintadas en las uñas para invocar
la reducción de las multitudes
al rincón donde ellos se besan.

Cielo de lentos saqueos
con transacciones directas de Dios
de las libretas azules donde el rebelde
traza el jadeo de un revolcón de arena
y la Rebela se sienta en la silla
de la reconciliación
echando el ojo a los chicos
que ya son tres, con el padre incluido,
ingresando a la guerrilla del resplandor.

Qué trizaduras de calles podemos imaginar
porque el poeta nunca descansa sin no ve a la poeta
en su sombra brincando por el empedrado
con el lenguaje de la oscura ternura,
que no arranca hablando sino simulando
los paisajes que juntos hubieran querido fundar.

Imagino a dos en el cuarto que siempre están
con cadenas de interminable fiesta,
huyendo a un espacio vertical donde los planetas
suavemente se rozan y vuelven
a separarse
en un ciclo que dura un cubo de tiempo en tu mano.

Y son motociclistas o correcaminos y
son desiertos o meros pasajeros de brevedades
los que tras el polvo
los ven embarazados por la bruma,
huella tras huella regándonos de papel cometa.

Ella tan bella en la calma y él endiablado
de tan huracán misterio.
Los imagino caravanseros
imponiendo con sus caricias a las olas a detenerse.

Imagino un horizonte de espuma y un galope tendido
de transparencia,
El nido de los rebeldes
jugando a la persecución o a las encondidas.

Después regresan para duplicarnos las llaves
con que nos abrieron las almas.

Queda entonces
un rebrote de encendedores,
queda la imagen de su nueva casa,
ese milagro de un holograma cascada que solo canta.

Y todos bailamos sicofonías de duendes.

Respiradero de las cifras celestes

Si el amor es sonido,
música
reducida a los gemidos de dos,
eso nos recuerda que renacemos
dilatando las cifras celestes
en la máquina de ventilar
a un asmático Dios.

Incierto Universo

El hombre abandonado
Sigue siendo el Hombre Eterno.

Roland Barthes

En una indetenible desorientada
travesía por el desierto
un loco calato carga
una cruz y un costal
donde la escoria
de la desolación
aloja al huracán del incierto universo
arrastrando el peso
de la gran explosión
que dio inicio al dolor de la vida.

Túpac Amaru

Todavía hablan de mí situándome en el centro
de la imagen -las cuerdas, los caballos,
mi cuerpo que defiende la unidad intacta
de sus miembros-, y remordidos
prefieren mantenerme ingrávido en el aire.
Se llenan de frases elegantes al citarme:
Aquí no hay más culpables que tú y yo,
tú por someter a mi pueblo,
yo por pretender liberarlo.
Y hasta el horror se les antoja recurrente
al indagar en los folios del castigo
lo barroco de mi queja: Onze coronas
de hierro con puntas muy agudas,
que le han de poner en la cabeza…
…Por la parte del cerebro se le introducirán
tres puntas de hierro ardiendo
que le saldrán por la boca…
Qué decir de sus sospechas,
siempre irreprochables, al implicar
en la forma torturada
una metáfora de culpas nacionales
(el equilibrio entre mi cuerpo indivisible
y el verdugo que quiere fragmentarlo,
¿no evoca al equilibrio suicida del Perú,
su imposible armonía?).
Y se escudan en los mitos y obsequiosos
de palabras fermentan en mis miembros mutilados
(por los que yo sufro
mientras ellos investigan)
inconcretables utopías: Cuando su cabeza,
que escondieron debajo de palacio de gobierno,
se encuentre con sus extremidades,
volverá el tiempo de Inkarrí.
Y esperan que otra vez Areche me coloque
entre los potros del tormento,
y el hacha, ya no los animales,
en las diestras manos del verdugo
separe mis huesos de sus goznes
para encontrar sentido a sus asertos.
Inútil recordarles a los muertos precedentes:
que mi esposa Micaela caminó hasta el cadalso
sin bajar la vista (y eso que llevaba
la lengua hecha un guiñapo y salpicaba sangre
en las finas ropas de Matalinares);
que Tomasa Titu se rió de los cuchillos;
que el negro Oblitas derramó dos lágrimas,
no por la inminencia de su muerte,
sino por lo enojoso de las despedidas;
que, en fin, mis hijos aguardaron con paciencia
que uno a uno los fueran destroncando.
Prescindible es el dolor para tan eruditas
reflexiones: ¿abjuré del rey y sus impuestos?
¿Sobreestimé las condiciones subjetivas
y el carácter de masas de la insurrección?
¿No fui un novato en estrategia?
Pero al cabo generosos
exaltan mis virtudes
caras al siglo de las luces:
era un noble arriero que vestía
de negro terciopelo y cabalgaba un potro blanco
y se sabía de memoria a Garcilaso
y montaba el drama del Ollantay
antes de entrar en la batalla.
Un look para el consumo: los cabellos largos
coronados por un sombrero con el pico rombo
y el ala tiesa y circular -ideal
para levantar turistas en el Cusco.
Una tentación de los arcanos astrológicos:
Huáscar versus Atahualpa,
Manco Inca versus Paullu,
Túpac Amaru versus Pumacahua,
los pares fratricidas -Géminis, sin duda.
Una extravagancia de genealogistas:
rastrear sangre de mi estirpe
en las cortes de Polonia y Portugal.
Un recurso del poder:
citar un verso del poema vigoroso de Romualdo
(querrán matarlo y no podrán matarlo)
cuando la mancha india se arrebata.
Nada más oportuno para todo
que el agonista prometeico,
el que muere porque no muere.
Si tanto saben de mi vida y de mi gesta
¿por que no revierten mis fracasos
y después me echan en tierra a descansar mi muerte?